Había una vez una madre desconsolada, que en medio de su tristeza manifestó odiar los fines de semana; cuando le pregunté el por qué, me contestó: Porque sus tres hijos varones estaban a merced del alcoholismo y las drogas, y esto la tenía tan desesperada que no sabía qué hacer con este problema, que parecía nunca acabar. Esta es la cruel realidad que viven muchas familias en nuestro país y el mundo entero actualmente; y aquí empieza la lucha con éstos dos fantasmas.
El alcoholismo en el mundo se ha convertido en un fantasma, que no deja ni un instante tranquilo de quien se adueña y si de paso lo combina con las drogas, se convierte en una bomba de tiempo a punto de estallar y terminar con la vida del pobre iluso(a), que alguna vez pensó, que estos dos fantasmas eran sus amigos o la salida para la solución de sus problemas; o quizás creyó que serían el camino a la entrada a la felicidad. Pero podrá dar felicidad algo que daña psicológica y fisiológicamente? Es realmente el alcohol y las drogas la solución a nuestros problemas?
Hoy en día vemos un sin número de accidentes de tránsito, gracias a los conductores imprudentes que manejan bajo los efectos del alcohol. A pesar de que las cifras son alarmantes, los borrachos siguen haciendo caso omiso, como cuando el fantasma del alcohol les nubla las neuronas y el racionamiento, y les dice: Sigue así no esta pasando nada, todo está bien. Del mismo modo el fantasma de las drogas, cada vez más toma más fuerza y cada vez más, vemos más indigentes en las calles; los cuales un día quisieron probar que tan bueno eran esas sustancias alucinógenas y que tanta felicidad proporcionaban; y qued,,aron a merced del fantasma roba vidas, que a la vez se apoderó de ellos como un virus mortal, que los va degenerando poco a poco hasta llevarlos a la muerte.
Que diferente sería nuestro mundo sin el alcohol y las drogas y cuantos problemas, accidentes, peleas, homicidios, delincuencia, etc; nos ahorrariamos, ya que para ser felices, solo basta dejar los excesos con el alcohol y no caer en las drogas y vivir con el Espíritu Santo de Dios, que nos da paz interior y nos obliga a caminar con rectitud, haciendo las cosas bien, tomando como ejemplo a Jesucristo, pero cuántos sabemos que las pautas para ser felices no se hayan en el alcohol ni en las drogas? Cuántos son los que saben que los dos mencionados anteriormente, no pasar de ser dos fantasmas inicuos que se disfrazan de felicidad para acabar con el mundo entero?
Somos pocos los que sabemos que la felicidad se encuentra resumida en un sólo libro que Dios dejó a alcance de todo el mundo llamada La Biblia. La cual nos detalla paso a paso cómo podemos convivir con los demás en paz, amor y armonía. Es un libro maravilloso que te enseña a no caer en los excesos, a no hacer daños a nuestros semejantes y a reforzar los valores en el hogar; a estar firmes en la fe, para que los espíritus inicuos, nunca puedan entrar en nuestras vidas y así mantener nuestro pensamiento siempre positivo y permanente en la fe.
Que bueno seria que nuestros gobernantes se preocuparan por esta temática mundial y social; que hicieran capacitaciones en las escuelas para enseñarles a nuestros niños y jóvenes, cuán peligrosas son éstas dos sustancias y sería fabuloso también que nuestro gobierno más recursos en centro de rehabilitación gratuita, para recuperar a estas personas, que están atrapadas por estos fantasmas.
Nosotros como padres estamos en la obligación de ser maestros incondicionales de nuestros hijos, enseñándoles desde pequeños los valores, para que no caigan en este abismo, que es el pan de cada día de nuestra sociedad; y que el mundo entero se concientizara y analizara que tan perjudiciales son los ya mencionados, aparentemente tan inofensivos, pero que se vuelven una necesidad ineludible para quien los posee. Que bonito sería, una sociedad limpia de alcohol, drogas, pandillas, indigentes y que todos caminaramos juntos hacia un mejor porvenir! Por eso amigos antes de despedirme les digo que dejen el mundo de la oscuridad donde habitan estos fantasmas y busquen el camino de la luz que lleva a la felicidad.
Autor: Yasmin Obeso