TODO TIEMPO PASADO…

Conforme pasan los años, los tiempos y las generaciones, se escucha decir: “Todo tiempo pasado….” Qué se puede decir de aquellas familias que se formaron en los tiempos en que papá y mamá nacieron en el campo, crecieron dándole de comer a gallinas, marranos, limpiando cocheras y ordeñando vacas antes de ir por caminos escarpados y polvorientos, cuando no llovía, con sus alpargatas en el bolsillo, para que no se ensucien, a una escuela a donde se llegaba con respeto y con humildad. Nadie observaba cómo llegaba el otro, qué vestía o cómo lucía… en la hora del recreo el juego en un patio entierrado con una pelota hecha de trapos y harapos hacía las delicias de los chicos y las chicas con improvisadas muñecas fabricadas con chamizos y hojas que la naturaleza brindaba podían llegar a pasar juegos y momentos agradables.

Es posible que esos chicos criados en este ambiente campestre y agreste en su época, emigraran a las ciudades, bien sea por la violencia de la época o porque simplemente el campo no brindaba oportunidades más allá que el quinto de primaria. En las urbes en formación empezaron a crecer nuevas familias que, trataban de brindar a sus hijos un ambiente menos “hostil” y duro que en sus propias épocas y empezó a florecer una nueva generación con más oportunidades de estudio, con otra manera de socializar sin los pies embarrados y con nacientes tecnologías como la televisión en blanco y negro, que aún se quitaban el sombrero para saludar, brindaban una silla en el tranvía a las damas y nombraban a las demás personas empezando su nombre por señora Pepita o señor Pedrito.

Tardando algunas décadas, las ciudades empiezan a crecer desmesuradamente y poco a poco la tecnología hace que los trabajos se suavicen en los hogares con aspiradoras, brilladoras y otra serie de electrodomésticos que permitía a madres de familia dedicar su tiempo a su esposo e hijos, consintiéndolos con ricas comidas caseras, mientras en las oficinas las sumadoras, calculadoras y las máquinas empezaron a ayudar la labor de empleados en muchas áreas de trabajo como la mecánica y la electrónica, entre otras.

De pronto las computadoras empiezan a irrumpir en los hogares como verdaderos ayudantes de estudiantes con sus labores académicas, de ejecutivos Padres de Familia que pueden terminar o iniciar trabajos o proyectos. Las amas de casa, siempre pacientes y dedicadas, se esmeran porque en sus hogares no se extinga el fuego de la unidad con las comidas a sus horas, con los detalles coquetos en casa, muchas veces elaborados con sus propias manos y atendiendo a los amigos de sus hijos con ricos manjares dignos de mamá…

Y no pasa mucho tiempo cuando la “magia” comienza a invadir literalmente los hogares: el internet hace su aparición y en casa el viejo computador de mesa que ocupaba tanto espacio y por el que todos se peleaban, le da paso a los computadores personales que hace que, poco a poco las personas creen sus propias “islas” en casa… y empiezan a acumularse las cajas de comida de los domicilios de los restaurantes porque la sentencia de mamá es simplemente, “el que quiera comer, que cocine” y ya no se sabe sí los hijos están en casa o salieron… el hogar terminó volviéndose simplemente una casa a la que todos llegan a dormir, cuando llegan.

Los celulares inteligentes empiezan a apoderarse de las personas, esto hace que las visitas tiendan a desaparecer, que sea mas importante el chat que el abrazo, que personalizar una charla con un emoticón sea más romántico que tomarse de las manos e ir a compartir una cena en un restaurante especial. Hasta dentro de casa la comunicación es por celular, Tablet o demás dispositivos personalizado que aparta a cada miembro de su familia para acercarlo cada vez más a la virtualidad. Es lo que estamos viviendo y después de este veloz recorrido por tres o cuatro generaciones, es preciso decir que son sus protagonistas los que juzgarán, cuál tiempo fue mejor.

En lo personal me ubico en la generación que de alguna manera ha sido testigo de la crianza del campo por mis Abuelos, la colonización de las ciudades por mis padres, el crecimiento de la tecnología, por mi misma y la impersonal vida moderna por mis hijos.
La reflexión es buscar de cada una los aportes positivos que puedan llegar a hacernos en el tiempo actual para así poder decir con certeza… todo tiempo pasado, fue mejor.

ANA CRISTINA FIERRO H.