Es posible admitir que, a partir del siglo XX, el abordaje cognoscitivo de la realidad ha cambiado, entre otras cosas, debido a la importancia que ha tomado el lenguaje luego del giro lingüístico.
Ahora bien, ¿en qué consiste dicho giro lingüístico? A esto responde Carlos Rojas afirmando que es un fenómeno ruptural, el cual se han acuñado diversas filosofías contemporáneas (67). En efecto, el giro lingüístico rompe con la tradición filosófica, para la cual el lenguaje es la exteriorización del pensamiento. Así, este último posee la primacía sobre aquél, que “no es sino el revestimiento externo de la idea” (Id. 68). Esta es, básicamente, la tradición platónico-aristotélica acerca del lenguaje, la cual se conservó casi intacta hasta la Modernidad. A partir de la época del Romanticismo, y en adelante, habrá varias rupturas frente a la concepción del lenguaje, a saber: el giro semiótico, el giro lingüístico como tal y el giro hermenéutico.
Peirce es denominado responsable del giro semiótico. Su teoría del signo afirma que éste es un representamen, es decir, “una cosa que está en lugar de otra para alguien, en algún sentido o capacidad” (Peirce ctd en Linares 4). Dicho signo obliga a dividir los objetos de la realidad en dos: el objeto dinámico o mediato, el cual es “exterior al signo” (Id. 5) y el inmediato, el objeto tal y como el signo lo representa. Ahora bien, dado que los objetos mediatos sólo pueden ser conocidos por el ser humano como objetos inmediatos, la realidad está envuelta por el lenguaje, visto como sistema de signos.
De este modo, todo conocimiento de la realidad está mediatizado por el lenguaje y no más que por la triada: signo o representamen, objeto e interpretante, en la cual el primero suscita el tercero y, a su vez, éste se convierte en aquél y así hasta el infinito, produciendo un enriquecimiento del lenguaje y, por ende, del conocimiento, teniendo en cuenta que dicho conocimiento es concebido de manera diferente a la tradicional, esto por el argumento expuesto un poco más arriba.
Podría decirse que con Humboldt se instaura un incipiente giro lingüístico. Para él “la palabra se refiere al concepto, pero al concepto tal y como ha sido constituido por la palabra, es decir, dentro de una lengua determinada” (Rojas 79), la cual expresa una forma de entender el mundo. Lo que se sigue de esto es una pluralidad de relaciones entre el concepto y la cosa, dependiendo éstas de la visión de mundo en que sean expresadas: “esto significa que no queda asegurada la universalidad cognoscitiva, puesto que el concepto que el entendimiento posee es el que le proporciona la lengua, una lengua determinada, la lengua del hablante. Y de esa manera no hay universalidad de referencia a la cosa; cada lengua organiza el mundo desde sí misma” (Ibid.).
La teoría de Saussure está encaminada por los mismos senderos de Humboldt. Luego de aseverar en su Curso de lingüística general que el signo lingüístico lo es de la imagen que la cosa deja grabada en la mente y no de la cosa (91), afirma que dicho signo es arbitrario, es decir, no hay relación natural entre la secuencia de letras que conforman el signo lingüístico y el significado, sino que una convención social dada dentro de una institución es la que proporciona esta unión (94). Con esto, Saussure reconoce la íntima relación entre lenguaje, como conjunto de la lengua y el habla, y sociedad, como institución de seres humanos que construyen un sistema de signos.
En el caso de Wittgenstein, su preocupación por la naturaleza de la lógica lo lleva, al igual que a Saussure, a hacer un riguroso análisis del lenguaje. Así pues, toda proposición se compone de proposiciones simples, conformadas a su vez por nombres. La verdad de una proposición está determinada por su correspondencia o no a un hecho, el cual está compuesto por estados de cosas.
Teniendo en cuenta lo anterior (afirmado en el Tractatus), se estaría evitando sobrepasar los límites del lenguaje, los cuales se ciñen a los hechos experimentables: “La principal idea [de Wittgenstein] fue que podemos ver más que lo que podemos decir” (Pears ctd en Rorty 226).
El Wittgenstein de las Investigaciones Filosóficas constata la inextricable relación del lenguaje con la vida del ser humano (Flórez 4), a partir de los “juegos de lenguaje”. Estos designan incontables contextos o situaciones, reales o inventadas, determinados por las actividades “en que los hombres se involucran mediante el lenguaje” (Id. 5). La identificación entre lenguaje y vida queda corroborada por la expresión del filósofo austriaco: “imaginar un lenguaje significa imaginar una forma de vida” (Investigaciones Filosóficas 19). La consecuencia de ver el lenguaje como incontables juegos de lenguaje hace que quien lo estudie deba volver la mirada, como en Humboldt, a cada cultura.
Ya desde Nietzsche es posible hablar de un giro hermenéutico, en cuanto que para él “no hay hechos sino interpretaciones, interpretaciones de hechos” (Rojas 71). No obstante, en Heidegger se encuentra el giro hermenéutico decisivo, dado que él “entiende que el comprender no es primariamente una operación textual o un modo de conocimiento de las ciencias humanas, sino que el comprender es un modo de ser del existente humano” (Id. 73). Efectivamente, el ser humano no es, en primer lugar, un sujeto trascendental, como se consideró en la Modernidad, sino ser-en-el-mundo, el cual está abierto al mundo mediante a disposición afectiva y el comprender. Este último existenciario “lleva consigo la posibilidad de la interpretación, es decir, de la apropiación de lo comprendido” (Ser y Tiempo 34). El mundo es, de este modo, una red de significaciones y el conocimiento “se da sobre el trasfondo de esta red de significaciones que el ser humano desarrolla en su mundo” (Rojas 72).
BIBLIOGRAFÍA
Flórez, Alfonso. “La filosofía según Wittgenstein”. Pontificia Universidad Javeriana. Mar. 2001.
Heidegger, Martin. Ser y Tiempo. Trad. Jorge Eduardo Rivera. 04 ene. 2014. https://skydrive.live.com/view.aspx?cid=440349EFADA5DE2B&resid=440349EFADA5DE2B%21669&app=WordPdf&wdo=1
Linares, Paloma. “Peirce y la teoría de los signos”. Universidad de Zaragoza. 04 ene. 2014. http://unizar.es/arenas/Paloma_Atencia_Peirce_y_la_Teoria_de_los_Signos.PDF
Rojas, Carlos. Genealogía del giro lingüístico. Medellín: Universidad de Antioquia, 2006.
Rorty, Richard. “Wittgenstein, Heidegger y la hipostaciación del lenguaje”. Nombres. 2.2 (1992): 219-242
Saussure, Ferdinand. Curso de lingüística general. Buenos Aires: Losada S.A., 1945
Autor: Gabriel Jaime Arango Restrepo