PSICOLOGÍA POSITIVA

Desde que se erigió como disciplina independiente, la Psicología ha estado más interesada en ahondar en aquellas características negativas del ser humano, que en aquellos aspectos positivos que fortalecen la personalidad y la autodeterminación de una persona. Esta visión un tanto pesimista del ser humano, ha relegado al olvido determinadas características positivas que en un momento dado actúan como amortiguadoras de cara a algunos trastornos psicológicos que más afectan a la población actual.

En las últimas décadas ha surgido con fuerza una subdisciplina cuyos estudios científicos se centran en aquellos aspectos positivos tanto de la vida, como del ser humano. Es lo que el investigador Martín Seligman ha denominado Psicología Positiva. Aunque gran parte de sus trabajos fueron dedicados a la indefensión aprendida y su relación con la depresión, dicho autor optó por dar un giro radical a sus investigaciones estudiando cómo variables tales como el optimismo o el humor se relacionaban con estados físicos de salud.

Según la Organización Mundial de la Salud, » La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades ”, siendo necesario para alcanzar ese estado de bienestar la explotación de las fortalezas humanas y de los factores que contribuyen al bienestar subjetivo de las personas. En torno a esto giran las investigaciones que desde la Psicología Positiva se realizan de la psique humana, aportando nuevos conocimientos y complementado la visión que desde la psicología se tiene de la salud mental.

Dentro de las investigaciones que se llevan a cabo en el marco de la psicología positiva, el humor y la risa, manifestación externa de éste, son un importante pilar de dicha disciplina. Cuando se habla de sentido del humor, los investigadores se refieren a

“ la capacidad para experimentar y/o estimular una reacción muy específica, la risa, y de esta manera conseguir o mantener un estado de ánimo positivo ” (Martín Seligman).

Desde no hace mucho tiempo se está introduciendo la aplicación del humor en terapias alternativas que lo que pretenden es mejorar el bienestar de la persona y ampliar el repertorio conductual que se posee para enfrentarse ante cualquier dificultad. En general, algunos de los beneficios terapéuticos que se ha encontrado a corto-medio plazo del uso del humor es que reduce la ansiedad y el estrés, aspectos que afectan a la salud física de los individuos; previene la depresión fomentado estados de ánimos más positivos y ayuda a sobrellevar una enfermedad del mismo modo; fomenta la cohesión social y en muchos casos facilita la comunicación.

Otro de los aspectos estudiados en esta disciplina de la psicología son las emociones positivas. Pero, ¿qué son las emociones?. Definirlas no es una labor fácil, ya que se tratan de constructos demasiados complejos en los que intervienen no sólo estructuras neuronales o musculares, y que a día de hoy siguen siendo centro de investigaciones y debates. Las definiciones que a lo largo del tiempo se han ido aportando tienen en común la creencia de que las emociones son tendencias de respuestas que poseen un valor adaptativo, son breves pero intensas y surgen ante la evaluación de algún acontecimiento, produciendo cambios a nivel fisiológico y en ocasiones en las expresiones faciales.

La emociones positivas vendrían a complementar a las emociones negativas. Estas últimas son importantes porque a corto plazo solucionan problemas, pues llevan asociadas tendencias de respuestas que evolutivamente han facilitado la supervivencia ( por ejemplo, el miedo nos prepara para la huida). En cambio, las emociones positivas, como la alegría o el optimismo, fomentan la cohesión social y la comunicación , así como el crecimiento a nivel personal.

Seligman nos habla de que las emociones positivas pueden centrarse en el pasado, presente o futuro. De este modo, serían emociones del pasado la satisfacción o la realización personal; en el presente estarían emociones como la alegría, el entusiasmo, la tranquilidad o el placer; y finalmente serían emociones positivas del futuro la esperaza, el optimismo o la confianza.

Gracias a las numerosas investigaciones que se han realizado en este campo, se ha llegado a la conclusión de que las emociones positivas incrementan la sensación de bienestar, amortiguando los efectos negativos de diversos trastornos psicológicos o físicos, y favoreciendo un pensamiento más abierto y flexible que ayuda a afrontar eficazmente hechos adversos que puedan acontecer.

El futuro de la Psicología Positiva es muy prometedor, aunque no cabe duda que se debe seguir investigando más y extrapolando los resultados a la vida diaria de las personas. Se hace necesario diseñar e implementar programas y técnicas encaminadas al descubrimiento y desarrollo de los potenciales y fortalezas personales, que no sólo aportarán beneficios individuales sino sociales.

 Escritor: ANTONIA ZAMORA ADÁN

 

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