LA ENSEÑANZA DEL ARTE EN LA ESCUELA Y SU INVALIDACIÓN1

la importancia del sab7r artístico relacionado con todo tipo de actividades y en el que se disuelven infinidad de conocimientos derivados de otros campos, permite estructurar el saber de forma concreta y despertar la creatividad, la reflexión y la abstracción entre muchas otras habilidades, además de desarrollar la denominada imaginación constructiva xigida por el complejo mundo contemporáneo. Es una forma de aprendizaje que parte más que de la repetición, de la experimentación autónoma, y permite expandir las posibilidades de aplicabilidad de los conocimientos adquiridos.

Es importante entender que el arte no puede aprenderse por repetición, por lo menos no en su totalidad. Es viable que duplicando la información se memorice efectivamente la historia del arte o la teoría estética, pero es imposible que se consoliden obras reduciendo la actividad creativa a un ejercicio de clonación de los saberes, que es básicamente la forma de aprendizaje heredada de la vieja escuela, y que pese a los esfuerzos que se han desarrollado por establecer cambios que modifiquen este modelo de aprendizaje y enseñanza, es lo que diariamente se ve en la escuela como ejercicio pedagógico. Docentes que cumplen una función monótona, cuyo objetivo no es otro que transferir el conocimiento, sin la obligación o necesidad de que en el estudiante se generen resultados creativos e innovadores durante el proceso, porque lamentablemente aunque se habla de aprendizaje significativo.

 De acuerdo con la Real Academia de la Lengua Española, el adjetivo “inválido” o el verbo “invalidar” hace referencia a algo nulo que carece de solidez, de razonamientos. En este caso específico, el término “invalidación” responde al acto de desvalorizar al arte como elemento fundamental de la enseñanza, así como de su desaprovechamiento o menosprecio por parte de los actores sociales que intervienen en el proceso educativo (instituciones, docentes, directivos, padres de familia, entre otros). , en la mayoría de los casos el proceso en sí se queda corto, e incluso el poco conocimiento que se logra transmitir, está incompleto o destinado a permanecer en la memoria del estudiante durante un plazo corto de tiempo, generalmente el lapso existente entre la emisión de la teoría y el día de su evaluación.

Esto es problemático debido a que lo que se supone busca la sociedad a través de la escuela es formar sujetos capaces de procesar conocimientos, relacionarlos entre sí y con base en este ejercicio, generar nuevos desarrollos que transformen los saberes adquiridos mediante la innovación, apoyándose siempre en las capacidades humanas de abstraer y discernir, así como en características propias del ser, como son su consciencia, razón e intuición. Entonces, es necesario tener presente que el aprendizaje es un proceso de construcción en el que cada individuo construye sus razones, sus “por qué” y los significados de las cosas, de los otros, de la naturaleza, de los hechos, de la realidad y de la vida.

También enominada competencia mental divergente o pensamiento original. Se trata de la capacidad de crear ideas o nuevos conocimientos, extraídos de conceptos conocidos y asociados, con el fin de generar soluciones originales bajo determinadas circunstancias. e acuerdo el psicólogo y pedagogo estadounidense David Ausubel, el aprendizaje significativo es el tipo de aprendizaje en el que el estudiante relaciona sus saberes (aprendidos con anterioridad), con aquellos que va adquiriendo, reconstruyéndolos y reajustándolos, de modo que la estructura de los conocimientos primarios condiciona el aprendizaje de los nuevos, y viceversa, por lo que no se trata de un aprendizaje estático o absoluto, sino más bien de la transformación autónoma del saber y de la construcción del mismo.

Es por esto que en el campo de la enseñanza con importancia enfática en el aprendizaje artístico, es imperioso advertir que así como el proceso educativo no puede ni debe restringirse al ejercicio de la mera repetición, tampoco puede ni debe desligarse de la cotidianidad y de la actividad humana ordinaria, ya que el conocimiento es en primera instancia la experiencia vivida. Si la adquisición de conocimientos en general no tiene ninguna relación con la vida y su devenir cotidiano, y el arte se menosprecia como saber generador de productividad para el ciudadano en su vida adulta, entonces “el arte se remite a un reino separado, que aparece por completo desvinculado de los materiales y aspiraciones, de todas las otras formas del esfuerzo humano y de sus padecimientos y logros (DEWEY, John. 2008).

Hace 81 años Walter Benjamín en su ensayo Experiencia y pobreza formuló la siguiente pregunta ¿Qué valor tiene toda la cultura cuando la experiencia no nos conecta con ella? Este cuestionamiento es extrapolable a la pedagogía, la enseñanza y la didáctica, pues ¿Qué sentido tiene la educación cuando la experiencia no está conectada a ella? Ni la educación, ni la experiencia, ni la cultura y mucho menos el arte tienen sentido si no se relacionan íntimamente entre sí, pero el campo educativo resta importancia a este tetranomio y las características del arte tienden a ser doblegadas, por lo que su enseñanza en los colegios se ha transformado en una práctica meramente técnica, de modo que se relegan las cualidades formativas del niño o la niña, dejando de lado que el lenguaje artístico es el que posibilita un intercambio simbólico y expresivo desde el interior del infante, lo que no puede sustituir un aprendizaje técnico, por más creativo que este sea.

No deben desconocerse las virtudes del arte en el proceso formativo y su relación con otras disciplinas que pueden enriquecer el proceso, porque la educación escolar del arte es decisiva en la sensibilización del niño y sus posibilidades de creación artística, y lo que es más importante, nuestro contexto exige por parte de las instituciones educativas la formación de seres integrales, poseedores de desarrollos intelectuales, corporales, emocionales y éticos, y aún así desarraigan la experiencia creativa inicial desvirtuando su disciplina.

Bibliografía:
DEWEY, John. El arte como experiencia. Editorial Paidós Ibérica. 2008.
RINALDI, Carla. En diálogo con Reggio Emilia. Escuchar, investigar, aprender. Grupo editorial Normal. Lima, Perú. Septiembre de 2011.

Escritor: Maria Alejandra Acosta