La Educación según PISA…

Desde hace más de una década, parece que la función de la educación, en Colombia y en gran parte del mundo, se ha restringido a un marco de eficiencia y eficacia, determinado por unos valores estadísticos proporcionados por unos cuantos datos de referencia, dados por diferentes entidades como el ICETEX, la OCDE, la UNESCO, cada una de ellas, enmarcada por líneas políticas e ideológicas claras y visibles, que nos rebotan e invaden de indicadores y logros que supuestamente debe asumir la educación formal.

El último ejemplo de ello fue el informe dado por la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) y los diferentes artículos de opinión emanados de las pruebas PISA (Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes) donde Colombia, en tres campos a evaluar: Lectura, Ciencias y Matemáticas, queda ocupando los últimos lugares de la tabla en cada uno de estos niveles. Si bien es claro que este término “indicadores” deja mucho que desear y sólo es un derivado de lo que actualmente la educación por competencias permite conseguir en las aulas, no desestima el valor de lo referido por ellas, y nos habla de un problema transversal en las políticas educativas que ha venido entablando el gobierno desde hace más de dos décadas.

Para no expandirse tanto en este asunto, se tomará un solo indicador relacionado por el informe PISA del año 2012, y es el de lectura, ya que es un proceso mental clave para cualquier disciplina. No es mi intención comparar resultados con ningún otro país analizado bajo estos mismos indicadores, debido principalmente a que esto llevaría a preguntarnos sobre sus políticas educativas y el por qué de la divergencia, tema que se extendería en un estudio más amplio, y que no representa el objetivo de este documento.

Lo primero que hay que decir es que frente a los otros temas a evaluar, Ciencia y Matemática, increíblemente es Lectura el que mejores resultados consigue en esta prueba. Mientras que en ciencias, el 86.9% de los estudiantes se encuentran entre los niveles 0, 1 y 2, y en matemáticas el porcentaje aumenta al 91.6% para los mismos, en lectura podemos dar una visión menos preocupante: el 81% de los estudiantes se encuentran entre estos, y aunque esto podría parecer de igual magnitud con referencia a las anteriores cifras, se puede observar que para este indicador el mayor número de estudiantes se encuentra en el nivel 2, y no como en el indicador de matemáticas donde el 40% de los estudiantes se encuentra en el ítem más bajo .

Es diciente que en el nivel 5 y 6 no quede ni el 1% de los estudiantes en ninguna de las tres competencias a evaluar, pero aún más importante nos dejan con un futuro incierto sobre las capacidades básicas (o por lo menos las que los indicadores evalúan), que están adquiriendo nuestros jóvenes tanto para la vida cotidiana como para una vida laboral futura. Si bien es cierto que los ítems a evaluar no hablan de un proceso educativo integral que tenga en cuenta aprehensión de conceptos sino simplemente aplicación de los mismos, es cierto que si las políticas públicas colombianas están apuntando a las competencias, es claro que la conclusión más acertada es que ni siquiera en este marco se están estableciendo progresos.

Basándose entonces en esta evaluación, y en la observación cotidiana de las clases impartidas, los marcos pedagógicos en los que nuestros estudiantes deben desarrollarse son necesarios cambiarlos. Es preciso entonces replantearse una nueva política educativa con miras al reconocimiento de la educación como motor para el desarrollo de procesos cognitivos y que tenga por objetivo tanto el reconocimiento de una ciudadanía crítica, como el de un desarrollo económico sostenible, que involucre una mejor calidad en la formación profesoral, en los PEI, en los incentivos sociales y económicos a los profesores y directivos, a las instalaciones físicas donde están recibiendo clases los estudiantes, etc.

Y es que la reforma educativa se ha vuelto apremiante, y esto no sólo para alzar los indicadores internacionales, sino debido a los nuevos retos que ya se están presentando y a los cuales se les debe hacer frente, como la globalización, el desfraccionamiento del Estado- Nación, la falta de memoria de las nuevas generaciones, y a los que no podemos darles diez años para solucionarlos, como ha dicho la ministra María Fernanda Campo , lo que plantea tres problemas, el primero se refiere a los estudiantes que en la actualidad están pasando por el colegio o ya lo terminaron, el segundo es la “esperanza” de que con estas nuevas reformas (“De Cero a siempre”) se consiguiera en realidad mejorar el nivel educativo, y el tercero es el ver el proceso de detrimento de las políticas educativas por lo menos desde hace ya casi tres décadas en Colombia.

Escritor: Ana Cecilia Escobar Ramirez

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