El control de versiones pareciera ser un tema simple y sin importancia; sin embargo en muchos proyectos puede ser motivo de errores que pudieran evitarse con un registro en forma de las versiones conforme se van generando. A continuación daremos algunos sencillos consejos para hacer de las versiones un aliado y no un enemigo.
¿Hay diferencia en usar 1.0, 2.0 y 3.0 o 1.1, 1.2 y 1.3 como sucesión de las versiones? No hay una respuesta correcta a ésta pregunta, pues todo depende de la convención que se use, y en cada caso estos números podrían significar algo diferente. Aunque no hay una regla, una convención típica es la que observa el usar un cambio de números enteros cuando suceda un cambio de alcance mayor o de fondo en el proyecto; mientras que los cambios “decimales” representan cambios menores. Aquí cabe aclarar que en éste ejemplo no son versiones decimales como tal, sino más bien un punto utilizado como separador, por lo que si usáramos un separador diferente, podríamos llegar a tener la versión 3/16 o 3-16 o 3,16. Nuevamente todo depende de la convención.
Y si bien las convenciones como ésta son importantes, éstos son sólo detalles de forma que nos ayudarán a dar claridad a la información de una manera más ágil. Ya entrados en materia, un consejo de fondo es tener el verdadero control de las versiones. Lo que quiero decir con esto es que numerar los cambios no basta, y hay que llevar un registro más completo de los cambios que se efectúan. Una manera muy sencilla de realizar éste registro es en el documento mismo del que queremos controlar la versión, en una sección para el registro histórico de las versiones. Se recomienda que como mínimo, el registro de las nuevas versiones contenga un listado de las versiones históricas en donde se indique quien ha realizado la versión, en qué fecha y cuáles han sido los cambios aplicados a la versión. Opcionalmente, aunque no menos importantes podría registrarse la fecha de validación y/o aprobación; quien ha validado y/o aprobado y/o autorizado la versión registrada y la fecha respectiva; observaciones generales a la versión o anotaciones; el nombre y la fecha de quien solicita la nueva versión y/o porqué ha sido originada. La finalidad de éste registro de versiones es contar con un resumen del historial de los cambios al que podamos recurrir en caso de dudas futuras.
El riesgo de no llevar un registro de las versiones, es que perdamos el control de los cambios. Además, con el paso del tiempo los autores olvidarán los detalles de la versión elaborada, con lo que éste registro servirá las veces de recordatorio a manera de resumen de los cambios en la versión en cuestión.
Finalmente, es importante recalcar que para cada proyecto se deben adaptar las mejores prácticas aquí expuestas, utilizando solamente aquellas que apliquen a las necesidades de los propios proyectos, en la búsqueda de hacer eficientes los procesos de control, y no un requisito engorroso que sature de gestión administrativa a los proyectos.