El género fantástico

 En la literatura los géneros discursivos y literarios se superponen y están en pugna constantemente. No obstante, podemos establecer algunos rasgos más o menos estables de los géneros literarios que permiten proponer un esquema (o más bien, una lista o una base para improvisar y comenzar a analizar las obras) en el que luego se podrá observar cómo lo utiliza (o cómo lo destruye) cada texto en particular.

En el caso del género fantástico, se observa la paradoja de superposición que se da generalmente en la literatura pero a un nivel “micro” o particular. Esto es así porque el fantástico queda tensado entre el género maravilloso y el “realista”1 (es también por este motivo que muchos autores definen al fantástico comparativamente con estos otros dos géneros). 2
Pero, ¿cómo funciona está tensión y cómo permite aclarar la definición o la clave del género fantástico? Esto es sencillo en una primera instancia: mientras el género maravilloso presenta un mundo en el que los elementos no corresponden a un mundo natural – o sea, son “sobrenaturales” – (por ejemplo, fílmicamente Shrek presenta un mundo donde hay dragones, ogros, brujas, etc.) y el género realista presenta elementos que sí corresponden a un mundo natural (un ejemplo fílmico podría ser Billy Elliot), el fantástico se caracteriza por presentar un mundo paralelo al del lector (es decir “natural” y aquí se asemeja a lo “realista”) en el que se introduce aquel elemento que es sobrenatural produciendo en el lector una problemática irresoluble. Es decir: ¿cómo se explica ese elemento? ¿Con qué reglas lo resolvemos: las del mundo natural o las del mundo sobrenatural?
Entonces, a partir de esta comparación entre géneros se puede considerar que lo constitutivo del fantástico es estar en tensión. A partir de allí las opciones serán ilimitadas y se podrá observar que prácticamente habrá tantos tipos de géneros fantásticos como cantidad de autores.

A partir de este primer acercamiento a lo fantástico, simplemente queda detectar esa tensión o tensiones en la obra (es decir, detectar lo sobrenatural en el contexto natural) y a partir de allí relacionarla con los demás elementos que entran en juego con aquel texto (es decir: narración, narrador, personajes, espacio, tiempo, etc.).
Se expondrá a continuación una propuesta (entre muchas posibles) del análisis de un cuento fantástico.
“El almohadón de plumas” de Horacio Quiroga
1 Véase T. Todorov Introducción a la literatura fantástica y R. Jackson Fantasy. Literatura y subversión.
2 El término “realismo” se utiliza entre comillas ya que se usa en un sentido muy general. Esto es así porque afortunadamente está en debate y discusión por muchas teorías.
En el cuento de Quiroga la tensión fantasía/realidad se da en la causa de la enfermedad de la mujer. Esto se observa en la resolución del cuento, es decir, al nivel de la narración y el narrador. Los últimos párrafos del relato plantean las dos posibilidades del género. Por un lado, narrado en tercera persona pero desde la perspectiva de Jordán (el esposo de la difunta) se observa cuando se descubre a aquel ser que le succionaba sangre a su mujer por las noches: “Sobre el fondo, entre las plumas, moviendo lentamente las patas velludas, había un animal monstruoso, una bola viviente y viscosa. Estaba tan hinchado que apenas se le pronunciaba la boca.”. Aquí tenemos una definición sobrenatural y monstruosa de esa entidad. A su vez, anteriormente, desde la perspectiva de la enferma, también se describe una monstruosidad, pero anclada desde la mirada de una persona que alucina (aunque nuevamente narrado en tercera, como todo el relato):
Pronto Alicia comenzó a tener alucinaciones, confusas y flotantes al principio, y que descendieron luego a ras del suelo. La joven, con los ojos desmesuradamente abiertos, no hacía sino mirar la alfombra a uno y otro lado del respaldo de la cama. Una noche se quedó de repente mirando fijamente. Al rato abrió la boca para gritar, y sus narices y labios se perlaron de sudor. […] Entre sus alucinaciones más porfiadas, hubo un antropoide, apoyado en la alfombra sobre los dedos, que tenía fijos en ella los ojos.

Aquí se agrega cierta vacilación ya que si bien la mujer ve una “monstruosidad”, esta observación queda anclada en la perspectiva de un sujeto enfermo (¿loco?): poco confiable. Sin embargo no se lo puede descartar del todo si confrontamos esta descripción con la que se encuentra anclada en Jordán.

Por otro lado, opuesto a esta mirada más fantasiosa, el relato cierra con la narración en tercera pero completamente alejada de la mirada de los personajes. Es un omnisciente enciclopédico e intenta proponer en el cuento una contracara a lo sobrenatural: una explicación positivista, de manual, sobre aquel monstruo: “Estos parásitos de las aves, diminutos en el medio habitual, llegan a adquirir en ciertas condiciones proporciones enormes. La sangre humana parece serles particularmente favorable, y no es raro hallarlos en los almohadones de pluma.”
En resumen, el cuento no se resuelve y propone las dos explicaciones al hecho sobrenatural, una más fantasiosa (“un monstruo le succionó la sangre a mi mujer”) y una más científica (“es el parásito de un ave que se comporta de esa manera en determinados casos”).

Queda a cargo del lector la resolución. En resumen se puede también agregar a la primera idea de tensión una segunda característica fundamental del género: la gran participación activa del receptor del texto (el lector) en este tipo de relatos produciendo múltiples lecturas e interpretaciones.

Escritor: ELIANA GALANDA