En las relaciones de poder que se han gestado a lo largo de la historia de la humanidad, especialmente en aquellos lazos de superioridad e inferioridad, es muy frecuente encontrar factores de dominación o de imposición por medio de las armas y el terror, así como también el manejo de la riqueza para comprar cuotas de poder o influencias para obtener algún beneficio, entre otros mecanismos para ejercer dominio y obtener de esta manera el control de los individuos en un territorio determinado. De esta manera se han construido y derribado imperios, se coronan y destronan reyezuelos, asumen y caen dictadores y gobernantes constitucionalmente elegidos; en tanto los individuos observan en la distancia cómo se llevan a cabo estas situaciones, aceptando su realidad, abanderándose generalmente bajo las banderas levantadas por estos caudillos a los cuales brindan su apoyo.
En la mayoría de los casos, estos líderes que se apoderan del control del gobierno bajo determinadas formas, no poseen un plan de gestión que proyecte su tarea a lo largo del tiempo, incluso más allá de su propia existencia. Ejemplos en la historia hay por montones, y en ambas caras del planeta; y por tanto, solo quedan algunas de sus obras en el entorno y en las crónicas históricas; y quizás con un poco de fortuna, sus sucesores en el cargo se encargan de preservar algún aspecto o parte del modelo de gobierno que quiso legar.
Hay que destacar que el siglo XX en nuestro planeta es un período que presenta ciertas singularidades: los gobiernos fuertes que surgen no están vinculados solamente a una imagen que asegure estabilidad bajo un liderazgo fuerte y totalizante, sino que detrás de esta imagen se visualiza un proyecto sólido que se va gestando conforme las circunstancias asá lo permitan, que hacen participe al individuo en la construcción de un nuevo modelo de estado que “renace de las cenizas” como el mítico fénix, con el objetivo de emular el glorioso pasado perdido, como es el caso de Italia y Alemania.
De Alemania se ha hablado mucho para bien o para mal: se han dedicado extensos libros, documentales en televisión, publicaciones en revistas especializadas, entre otros medios. De Italia también, debo reconocerlo, pero dichas investigaciones no se han difundido de mayor manera, especialmente si miramos cuan fascinante ha sido la Alemania del III Reich para los investigadores. A mi juicio considero que Italia tiene mucho que contar como vanguardista del movimiento que acá narraré, especialmente cuando se trata de indagar acerca de las ideas totalizantes del fascismo, que se gestaron, ejecutaron y consolidaron en dicho país; a tal grado que la multitud hace propias estas ideas y se van diseminando más allá de las fronteras itálicas.
Este trabajo en si no pretende hacer una historia general ni narrar acontecimientos cronológicos del proceso que lleva a Mussolini y su partido al poder, para eso tenemos numerosos manuales de básica o compleja comprensión. Si es necesario dar una visión general acerca de las condiciones en que se encuentra Italia antes y después de la Gran Guerra Europea, para justificar las ideas que el fascismo pone en macha desde la vereda partidista y que lo afianzan en el gobierno de Italia por décadas.
Sabido es el hecho de que Italia forma parte del bloque ganador de la Guerra de 1914, junto con Gran Bretaña, Francia, Rusia y Estados Unidos entre otras naciones, sin embargo, sus logros fueron exiguos, y como todos los países participantes experimentó la lenta reconstrucción de su industria y su economía, tarea que para Italia resulta desastrosa, más aun con un régimen político ambiguo que busca resolver todos los problemas que acarrea reconstruir un país, tarea dificultosa por las trabas y dificultades que la clase política pone a quienes ejercen el gobierno. Ante este pesimista escenario, cabe preguntarse en qué momento ingresa el Fascismo como alternativa válida para resolver el problema de gobernabilidad existente, pero principalmente, ¿qué ideas hacen del fascismo “la solución” para gobernar Italia?
De esta manera, se busca indagar en torno a los pilares de fascismo a fin de identificar aquellos elementos que se consideran fundamentales para su aceptación por parte de la población italiana y su consolidación en el gobierno. Se presume que la existencia de algunos elementos esenciales tales como el nacionalismo, la situación postrada de Italia tras la guerra, el caos político y social; todas ellas recogidas bajo un proyecto integrador y excluyente de toda discrepancia, todo ello puesto al servicio de un líder avasallador y demagógico que cautiva a la multitud, pudieron convertir a Italia en el faro del Fascismo.
Detrás de este proyecto, esa la indagación y revisión de numerosas fuentes que los seguidores de esta ideología han conservado y difundido, desde la recopilación de las ideas que el Fascismo anida y difunde entre la población, los discursos de su principal cabecilla, libros de la época que justifican y resumen los ideales tras este proyecto, así como material publicado con posterioridad que resalta la vida de Mussolini y de su proyecto consolidado y registrado en la historia.
Situemos a Italia en las primeras décadas del siglo XX dentro del mapa político europeo: lo describimos como una monarquía constitucional del sur de Europa con aspiraciones imperialistas, inserto dentro de un panorama global donde posee colonias en África. Como estado moderno proviene de un proceso de unificación que ha dejado profundas secuelas debido a su ruptura con la Iglesia Católica, la cual ha perdido dominios y protagonismo político. Como cultura se sabe rica en historia, tradiciones y también tiene conciencia de sus aportaciones a la construcción de la cultura occidental a lo largo del tiempo. Es cosa de hacer una revisión a su pasado imperial romano, a la influencia Católica Apostólica Romana, el arte renacentista; y compararlo con la situación que este país experimenta como potencia de segundo o tercer orden durante el desarrollo de las acciones preparatorias para el año 1914, muy superado por potencias liberales y capitalistas como Reino Unido, Francia o la revitalizada Alemania.
En materias internacionales, ya habíamos mencionado su pequeño imperio colonial formado por Tripolitania, Cirenaica, Fezzan, Eritrea y Somalia Italiana; sin mencionar su fracasado intento de incorporar a Abisinia. En el pasado intervino en diversos conflictos buscando sacar buenos dividendos en la Guerra de Crimea , Guerra Austro-Prusiana y Franco-Prusiana ; y siguiendo con esta política, busca forjar alianzas con potencias poderosas, en principio con Alemania y Austria-Hungría, pero abandonando dicho pacto una vez iniciada la Primera Guerra Mundial para adherirse al bando rival.
Económicamente, está aún lejos de rivalizar con los grandes imperios, con una industria incipiente en las regiones del norte, en contraste con una dependencia de las materias primas en las regiones del sur; se encuentra en una posición vulnerable ante un conflicto de larga data en donde el triunfo bélico debilita no a los derrotados, sino que a los que no se encuentran plenamente preparados para tal desafío. Italia, por desgracia, experimentará esta consecuencia. Los logros de Italia tras la primera guerra mundial fueron escuálidos: le arrebata a Austria el valle del Trento y la península de Istria. En contraste, acarrea años de paralización por la movilización de hombres al frente de combate, y el proceso de reconversión de la industria armamentista es lento debido a la ruina económica por la paralización de las actividades que generaban recursos para el país.
De más esta decir acerca de las cargas impositivas que la población debe cargar para que el estado logre hacer arcas, lo cual genera descontento en especial en los sectores medio y bajo, quienes con la inflación galopante que arruina al país y toda posibilidad de impulsar el ahorro, desestabilizan toda forma de establecer el orden político. Ante este escenario, la fragmentación política no asegura orden ni estabilidad. Los partidos de características moderadas no logran ponerse de acuerdo, y el triunfo de la revolución bolchevique en Rusia es mirado con simpatía por los sectores radicales de izquierda, que procuran movilizar a las masas populares para emular dicho logro, patrocinando huelgas y paros dirigidos por los sindicatos. Por tanto, se barajaron muchas alternativas de solución; y aquella que presentó una nueva corriente política en el norte de Italia, con orientaciones corporativistas y totalizadoras, fue una de ellas.
No es posible comenzar a hablar del fascismo en Italia sin vincularlo a la figura de su ideólogo y fundador, obrero, soldado y ex militante del Partido Socialista, Benito Mussolini. No me corresponde la tarea de elaborar un trabajo bibliográfico de este personaje, claro está; solo nos centraremos en aquellos aspectos de su vida que lo impulsan a levantar esta corriente política. órgano oficial del partido. Se había hecho un nombre dada su experiencia como maestro de escuela y escritor, donde plasma su espíritu combativo y apasionado que pondrá en práctica en su vida política.
Es la guerra y el nacionalismo que esta conlleva la que provoca el quiebre y el consecuente retiro de Mussolini del Partido Socialista, debido a la postura antibelicista del partido, que contrasta con el llamado a las armas de éste. Consecuente con sus ideas, se alista en el ejército italiano, donde es herido. A través de la prensa comienza a plasmar sus ideales y proyectos políticos que darán paso al Fascismo, el cual alcanzará el poder por la presión partidista y lo detentará por cerca de 23 años.
Esta figura es controversial dependiendo de la objetividad de la orientación dirigida a su figura o a su gestión política: sus admiradores lo adoran cual figura iluminada por una estrella los guía por un camino entre las tinieblas del comunismo que acechan y amenazan el orden establecido, y que admiran con nostalgia la era fascista como una etapa de prosperidad, de construcción de una nación y una sociedad concatenada en aras de la grandeza. En cambio, sus detractores lo atacan no sin fundamentos, resaltando la pérdida de las libertades civiles y la eliminación sistemática del pensamiento disidente o que atente a los principios en los que se construye su figura. Hoy en día esta postura es la predominante debido a la carga negativa que el concepto fascismo lleva consigo tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, en especial por las víctimas del totalitarismo, su alineamiento con el III Reich, las persecuciones, encarcelamiento, arbitrariedades y castigos que se difundieron y horrorizaron al mundo entero, con la intención de que estos hechos nunca más se vuelvan a repetir.
La primera inquietud que nace al llevar a cabo este proyecto apunta a buscar qué entiende su principal ideólogo por Fascismo. …” Mussolini da a entender que el movimiento político que él lidera en principio carece de una base doctrinal, más bien es fruto de las circunstancias que experimenta Italia en esa época, motivada por la acción y la fuerza de individuos con un liderazgo reconocido, y que coinciden en un propósito común. Según sus propias palabras, se trata de un movimiento activo que a medida que se va desarrollando y tomando forma da como resultado una base ideológica definida. El primer elemento que recoge a su favor es el descontento popular surgido a fines de la primera guerra y que se manifiesta por medio de huelgas, descargándolo contra sus adversarios políticos, haciendo de la violencia urbana, la propaganda gráfica y la vía electoral, los mecanismos de acción. Es así que su organización se pone inmediatamente en la vereda opuesta de los partidos de masas de orientación marxista.
En resumidas cuentas, el Fascismo en sus orígenes no tiene un modelo teórico que lo oriente, es más bien el resultado de un estado de ánimo en donde los italianos, principalmente los jóvenes, se adhieren a una causa patriótica como solución ante la crisis política que sacude al país. Solo con la creación del Partido Nacional Fascista, existe una preocupación por lanzar y difundir un programa concreto y mejor estructurado para ponerlo en marcha.
Claro está indicar que no es suficiente apelar al sentimentalismo o al descontento para alcanzar los objetivos: es necesario emplear otros mecanismos para cautivar a las masas descontentas y generar en ellas unas expectativas que solo el movimiento puede cumplir; y es la aparición de un liderazgo carismático, que genere confianza a través de la acción y la demagogia, y que esté al servicio de un proyecto personal inclusivo para todos quienes se identifiquen con él, y le brinden su apoyo incondicional a tal grado de seguirle en su afán de levantar a la nación hacia un objetivo: ) realizando esta obra dura, paciente, de líneas ciclópeas, inauguraremos verdaderamente, un período grandioso de la historia italiana.
Otro aspecto a destacar es el carácter disciplinario de sus principios. Esta idea está marcada a fuego entre sus adherentes, y es posible para ello citar el Reglamento de disciplina de la milicia fascista: “Artículo 1: el Partido Fascista es siempre una milicia” dirigida por el líder del partido y al servicio de la patria y de los intereses del partido. Para ello es indispensable la eliminación de toda clase de autonomismo que pueda generar disidencia o cuestionamiento a la autoridad; y por consecuencia, amenace los postulados del Fascismo.
La idea de disciplina no se circunscribe solamente a la milicia o “camisas negras” sino que a todo adherente al sistema que se ha instaurado. Es indispensable también ejercer el control de las bases sindicales, en donde se genera una férrea lucha contra los partidos de izquierda en donde han hecho de los sindicatos su nicho de acción. Es casi natural decir que la importancia del control sindical Mussolini lo aprendió de sus años de militancia en el Partido Socialista, con el propósito no de boicotear los medios de producción con miras a provocar la lucha de clases, sino de colaborar con el estado y los propietarios de los sectores productivos para reconstruir la economía de Italia. En consecuencia, existe una misión integradora de los trabajadores como elemento fundamental en el logro de los objetivos del fascismo.
Con esa idea en mente, organiza al estado otorgando participación directa a las diferentes organizaciones y grupos representativos de los medios de producción en materias políticas, establecimiento un modelo de Estado Corporativo, naturalmente controlado y sometido al Partido Fascista, el cual ha eliminado toda oposición política del control de estas organizaciones, en donde los medios de producción, aun los que son administrados por privados, estén completamente al servicio del estado, otorgando trabajo, desarrollando tecnología para mejorar la productividad en todos los sectores de la economía del país, que generen riqueza y esta pueda distribuirse entre toda la población, llevándose a cabo una serie de inversiones para mejorar la educación, formando profesionales y técnicos capacitados; en fin, otorgar todo aquello que la población pueda gozar y que sientan que son el aporte de un líder que trabaja como ellos y para ellos.
En este universo, el individuo es una pieza fundamental dentro de un engranaje hecho para que esté al servicio de un bien común dirigido desde lo alto, sin presiones ni coerciones visibles, sino a través de seductoras ideas promovidas por la propaganda que exaltan las virtudes del modelo basado en el orgullo nacionalista y su historia, y empleando instrumentos efectivos tales como la literatura, la arquitectura y la música; buscando imitar la grandeza de la era romana y renacentista de la cual se sienten legítimos herederos. Este sentido de pertenecer a una comunidad y ponerse al servicio de ella, con un liderazgo omnipotente, un programa ideológico establecido y dirigido a las masas, ejercer el control sobre ellas y todos los medios de producción, mirar al futuro con optimismo a razón de los logros del presente, sustenta y consolida un régimen que marcó una época.
Escritor: Elías Basualto Cuevas