El canto es una de las formas de música comunitaria más importante a lo largo de la historia, siendo así la voz una herramienta expresiva común en todos los hombres. Sin embargo, cada cultura tiene una particular manera de utilizar tanto la voz como el canto colectivo, haciendo de la actividad un espacio propicio para experimentar estas diferentes formas. Así mismo, el cuerpo, fuente sonora no sólo por el habla, sino también como instrumento a través del cual percibimos el ritmo y tenemos la posibilidad de reproducirlo, ha sido un medio de expresividad por excelencia alrededor del mundo. De esta manera encontramos diversidades rítmicas, coreográficas, cánticos, con los cuales podemos identificar cualidades de diferentes comunidades y aprender de las mismas incorporándolas a nuestro repertorio de conocimientos musicales y/o expresivos.
La vivencia musical a través del canto, la percusión y la expresión corporal, llevan implícitos trabajos que lograrán no solo estimular los valores del multiculturalismo, sino permitir el conocimiento de las mismas a través de la práctica artística, generando un espacio para el canto grupal, la ejecución musical e instrumental y a su vez abriendo las puertas de cada individuo dentro del grupo humano, para incrementar su propia creatividad artística y así contribuir a la del resto.
Los adolescentes de hoy carecen muchas veces de un sentimiento de pertenencia a las instituciones, poseen por otro lado un gran acceso a la información globalizada a través de los medios masivos de comunicación. Esta información puede ser muy efímera, considerando que vivimos en un mundo consumista donde los aspectos culturales han pasado a ser un producto más a ser vendido. A su vez, vivimos en una sociedad plural donde cada uno de nosotros es miembro de un grupo y de una clase social, tiene una herencia étnica y unas condiciones físicas, psicológicas y culturales.
Las acciones de cada grupo influyen directa e indirectamente actuando de manera interactiva. Este fenómeno cada vez más acusado de convivencia entre culturas muy diferentes, junto con la globalización, ha dado lugar a la llamada educación multicultural, que puede definirse como aquella en que los valores son pluralistas y que sabe reconocer la diversidad. El educador, para poder ayudar, comprender y evaluar los resultados del proceso de aprendizaje y producción de los jóvenes, ha de conocer las categorías principales en que se sustentan las diferencias que intervienen en la creación artística. También debe tener la capacidad de deducir los conocimientos previos, plantearse problemas educativos y tener creatividad para resolverlos, es decir, saber construir de manera significativa lo que sus alumnos le proponen.
De esta manera, será de gran importancia para la escuela, no solo crear un espacio donde los jóvenes compartan con sus pares la oportunidad de acercarse a una actividad musical accesible a todos (ya que como dijimos la voz y el cuerpo son un instrumento común) como también promover a nivel institucional, una forma de aprendizaje musical con enfoque multicultural, uniendo las diferencias sociales, económicas, educativas, etc. que cada joven pueda tener, en un solo grupo con un fin común. Así, estas barreras que muchas veces nos pueden separar, serán derribadas gracias a aquellos valores implícitos en la actividad como ser la solidaridad, la tolerancia, el respeto y el compañerismo.
Autor: Aylen Lecot Goñi