LA GEOGRAFÍA COMO HERRAMIENTA PARA ENTENDER Y ELIMINAR LAS DESIGUALDADES SOCIALES Y ESPACIALES

Desde el siglo XIX, que se inició la institucionalización de la Geografía como disciplina de estudio tanto para colegios y universidades, esta era vista desde un enfoque principalmente físico, que se dedicaba a la descripción de territorios, resaltando su relieve, hidrografía, clima y demás características: “(…) mucho del saber geográfico era de carácter general e inventarial: minuciosas descripciones de territorios, inventarios de sus relieves, rasgos hidrográficos y climáticos, recursos naturales, asentamientos humanos y centros productivos: todo ello acompañado de un vasto trabajo cartográfico” , por ello se veía como una disciplina descriptiva que a mi juicio, además de compilar datos de interés, no lograba captar la atención de quienes veían en el espacio algo más que un lugar donde se debía enumerar sus particularidades.

Paralelo a ello, se hablaba también de una Geografía Humana, la que pretendía adicionar a lo físico, el estudio del ser humano dentro de ese espacio y cómo era capaz de transformarlo para su propia subsistencia, se vieron entonces 2 enfoques diferentes de la misma disciplina, con la particular características que el objeto de estudio era el mismo:

(…) el objeto de estudio de la geografía es el espacio: la forma como se distribuyen sobre éste los fenómenos físicos y humanos, las interrelaciones entre ellos y, por tanto, las transformaciones espaciales ocasionadas por la acción humana. Este concepto pretende abarcar funciones tanto de la geografía física como de la geografía humana porque es necesario reconocer que cada una ha evolucionado de manera diferente, sin que por ello renuncien a tener puntos de contacto .

Entonces, ¿cuál sería la diferencia entre la geografía física y la humana?, pues se resumía, de acuerdo a Fernand Joly, en la importancia que se le daba a cada elemento dentro del mismo espacio geográfico, lo cual incluía al hombre, en palabras de Joly: “Para la geografía física, el hombre es uno de los factores entre otros, cada vez más influyentes de la transformación del medio natural. Para la geografía humana, él es punto central del estudio en el que los fenómenos no son más que accesorios y a veces hasta ignorados”

Al ver estas disputas entre dos ramas de la Geografía que desde el comienzo debieron estar unidas, surge la posibilidad, de no hablar de varias Geografías, sino de una que logre involucrar tanto las relaciones del medio ambiente entre los factores propios del espacio sin dejar de lado al ser humano, pero tampoco ubicarlo como único protagonista, pues para hablar de cualquier proceso histórico es indispensable entender en qué escenario y bajo qué condiciones se llevaron a cabo los procesos, por ejemplo, no es lo mismo hablar de las batallas de independencia que se libraron en territorios como los llanos orientales donde las condiciones del lugar hacían casi imposible la llegada del ejército español, que hablar de batallas como la del Puente de Boyacá, donde el tránsito de las tropas no era tan inhóspito como el de la región de la Orinoquía.

Por lo tanto se puede hablar de una Geografía social, que involucre tanto al hombre dentro del espacio como los fenómenos naturales y físicos que igualmente son determinantes para el desarrollo de la sociedad.

Partiendo entonces de La Geografía Social, es necesario preguntarnos ¿para qué o cómo podemos utilizarla?, es importante ubicarnos desde una posición crítica y observar cómo el espacio, ya sea urbano o rural, ha dejado de ser de libre acceso para cualquier ser humano y se ha convertido en un medio de inclusión y exclusión social, donde hay sectores que al poseer más que otros, tienen acceso o no a ciertos lugares, en la ciudad tenemos varios ejemplos:

Las clínicas de medicina pre – pagada, cuentan con Doctores especialistas en diferentes ramas, estos lugares no son para el libre acceso de quienes necesitan el servicio, sino de aquellos que pueden pagar este tipo de salud; para quienes no pueden, están los Hospitales Públicos, con infraestructura en muchos casos obsoleta, centros de salud con servicios precarios que no logran satisfacer las necesidades de las clases populares de ciudades y pueblos; otro ejemplo son las instituciones educativas: existen colegios campestres que prestan entre otros el servicio de educación, pero promueven variedad de deportes, actividades artísticas y demás a las que sólo tiene acceso una parte muy reducida de la población … así hay miles de ejemplos sobre la desigualdad social y la exclusión del espacio… centros comerciales que se encuentran en zonas de supuesto tránsito libre, son dueños de ese suelo, lo que les hace posible decidir quiénes pueden o no adquirir sus productos. Estos grandes centros de comercio, estratégicamente ubicados, han desplazado poco a poco las plazas de los barrios y de los pueblos, han llevado a la ruina a los pequeños tenderos, a quienes les es imposible competir con los precios de las grandes superficies:

Procesos como la industrialización y urbanización han contribuido decisivamente a modelar un espacio moderno, con sus perfiles locales, urbanos, regionales y estatales, desde la perspectiva material, a través de la acumulación de capital fijo en forma de infraestructura de diverso orden, tanto productivo como relacionado con la producción social. Desde plantas industriales y vías de comunicación a viviendas, dotaciones sanitarias y educativas, universidades, centros de investigación, espacios de ocio, entre otros muchos, distribuidos en localidades, en áreas regionales y en marcos estatales

Sin embargo, no es la idea simplemente enumerar los casos de desigualdad y exclusión, sino lograr entender por qué suceden y por medio de la geografía y su enseñanza, buscar acabar con barreras dentro del mismo espacio geográfico, para que el ser humano pueda hacer uso de él sin importar lo que materialmente tenga o no; la Geografía está en la obligación de explicar los factores que llevan a estas desigualdades para lograr un cambio, en el que el espacio geográfico sea un lugar de inclusión social y no un espacio más de reproducción del sistema capitalista.

 Por: Mónica Pineda García