El plusvalor

El plusvalor se muestra como un proceso dinámico que tiene lugar en la producción y el intercambio, razón por la cual hay que estudiarlo, como lo hace Marx, desde el momento en que el dinero se convierte en capital y la producción que se genera a partir de él.
En la forma más simple de intercambio se trueca una mercancía por otra y sus valores equivalentes se expresan en una tercera que sirve de mercancía dineraria, como término medio del mismo. Marx representa esta relación en la fórmula M-D-M, en donde el productor vende su mercancía (M) recibiendo una cantidad de dinero equivalente (D), con el fin de comprar otra que no produce (M). Tal operación tiene sentido en la medida en que se cambian mercancías cualitativamente distintas, se efectúa teniendo como principal objetivo su valor de uso. La otra forma de intercambio es aquella que tiene en cuenta solo el valor de las mercancías expresado en el dinero. Esta segunda forma es la primera manifestación del dinero como capital.

En la segunda forma se invierten los términos de la primera, su formula se expresa: D-M-D, en donde el poseedor de dinero (D) compra una mercancía (M) que sirve de término medio para convertirlo de nuevo en dinero (D). Pero como los dos objetos son iguales, el fin del intercambio es la adquisición de mayor cantidad del mismo, pues no tendría sentido cambiar, v. gr., dos libras de arroz por otras dos libras de arroz. Los términos del intercambio devienen, entonces, D-M-D` con miras al incremento cuantitativo del segundo, esto es, su la valorización.

Pero en este proceso se advierten dos dificultades: 1) el carácter equivalente del intercambio, es decir, el hecho de que el dinero va a expresar siempre cuantitativamente lo mismo por ser el simple representante del valor. En este sentido, tiene que expresar una misma cantidad de trabajo humano objetivado sin importar sus fluctuaciones. 2) el hecho de que el valor general que se intercambia es el mismo antes y después de que se realiza, aunque su distribución pueda ser otra. Por tanto, a esto subyace una contradicción, pues aunque en el intercambio no puede generarse plusvalor, únicamente en él y para él puede y tiene que generarse.
Al respecto afirma Marx: “El plusvalor es en general valor por encima del equivalente. Equivalente, por definición, es tan sólo la identidad del valor consigo mismo. De ese equivalente, por ende, nunca puede dimanar la plusvalía, tampoco, pues, originariamente de la circulación; debe surgir del proceso de producción del capital mismo” .

El autor resuelve la aporía con base en el análisis de la primera parte de la formula, D-M, en donde quien posee el capital debe encontrar una mercancía que produzca valor, “una mercancía cuyo valor de uso poseyera la peculiar propiedad de ser fuente de valor” . Tal mercancía es la fuerza de trabajo, que tiene que ser vendida por aquel que no posee medios de producción y cuya carencia le impide vender mercancías diferentes a su propio trabajo. El valor de dicha fuerza se determina como la cantidad de tiempo de trabajo requerido para su producción vital. Este valor constituye su “ingreso medio diario”, así se pague en plazos más prolongados.

El valor del trabajo se determina como una porción de la jornada laboral en la cual se objetiva el tiempo de trabajo necesario para su subsistencia. El precio que el capitalista paga por la mercancía trabajo es el equivalente a ese tiempo necesario: compra fuerza de trabajo viva, que explota en cuanto valor de, por el valor mínimo de dicha fuerza. En otras palabras, compra el valor de uso del trabajo con una porción del producto del mismo. En esta misma medida, del proceso diario de trabajo el trabajador recibe tan solo una fracción que corresponde a sus sustento como trabajador , siendo el resto de tiempo un plustrabajo, o trabajo excedente, que es el que produce el plusvalor o valor excedente que hace posible la valorización de la primera suma de dinero (D) en la segunda (D`).

Como resultado de lo anterior, el plusvalor puede definirse como la cantidad de valor que produce el trabajo que excede al tiempo de trabajo necesario para la reproducción de las condiciones de vida mínimas del trabajador, con relación al tiempo total de su producción diaria. De esta diferencia se apropia el capitalista en calidad de propietario del valor de uso de dicha fuerza. Por consiguiente, a la base de la lógica capitalista se encuentra la relación fundamental de la explotación del trabajo como parte indispensable de la reproducción del sistema, por cuanto la finalidad de la producción de valores de uso se subordina a la pura creación y capitalización de valor: “La producción capitalista no sólo es producción de mercancías; es, en esencia, producción de plusvalor. El obrero no produce para sí, sino para el capital. Por tanto, ya no basta con que produzca en general. Tiene que producir plusvalor” .

El plusvalor tiene que ver, pues, con la capacidad para explotar el trabajo vivo. Esto puede realizarse de dos maneras, como plusvalor absoluto o relativo. El primero tiene que ver con la posibilidad de extracción de mayores excedentes a partir de la prolongación de la jornada laboral; el segundo es la reducción, dentro de la jornada laboral, del tiempo necesario para la reproducción de la fuerza de trabajo. En ambos casos se busca la posibilidad de aumentar las tasas de ganancia, ya sea con el aumento del tiempo de trabajo, con aumento mínimo o nulo del salario, o con el aumento de la productividad gracias a los avances técnicos y científicos (que en sí mismos no son ajenos a las necesidades del capital).

Por: Diego Alfonso Landinez Guio