La educación, la llama que enciende los sueños

La educación en cualquier ámbito y momento es necesaria para formarse como persona y ser así el dueño de tus actos. Nadie debería poder decidir sobre el rumbo que debe tomar tu vida y la única manera que tenemos para enfrentarnos a las adversidades, es tener un sinfín de conocimientos de toda índole. La sabiduría abre puertas y esas puertas, si son las correctas, pueden llevar al camino de la felicidad.

Desde pequeños se nos inculca el colegio como una obligación, algo que es nuestro deber cumplir, creando así unas expectativas en la persona. El recibir unos conocimientos en primer lugar tendría que considerarse tanto como un derecho, como un privilegio, es decir, todo el mundo debe tener acceso a una educación digna y de calidad. Pero que sea lo normal no quiere decir que sea lo común, por lo que debe valorarse el poder acudir a una institución tanto de carácter público, como privado y que allí, se comprometan a formar a la persona.

A colación de este último argumento cabe mencionar, que una persona debería ser educada en el ámbito familiar, con cariño y respeto, donde se enseñen los valores y principios necesarios.  No dejar toda la responsabilidad que conlleva la formación intelectual y personal, que será la base en la que se cimenten el resto de acciones de la vida de dicho ser humano, en mano de una institución educacional. Es importante recibir conocimientos, tener un buen profesor que involucre a sus alumnos en el gusto por descubrir y adquirir nuevas ideas, así como capacitarlos para que en el futuro, estas mismas personas sean capaces de desarrollar pensamientos y de alcanzar conclusiones, gracias a la base que sus profesores les han dado.

Nunca es tarde para aprender, en la actualidad, es necesario estar continuamente adquiriendo nuevos conocimientos. El hándicap que hay en este nuevo modelo de enseñanza, es que se toma como un deber que la persona tiene que realizar si quiere seguir resultando competente en el mercado laboral, lugar en el cual, al igual que las tecnologías del siglo XXI, la cualificación profesional queda obsoleta con demasiada rapidez. El planteamiento respecto a la continua formación, debería ser tomado como algo gratificante para la persona y así esta podría aprender mucho más rápido y con mayor productividad,  al encontrarse en un ambiente cómodo y por voluntad propia. Esto solo podría ocurrir si el contexto social de pesimismo en el que nos encontramos se tornara en un ambiente positivo y con oportunidades, porque al fin y al cabo todo el mundo se mueve por un fin. El de algunos es monetario, el de la gran mayoría, seamos sinceros. Pero un gran número de personas con un interés común, no significa ni representa a la totalidad. Hay algunos seres humanos que lo que de verdad buscan es realizarse como personas, sentir que todo el esfuerzo que han llevado a cabo les ha servido de medio para cumplir sus metas profesionales, las cuales, no tienen que estar relacionadas con una gran cifra de dinero. Cada individuo lucha por sus sueños, y cada uno se pone una meta, el alcanzarla proporcionara un placer que solo quien la ha perseguido sabrá valorar. En definitiva, se necesita luchar por y para algo, al margen de la edad que se tenga y del nivel cultural al que se haya tenido acceso, todos tenemos sueños y todos deberíamos tener la posibilidad de conseguir los recursos para alcanzarlos.

En mi humilde opinión, la base de esos recursos es la educación, una educación llena de opiniones dispares, al margen de las ideologías y de los intereses de unos y de otros.

Una educación enriquecedora, que supusiera esa llama que enciende la mecha que todos tenemos dentro y así, encender el fuego, que moverá las ganas de culturizarse, para alcanzar el sueño de nuestra vida y conseguir la estabilidad a la que cada día todo ser humano aspira.

Escritor : Gemma Monago