LA PRODUCCIÓN DE BIOCOMBUSTIBLES Y LA SEGURIDAD ALIMENTARIA DE LAS REGIONES PRODUCTORAS DE MATERIA PRIMA

Los biocombustibles son una fuente de energía renovable, que se produce a partir de materiales naturales, y pueden ser usados como un sustituto de los combustibles derivados del petróleo. Los más comunes, tales como el etanol de remolacha, maíz, trigo o la caña de azúcar, y el biodiesel a partir de semillas oleaginosas, son producidos a partir de cultivos alimentarios clásicos que requieren alta calidad de la tierra (Demirbas, 2009).

Hay varias razones por las cuales, los biocombustibles son considerados como tecnologías pertinentes tanto para países en desarrollo, como industrializados. Estas incluyen, la creciente preocupación por garantizar la seguridad energética, ante la escasez de los combustibles fósiles; las preocupaciones por los impactos ambientales de los combustibles derivados del petróleo; la reducción de las importaciones; y aspectos socioeconómicos relacionados con los sectores rurales de todos los países del mundo, especialmente de los países en vía de desarrollo.

La mezcla de combustibles fósiles y biocombustibles, obligatoria en algunos países, y la escasez de tierras productivas que presentan los países desarrollados, que en la actualidad, están creando una considerable demanda de tierras en África, y en general en los países en vía de desarrollo, para el crecimiento de los cultivos energéticos destinados para biocombustibles (Jumbe et., al 2009). En la actualidad, empresas locales y multilaterales están adquiriendo grandes porciones de tierra en muchos países diferentes, esta tendencia va en aumento. Si bien hay mucho optimismo sobre la creación de empleo y oportunidades de generación de ingresos, las comunidades locales están preocupadas por el efecto de las plantaciones de biocombustibles en varios temas, en particular, sobre el acaparamiento de tierras, los posibles impactos en la población rural pobre, en la seguridad alimentaria, el impacto sobre el medio ambiente y sobre las condiciones socio-culturales de las comunidades (Mwakaje, 2012).

Los biocombustibles deben ser una alternativa energética viable, y para serlo, deberían proporcionar una ganancia neta de energía, garantizar beneficios ambientales, ser una alternativa económicamente competitiva, y ser producible en grandes cantidades sin reducir el suministro de alimentos. Una producción responsable de biocombustibles debería impulsar el desarrollo rural, e igualmente mitigar los efectos sobre seguridad alimentaria y el medio ambiente (Hill et. al., 2006).

La economía de biocombustibles podría llevar el desarrollo a las zonas rurales si el proceso de refinado tuviera lugar donde se producen las materias primas; en las zonas rurales o en algunos centros cercanos a estas, debido al hecho de que exportar materias primas poco o nada contribuye al desarrollo económico de estas zonas. Lograr este desarrollo también dependerá de la medida en que los pequeños agricultores sean actores del proceso, ya sea como cultivadores independientes, o mediante la participación en empresas mixtas con inversores, en lugar de simplemente vender sus tierras. Sin embargo, la mayoría prefieren realizar la producción, la transformación y la comercialización sin la participación de los pequeños agricultores y productores.

Se prevé que para el 2050 la producción de biocombustibles será cinco veces la existente en el 2005 (Demirbas, 2008). Estos incrementos se asocian a factores como políticas gubernamentales, altos precios del petróleo, seguridad energética, el ser un recurso renovable amigable con el ambiente, entre otros (Demirbas, 2008; Liao, Heijungs y Huppes, 2012; Sandvik, 2008). Este escenario plantea un dilema entre el uso final de las materias primas, si para biocombustibles o alimentación humana; factores como cambios en el uso de tierra, cambios climáticos, incremento en los precios de los commodities, crecimiento poblacional y, aumento en la demanda de otros usos diferentes al alimentario, favorecen la carencia de Seguridad Alimentaria (Acosta y Chapparro, 2009; Escobar et al., 2009; Nonhebel, 2005), esto ha aumentado la preocupación sobre los efectos de la economía de los biocombustibles en los precios de los alimentos, que aunque pueden ser transitorios, afectarían a las comunidades, especialmente, a las más pobres de los países en desarrollo.

Los efectos que tienen los biocombustibles sobre la Seguridad Alimentaria han sido ampliamente discutidos en el mundo académico, algunos estudios abordados de manera global (Ajanovic, 2011; Escobar et al., 2009b; Kim, 2009; Pimentel et al., 2009; Sandvik, 2008; Timilsina, Mevel, & Shrestha, 2011), otros se han enfocado en casos puntuales como Brasil (Augusto Horta Nogueira & Silva Capaz, 2013; La Rovere, Pereira, & Simões, 2011), Japón, China (Koizumi, 2013; Matsumoto, Sano, & Elder, 2009), Botswana (Kgathi, Mfundisi, Mmopelwa, & Mosepele, 2012), Etiopia (Negash & Swinnen, 2013), Tailandia (Wianwiwat & Asafu-Adjaye, 2012) e India (Kumar, Hiremath, Balachandra, & Ravindranath, 2009).

Sin embargo, no se ha llegado a ningún consenso, aunque son varias las explicaciones del aumento en los precios de los alimentos y varios los modelos que se han desarrollado para ilustrar este problema (Bazilian et al., 2011; de Gorter, Drabik, & Just, 2013; Sandvik et al., 2008; Schade & Wiesenthal, 2011). Se han propuesto tres aspectos para evaluar la seguridad alimentaria, con los cuales se puede calcular el nivel con el que se encuentra una población; disponibilidad, accesibilidad, utilización del alimento (Giraldo, 2013; Suresh & Prabuddha, 2009). Aún así, no todos los aspectos tienen relación directa con los biocombustibles.

Según la FAO (Organización de las naciones unidas para la agricultura y la alimentación); “Existe seguridad alimentaria cuando todas las personas tienen en todo momento acceso físico y económico a suficientes alimentos inocuos y nutritivos para satisfacer sus necesidades alimenticias y sus preferencias en cuanto a los alimentos a fin de llevar una vida activa y sana.” (Cumbre Mundial sobre la Alimentación, 1996).

Finalmente, se puede decir que a pesar de los estudios que sobre el tema se han realizado en varios países durante los últimos años, en la actualidad no es claro si el aumento de las plantaciones de biocombustibles contribuye a mejorar o a empeorar la situación de las comunidades, en cuanto a la seguridad alimentaria, ya que la literatura disponible sobre el impacto de los biocombustibles en la seguridad alimentaria no es concluyente. La discusión aún está abierta en la comunidad académica.

REFERENCIAS
Demirbas A. Political, economic and environmental impacts of biofuels: A review. Applied Energy. 2009 Nov;86, Supplement 1(0):S108–S117.
Jumbe CBL, Msiska FBM, Madjera M. Biofuels development in Sub-Saharan Africa: Are the policies conducive? Energy Policy. 2009 Nov;37(11):4980–6.
Mwakaje AG. Can Tanzania realise rural development through biofuel plantations? Insights from the study in Rufiji District. Energy for Sustainable Development. 2012 Sep;16(3):320–7.
J. Hill, E. N D, Tilman, S. P, D. Tiffany. Costs and benefits of biodiesel and ethanol biofuels. Proc Natl Acad Sci U S A. 2006;11206–10.

Acosta, A. D. (2008). Los Biocombustibles: Oportunidad o Amenaza. Revista VirtualPro.
Acosta, O., & Chapparro, A. (2009). Biocombustibles, Seguridad Alimentaria y Cultivos Transgénicos. Revista salud pública, 11(2), 290–300.
Ajanovic, A. (2011). Biofuels versus food production: Does biofuels production increase food prices? Energy, 36(4), 2070–2076. doi:10.1016/j.energy.2010.05.019
Augusto Horta Nogueira, L., & Silva Capaz, R. (2013). Biofuels in Brazil: Evolution, achievements and perspectives on food security. Global Food Security, 2(2), 117–125. doi:10.1016/j.gfs.2013.04.001.

Escritor: Gabriel Jaime Rivera León