La obsolescencia de la especie

En este preciso momento histórico no son pocas las voces que auguran una transformación radical en la concepción “condición humana”. Incluso, algunas opiniones proponen que estamos presenciando su fin. Los avances y desarrollos tecnológicos en distintos campos de las ciencias de la vida han puesto en entredicho las certezas sobre aquellos sucesos físicos y biológicos que nos son comunes a todos los humanos: el deterioro del cuerpo y las limitaciones de diferentes naturalezas.

Los argumentos que sustentan estas opiniones, claramente, están bien fundamentados. Pues a la luz de las nuevas conquistas tecnologías, aun en desarrollo, se ha abierto una vía para ensanchar las capacidades y los limites del cuerpo; es decir, a través de las extensiones prostéticas, los implantes biomecánicos, el remplazo de órganos dañados o envejecidos y demás estrategias biotecnológicas, será posible no sólo prolongar nuestra vida, sino transformar el estatuto ontológico del cuerpo.

No hace falta ir muy lejos para encontrar evidencias de la existencia de dichas condiciones, un ejemplo cercano son los marcapasos o las válvulas cardiacas artificiales, próximamente podremos expandir nuestra memoria implantando artefactos digitales que complementen y amplíen nuestra capacidad cerebral, entre otras “mejoras” que apenas alcanzamos a imaginar.

Investigadores en las disciplinas de la cibernética y la biorobótica han venido realizando estudios cuyos desenlaces parecen propios de la ciencia ficción. Por ejemplo, Kevin Warwick, científico británico, logró una conexión directa entre el sistema nervioso y las redes informáticas (internet) con lo cual pudo operar remotamente una extensión prostética, mano robótica, que se hallaba a una distancia increíble; la prótesis, que se encontraba en Europa, era animada por los impulsos nerviosos de Warwick, quien estaba en Norteamérica. Lo anterior plantea interrogantes en torno a como las posibilidades de aumentar considerablemente innumerables aspectos de nuestra constitución natural, por medio de la tecnología, transforma no sólo las nociones de qué es el cuerpo, sino de qué significa ser humano.

En otros campos del saber se han venido planteando preguntas similares. Un caso particular es el del artista australiano, Sterlac, cuya obra se desenvuelve a partir de la interacción o la interfaz hombre–máquina, él abre el siguiente interrogante: “es hora de preguntarse si un cuerpo bípedo, que respira tiene una visión binocular y un cerebro de 1400cc es una forma biológicamente adecuada” -para el mundo actual-. Sus ideas desembocan en una fuerte afirmación: “el cuerpo es obsoleto”.

En este estadio post–evolucionario, donde la suerte de nuestra evolución como especie está determinada por nosotros mismos, nos encontramos frente a dilemas éticos complejos, pues la optimización del cuerpo bien podría ser una nueva forma de eugenesia. Warwick señala: “Aquellos que se conviertan en Cyborgs van a estar un paso más allá del resto de los hombres” este enunciado es soterradamente una forma de discriminación e iniquidad. La proposición “un más allá de los hombres” hace difícil no pensar que los individuos equipados con un “upgrade” tecnológico tendrán claras ventajas frente aquellos que no pueden acceder a ellos; dicho de otro modo, la brecha entre los hombres se ahondara.

¿Qué pasa con los que no pueden acceder a estos upgrades? , ¿Quedan en franca desventaja versus aquellos que si pueden, siendo relegados a una condición de sumisión? Así las cosas, tal vez no sea exagerado sugerir que nos hallamos frente a un nuevo tipo de totalitarismo, como lo observa Paul Virilio, pensador francés: “Se trata de una nueva forma de disciplinamiento que apunta, como en las utopías totalitarias, a crear un hombre nuevo. Pero esta vez el hombre nuevo no es simplemente el hombre ario, o el sujeto disciplinario de Foucault, sino el hombre biológicamente nuevo […] Un ser humano ya no procreado, nacido de otro, sino creado .Es el fin del sui generis” .

Aquel que no se acoja o se pliegue a estas demandas de corrección evolutiva porque simplemente no tiene los medios o el poder adquisitivo para poderlas obtener, corre el riesgo de desaparecer marginalizado, puesto que estará imposibilitado para participar plenamente en la vida social administrada e impuesta por este nuevo ordenamiento social.

Por:  Juan Camilo García Vargas