La heterogeneidad de la sociedad actual

La heterogeneidad que caracteriza la sociedad actual pone ante nuestros jóvenes modelos masculinos y femeninos opuestos: desde las representaciones del género más tradicionales y aún con mucho prestigio, hasta modelos más igualitarios – pero todavía poco valorados, sobre todo los masculinos. Y en el medio, toda una gama de soluciones que van desde el políticamente correcto hasta el tradicionalismo más recalcitrante. No somos los primeros en afirmar que esta variedad de modelos crea mucha desorientación: que los adolescentes -especialmente los varones- están confundidos y no saben ni en qué modelos responder ni qué atributos interiorizar. Y a falta de modelos coherentes y prestigiados, siempre queda el estereotipo como recurso de salvación.

Ante todo deberíamos preguntarnos qué es eso de la igualdad, y que supone para un hombre y para una mujer ser igual que el otro. ¿Qué tienen los hombres que las mujeres quieran ser iguales? Tienen las mujeres algo que los hombres quieran para ellos? Si los hicimos estas preguntas a los adolescentes, seguro que responderían largamente a la primera. No tenemos tan claro que contestarían a la segunda. Y gran parte del problema pensamos que está en el hecho de que para los chicos, distanciarse de los prototipos tradicionales pasa por ampliar los límites de su masculinidad adquiriendo atributos que son propios de las chicas, o que tradicionalmente han sido parte de las chicas, y supone también asumir valores (emotividad, cuidado de los otros …) que no están prestigiados socialmente.

Si a esto añadimos que la identidad masculina se construye sobre todo, no de la suma, sino del resto, es decir, que ser masculino es no ser femenino, ya tenemos el revoltijo hecho. Lo podemos ver fácilmente en el físico: a pesar de la existencia de modelos masculinos, sobre todo publicitarios o del mundo del espectáculo, preocupados por su apariencia física, no se ha producido un cambio demasiado significativo, y es normal entre los jóvenes cuestionar la masculinidad de aquellos que cuidan de su cuerpo o simplemente calificarlos como maricones. El problema va aún más allá porque en la medida que las mujeres asaltan parcelas que los hombres poseían, estos dejan de interesarse. Por ejemplo, en la actualidad las chicas obtienen unos resultados académicos superiores a los de los chicos. Y, curiosamente, se observa un creciente aumento del fracaso académico masculino especialmente en aquellas asignaturas en las que las chicas obtienen en general mejores resultados: Lenguaje, Ciencias Sociales, Mates o Tecnología.

El sociólogo F. Ortega (1993) define este fenómeno como de -crisis de la masculinitat‖: los esquemas tradicionales, junto con la presión por el igualitarismo, diversifican los modelos y dificultan la asunción de una personalidad coherente. En general los chicos se enfrentan a las nuevas situaciones con estrategias a la defensiva que los llevan en muchos casos al machismo. Las reglas del estereotipo son el único seguro que tienen, no solo porque su situación es más ventajosa que la de las mujeres, sino porque ampliar los límites de su masculinidad pasa por asumir características que socialmente tienen poco valor.

Autor: Materiales de sexualidad. Rosa Sanchis.