INTRODUCCIÓN

Generalmente, no es fácil hablar de Educación o, en otras palabras, Educar; muchas veces hasta a nosotros mismos, como agentes vinculados a la misma nos cuesta definirlas y más caracterizarla. Podríamos partir con algo sencillo, señalando que ambas corresponden al “arte de enseñar” (como lo hemos escuchado de más de un docente), pero eso nos queda quizás, demasiado general, para la concreción que necesitamos en nuestro quehacer cotidiano.

De acuerdo con lo anterior, podríamos tomar la definición de Meirieu: «Educar es, precisamente, promover lo humano y construir humanidad…” ; a partir de ello, podemos señalar que la Educación es una ciencia social, humana, que busca potenciar al hombre desde su visión interna, pero también desde una base netamente social (lo que implica, a su vez, considerar al hombre como un sujeto social). En este devenir, la Educación combina su accionar con otras disciplinas, como por ejemplo, la filosofía.

Lo anterior, permite el nacimiento de la Filosofía de la Educación, principal motivación que nos lleva a la realización de este trabajo; partamos definiéndola entonces como: “un pensamiento pluridisciplinario sobre la educación integrando, religión, filosofía, historia, sociología, sicoanálisis, psicología y pedagogía lo que impone una reflexión filosófica abarcando la totalidad de aquellas miradas y disciplinas” . En relación con ello, señalaremos que su utilización es fundamental, ya que nos permite observar y analizar la Educación desde un punto de vista muy integral, amplio, asunto necesario considerando la complejidad de lo que estudiamos: al hombre.

En este sentido, el trabajo que hoy presentamos parte de la base de comprender y explicar tanto la corriente existencialista, como su repercusión en el pensamiento de Edgar Morín y como ambos se vinculan en la noción de Sujeto, discutiendo también su impacto en el sistema educacional.Para ello, describiremos primeramente el pensamiento existencialista, el pensamiento de Morín, y como ambos se vinculan con las filosofías emergentes. Por último, analizaremos el impacto de estas tres vertientes en la Educación, en su concepción y trabajo de la noción de sujeto. Por lo mismo, esperamos que se convierta en un documento de análisis, no sólo para los futuros docentes sino también quienes llevan años formando nuevas generaciones.Esperamos, entonces, que el siguiente trabajo sea de su entera satisfacción.

DESARROLLO

Para poder desarrollar a fondo la temática antes planteada, es preciso comprender que la Educación puede y debe ser abordada desde el punto de vista de la Filosofía; en otras palabras, es necesario concebir tanto las motivaciones de la Educación, como las características sociales que motivan su aplicación. En este sentido, cabe preguntarnos qué o quién es el sujeto y qué características posee.De acuerdo con ello, el Existencialismo postula que el hombre se va formando como sujeto social en la medida de su propia experiencia, de sus vivencias (que a su vez se relacionan con su cultura, valores, etc).

Es así como dentro de las características de este movimiento, encontramos primeramente que considera al ser humano como creador del significado de su propia vida; en otras palabras, la temporalidad de su vida consiste en su existencia concreta, y no a nivel abstracto como sí suponen otras teorías. En definitiva, los existencialistas suponen que cada persona es una integridad libre, suponiendo esto también su esencia.

Otros aspectos importantes de esta corriente filosófica serían: 1º su negación de Dios, partiendo de la base de que el hombre, al no tener esencia, ya que se va formando dentro de su devenir como ser humano, por lo tanto la existencia antecede a la esencia; 2º El hombre es una realidad subjetiva, ya que lo que busca es su propia realización, y en dicho camino va trazando sus planes y/o proyectos, es decir, no existe una idea preconcebida; 3º “Nuestra acción compromete a la humanidad entera” , lo que quiere decir que nuestras acciones no sólo son importantes para nosotros a nivel personal, sino también para el conjunto de seres que conviven con nosotros; 4º La existencia nos genera angustia, desamparo y desesperación, ello tanto por la responsabilidad que llevan nuestras elecciones, como también por la soledad y/o desamparo que éstas nos generan; 5º su dinamismo, ya que como especificamos antes, su accionar va de la mano con el recorrido mismo del devenir humano, partiendo de la base que la acción misma es considerado lo real.

En suma, el Existencialismo establece a un sujeto activo, que se construye a lo largo del tiempo, lo que constituye una acción activa, empapada no sólo de cultura, sino también de valores. El Sujeto, de esta forma, se define como un constructo activo, que no tiene una esencia predefinida, sino que va transformándose en su trayectoria histórica, de acuerdo con su libertad, valores, costumbres, tradiciones, etc.

Las ideas anteriores se ven reflejadas en los dos exponentes máximos de esta corriente: Albert Camus y Jean Paul Sartre. De este último, podemos señalar que el ser humano está «condenado a ser libre», es decir, arrojado a la acción y responsable plenamente de su vida, sin excusas” . Lo anterior, implica que el ser humano es un proyecto, por lo tanto, desde el comienzo de su vida, debe hacerse; por ende en ese camino, pues debe ir adquiriendo conocimientos, apropiándose de ideas, conceptos, valores, etc., que le permitan ser responsable plenamente de su vida y acciones.

Escritor: Lissette Ruminot