El proceso de civilización de la sociedad occidental

En su trabajo El Proceso de la Civilización, Norbert Elias desarrolló un estudio con el cual pretendió dilucidar las transformaciones por medio de las cuales la sociedad occidental alcanzó su actual nivel de ‘evolución’. En este proceso de transformaciones, Elias identificó 3 dinámicas como motores primordiales del desarrollo civilizatorio: 1) el crecimiento de la especialización funcional del trabajo; 2) el aumento de las interdependencias entre individuos; y 3) el surgimiento de monopolios estables de violencia.

En el estudio se analizaron algunos procesos que permitieron fundamentar las causas de los fuertes cambios civilizatorios -producidos en su mayoría en la baja Edad Media y el Renacimiento-, especialmente los que condujeron al aumento de mayores niveles de autocontrol individual. En este proceso de cambios las restricciones sociales externas que se encargan de controlar los impulsos afectivos, expresiones e interacciones humanas se van interiorizando y transformando paulatinamente en autocoacciones individuales internas tan fuertes que siguen operando incluso ante la ausencia de un ente regulador, introduciendo cambios en las costumbres y el comportamiento humano, tan arraigados en la cultura que empiezan a ser naturalizados.

Según Elias, estas regulaciones del comportamiento cumplen simultáneamente la función de instrumentos de prestigio y dominación (Elias, 1997; 516-517). Un buen ejemplo lo podemos encontrar en las dinámicas de colonialismo generadas con la expansión de las potencias europeas en los siglos XV y XVI, en las cuales bajo la consigna de “llevar la civilización a los pueblos bárbaros”, las potencias europeas irrumpieron violentamente en los nuevos territorios arrasando y desmontando los sistemas culturales autóctonos para luego imponer su propio sistema con el fin no sólo de dominar, sino también de introducir los nuevos pueblos conquistados al entramado europeo de producción. De esta forma, el aparato del colonialismo trascendía de la mera violencia propia de las primeras etapas de conquista, a la introducción forzada de costumbres y comportamientos que con el tiempo serían absorbidas y asimiladas como propias por los pueblos dominados.

Como instrumento de prestigio, las regulaciones del comportamiento funcionan en la forma de mecanismos de separación y segregación social. Dichas regulaciones se arraigan y toman fuerza como actitudes normales y necesarias del hombre, pasando así a formar parte del ‘pensamiento racional’ y de la ‘conciencia moral’ transformándose en mecanismos totalmente interiorizados e independientes, (Elias, 1997; 40-41) autocoacciones a tal grado interiorizadas que funcionan aún ante la inexistencia de coerción externa o entes vigilantes, e incluso ante la ausencia de otras personas.

Es justamente sobre el proceso histórico del surgimiento y desarrollo de las autocoacciones de lo que se ocupa Norbert Elias en su texto El Proceso de la Civilización. Este desarrollo histórico es un proceso complejo en el cual intervienen gran cantidad de factores cuyos avances y transformaciones generan a su vez el surgimiento de nuevos procesos a modo de una cadena de causas y efectos. Según Elias, la época más dinámica del surgimiento de autocoacciones y refinamiento del trato social se dio durante el apogeo de las cortes europeas, en las que el constante interés por diferenciarse y descollar para ganar los favores de los poderosos generó tal nivel de competencia -a lo cual hay que agregar el progresivo ascenso de clases emergentes como la burguesía-, que hizo que fuera cada vez más importante lograr formas de distinción y prestigio que permitieran la identificación de una clase como superior a la otra. Con el advenimiento de la Edad Moderna el impulso renovador se detuvo, la Revolución Francesa consolidó a la burguesía como la clase dominante de la sociedad, y con ella llegaron nuevas formas de prestigio como la profesión y el dinero. (Elias, 1997; 510).

Como se dijo antes, Elias inició su estudio en la baja Edad Media, en la cual reconoció uno de los primeros procesos que dio inicio a toda la cadena de desarrollo civilizatorio: la pacificación de la sociedad. El autor reconoció el surgimiento de un instinto de control de los impulsos y emociones en el hecho de que los guerreros empezaran a optar por otras formas de expresar la ira y solucionar sus conflictos sin tener que recurrir a la espada. Aunque en sus inicios las restricciones a la violencia fueron obviamente impuestas a través de coacciones externas, es decir, de fuerzas reguladoras como el Estado, dichas restricciones fueron asimiladas e interiorizadas generando el aumento de la sensibilidad ante cualquier acción que condujera o recordara un hecho violento. Es aquí donde entra el mecanismo de autocoacción transformando dichas acciones violentas en acciones desagradables. De esta manera, por ejemplo, será mal visto el descuartizamiento de animales sobre la mesa y en la presencia de los comensales, como también el uso de cuchillos de casa a la hora de comer.

No fue gratuito que dichas restricciones iniciaran en los círculos más altos de la sociedad cortesana, pues eran precisamente estos quienes consideraban la sensibilidad como un valor de prestigio y diferenciación (Elias, 1997; 505). Irían surgiendo entonces nuevas formas de expresión de la ira en las que se impondrían mayores controles emocionales.

Igualmente importante fue la división funcional del trabajo, este proceso elevó el nivel de vida de los individuos así como la especialización laboral, lo que generó la prolongación de las cadenas de interdependencia entre los individuos, permitiendo que se produjera una mayor igualdad entre las clases sociales, en tanto los clases ricas dependían de las pobres para la consecución de productos. Es gracias a estas cadenas de interdependencia, y al deterioro de la aristocracia debido a su incapacidad de adaptarse a los nuevos modos sociales y de producción, que se fue consolidando la burguesía como nueva clase social dominante.

El progreso social de la burguesía se fue convirtiendo en motivo de miedo social por parte de la sociedad aristocrático-cortesana, lo que los impulsó a mantener una constante vigilancia de sus métodos de diferenciación y exclusión social, y el desarrollo de nuevas técnicas ante la imitación de los antiguos métodos por parte de las clases bajas, es decir, el refinamiento de las costumbres aristocrático-cortesanas como valor de distinción. (Elias, 1997; 509) Directamente relacionada con los 3 procesos anteriores se produjo el surgimiento de monopolios estables de violencia física y fiscal, esto es, instituciones encargadas de controlar la utilización de la fuerza física como instrumento de represión, así como las herramientas propias de la economía para el caso fiscal, completando así el sistema encargado de controlar y modelar los impulsos y comportamientos de la sociedad.

Escritor: Daniel Arango