La diferencia, el recurso para educar en igualdad

La infancia es la etapa de la vida en la que estamos más abiertos a aprender, descubrir e interactuar sin reparo con cada elemento de la medio. Los niños y niñas son capaces de auto aprender, siendo esta, innata e inherente al ser humano. Este aprendizaje es en su mayoría inesperado, impensable; está ligado a las características del individuo, de su entorno, de sus intereses y en gran medida de las necesidades y capacidades que posea para hacer ese proceso efectivo y significativo.

¿Pero qué sucede cuando ese niño o niña posee necesidades distintas de aprendizaje?
¿La escuela, el docente, el medio, la familia, está en capacidad de involucrarse en el proceso de crear una didáctica que contribuya en la adquisición de ese APRENDIZAJE?

Para responder estas preguntas hay que partir del estudio hecho por la UNESCO en octubre del 2010, donde resalta la necesidad de cambio y transformación de la sociedad y por ende del sistema educativo. Pues la existencia de la educación formal ya no representaba las verdaderas necesidades sociales, culturales y educativas en Latinoamérica. Ya que las nuevas condiciones socioeconómicas ameritan un individuo capaz de solucionar problemas tanto del ser, como del saber hacer, permitiendo sin duda nuevos cambios tecnológicos y grandes transformaciones sociales.

Es un hecho recurrente que las escuelas mal llamadas de EDUCACIÓN REGULAR O FORMAL, no están preparadas para recibir y educar niños y niñas con necesidades educativas diversas. Y digo DIVERSAS, pues el término Educación especial, cercena el desarrollo del individuo o de aquellos niños y niñas de los que se duda constantemente que estén en capacidad de aprender; cuando es claro que ya se ha expuesto que es una capacidad inherente al ser humano.

Las personas con alguna o múltiples discapacidades son obligadas a permanecer ajenas al mundo que les rodea, totalmente desconectadas de esos aprendizajes naturales que se obtienen del diario vivir, siendo estos parte de la adquisición básica de conceptos y habilidades que se utilizan en los diferentes desempeños escolares.

Entonces: ¿Qué se necesita para generar un cambio?

Se debe partir de que la educación no es exclusiva de ninguna clase social y aunque se ha avanzado mucho en la democratización de la educación todavía existen un sistema educativo cuyas leyes principales están (en papel) a favor de una mayoría, pero; la realidad indica que los mejores escenarios en procesos de aprendizaje, son propiedades privadas de altísimo costo, muchas veces sectarios por naturaleza y ajenos a la verdadera realidad de su entorno.

Cabría preguntarnos: ¿la educación es eficaz?

Una educación eficaz parte de una diversidad educativa donde cada individuo elige la forma que se adscribe a su necesidad, interés, capacidad, teniendo en cuenta su contexto y proyección educativa y social. En el caso de los niños y niñas, son los padres, los que tienen la misión de reconocer con objetividad las fortalezas y debilidades en los diferentes campos del desarrollo, para ubicar a su hijo dentro del sistema educativo que potencialice sus capacidades y le permita incluirse con mayor eficiencia a nivel social y laboral.

Teniendo en cuenta que todo individuo aprende a su ritmo y que la inteligencia desarrollada por estos, está conformada por una gama de habilidades que son parte de cada aspecto de la vida; que parte de la curiosidad y el carácter de exploración, de la resolución de problemas que en su relación con el medio y con él mismo se da, de la relación y presión que se establece con sus pares, de la creación de conceptos nuevo narrados como hipótesis o una comprobación tácita de cómo funciona la realidad. La educación, debe ver el aprendizaje como un conjunto de acciones que contribuyen a dinamizar este proceso constantemente reestructurándose, cuestionándose, haciendo cambios en la dirección investigativa del aprendizaje y transformando los medios con los que se aprende y a veces hasta el aprendizaje mismo.

El aprendizaje nos lleva a ser competitivos cuando, si logramos que los intereses de quién aprende, lo que aprende y la ejecución de lo que aprende es efectiva dentro del marco social, personal y laboral. Permitiendo así no convertirnos en tenedores de conocimiento exclusivamente sino volviéndonos transformadores activos dentro de una sociedad cambiante y en evolución. Como diría j. Bruner en 1966.

“Instruir a alguien (…) no es conseguir que guarde resultados en la mente. En cambio, es enseñarle a participar del proceso que hace posible el conocimiento. No enseñamos una materia para producir bibliotecas vivientes sobre el tema, sino para conseguir que el estudiante piense matemáticamente por sí mismo, para que considere los asuntos como lo haría un historiador, para que sea parte del proceso de adquisición del conocimiento. Conocer es un proceso, no un producto”. (J. Bruner,1966)

AUTORA:
NIMUET CHIRINO VALDÉS
LICENCIADA EN EDUCACIÓN
ESPECIALIDAD HISTORIA Y FILOSOFÍA