Enseñar Filosofía en la Escuela desde un enfoque por Competencias, ¿es posible?

Con un especial interés por los acontecimientos ocurridos últimamente en las instituciones educativas de enseñanza básica y media, a propósito de los cambios realizados en las Pruebas Saber del ICFES, en lo que se refiere al imaginario de “desaparición” de la filosofía en la evaluación, surgen de nuevo inquietudes que al parecer estaban “solucionadas” por la presencia de los documentos oficiales del Ministerio de Educación Nacional (MEN), como lo son los lineamientos, estándares curriculares y las orientaciones pedagógicas de todas las asignaturas, al establecer los contenidos, los enfoques disciplinares y las formas en las cuales las instituciones iban a ser evaluadas.

De ahí, que se genere al interior de las instituciones no solo la necesidad cambiar los planes de estudio, sino la justificación de la presencia de la filosofía en el currículo escolar (y por su puesto de los maestros de filosofía, en la institución), adicional, la manera en cómo ésta debe ser enseñada, y por supuesto, la forma en que debe adecuarse, al nuevo enfoque de enseñanza y de evaluación por competencias del MEN.

Quiero presentar algunas preguntas, no porque antes no se hayan hecho, ni tampoco para responderlas, sólo que considero que sin éstas (no quiere decir que sean las únicas) no sería posible empezar una reflexión acerca situación actual de la enseñanza de la filosofía en la escuela. La pregunta inicial es: ¿es posible enseñar filosofía? Ampliándola un poco, la pregunta sería: ¿es posible enseñar filosofía en la escuela?, suponiendo que la respuesta es sí para las dos preguntas, surge otra inquietud que se teje alrededor de la justificación de la presencia de la filosofía en la escuela: ¿para qué enseñar filosofía?

Así mismo, las preguntas sobre los contenidos y las formas: ¿qué debe enseñarse? y ¿cómo se debe enseñar filosofía? partiendo de la idea de que entre la filosofía y la enseñanza de la filosofía, no hay distinción, ya que no es posible enseñar filosofía sin filosofar, estas preguntas nos acercan a la comprensión didáctica que se debe tener de la filosofía en el contexto escolar.

Con la orientación del MEN, de proponer los planes de estudios de las instituciones educativas desde un enfoque por competencias, tendencia a nivel mundial que implica la evolución de los sistemas educativos, existen unas profundas consecuencias sobre las prácticas pedagógicas en el aula y por supuesto, sobre la manera de evaluar a los estudiantes. Dicha transformación, implica entre otras cosas, incorporar en la práctica de aula el desarrollo de habilidades cognitivas, con el objeto de cerrar la brecha entre los saberes disciplinares de la praxis y la acción social.

La enseñanza de la filosofía en la educación media, no puede sino comprenderse desde la idea de una asignatura, que permite una sabiduría práctica, el conocimiento de algunos autores, sus obras y las preguntas clásicas que el hombre se ha formulado a través de la historia, con el fin de alcanzar un momento reflexivo dentro de la educación filosófica, pensada específicamente, como una preparación para la vida. No obstante, la filosofía en cuanto asignatura, obtiene por la gran autonomía del maestro, matices personales a la hora de seleccionar los contenidos, y más aún, la afecta la concepción que tenga el maestro de ella, tanto en su enseñanza como en la manera en cómo ésta es evaluada.

Así, la comprensión didáctica que tenga el maestro de la filosofía, permitirá desarrollar en el estudiante, habilidades o competencias que les permitan:

  1. Pensar por sí mismos
  2. Ser intelectualmente autónomos
  3. Ser reflexivos sobre las cuestiones planteadas
  4. Asumir su propio pensamiento
  5. Ser conscientes de la condición humana.

De acuerdo con esto, todas las actividades de enseñanza y aprendizaje que promuevan el desarrollo de competencias particulares de la filosofía (crítica, dialógica y creativa), o desarrollar una competencia filosófica, si el término se permite, deben estar orientadas a la formación última de los jóvenes en la escuela. Esto facilitará el desarrollo de un espíritu crítico, adquirir compromisos morales, políticos, sociales, religiosos, entre otros, ya que al tomar parte en el desarrollo de las competencias intelectuales o cognitivas, los saberes escolares adquieren significación.

En este sentido el MEN, propone una serie de estrategias específicas que le permiten tanto al docente como al estudiante, acercarse a lo que se podría llamar un pensamiento o reflexión filosófica. Si los procesos de pensamiento propios de la enseñanza de la filosofía, que están relacionados con el planteamiento de problemas, desarrollo de conceptualización y argumentación filosófica, no se evalúan en el campo de la filosofía carecerán de sentido. Es decir, todas las actividades o planteamientos en cuanto a los contenidos que se van a abordar en el aula, deben propiciar una situación de enseñanza y aprendizaje con su respectiva evaluación en términos de las operaciones cognitivas que se realicen en ellas.

Así, no es simplemente definir qué debe saber un estudiante (los conocimientos), sino como son comprendidos de tal forma que les permitan hacer uso de ellos en una tarea precisa. Podría afirmarse que lo que se busca es una movilización cognitiva, que permita asimilar un conocimiento, recordarlo de manera comprensiva, no sólo memorística (mecánica) y aplicarlo en una tarea o problema específico. Superar la tradicional clase magistral que en el contexto de la educación media, produce un efecto contrario al esperado: desinterés, poco aprendizaje y bajo desarrollo cognitivo.

En conclusión, es necesario llevar a cabo una comprensión de la enseñanza de la filosofía en contextos de educación media, de tal manera que el planteamiento de los planes de estudio, los procesos de enseñanza y aprendizaje y evaluación respondan a un análisis del desarrollo de competencias específicas en filosofía.

Si aceptamos entonces, que sí es posible llevar a cabo una enseñanza de la filosofía o del filosofar desde un enfoque por competencias, en dónde existe un acento importante en el desarrollo de habilidades cognitivas propias de la filosofía, entonces, se puede afirmar que para el estudiante, esto implicaría:

  1. La apropiación de los contenidos filosóficos
  2. Desarrollo de habilidades de problematización contextualizada
  3. Argumentación filosófica
  4. Apropiación de los ejercicios específicos de la filosofía
  5. Desarrollo de una actitud filosófica de su pensamiento, su contexto e historia, en general de la vida.

Por todo lo anterior, la idea de la enseñanza de la filosofía en instituciones de educación media, debe superar la lógica transmisioncita del saber, valorando más la actitud del aprendizaje que se moviliza a través de las habilidades desarrolladas, más que de  los contenidos abordados o de la ejecución de tareas lejanas de su realidad cotidiana. Esto no quiere decir, que se pierda rigurosidad, a lo que invita es a una transformación de las prácticas pedagógicas y de las comprensiones didácticas de la filosofía y de su enseñanza en el cumplimento de las disposiciones de ley.

Autor:

Olga Patricia López López

Universidad del Valle

Bibliografía.

  • Gaitan, Carlos; López, Antonio; Quintero, Marieta; & Salazr, Wiliam. (2010). Orientaciones Pedagógicas para la Enseñanza de la Filosofía en la Educación Media. Bogotá: Ministerio de Educación Nacional. Documento No 14. Pp 28-29.
  • Documento No. 14 Orientaciones Pedagógicas para la Filosofía en la Educación Media
  • Tozzi, Michel. La didactique de l!apprentissage du philosopher. Versión traducida.