LA TIERRA DEL FUEGO

Después de la lectura de un pequeño pero golpeador escrito, “Pensando en Michoacán para no pensar en Morelos.” de SeCo., y de los sonidos e imágenes que se presentaban sin mesura, un toque eléctrico detuvo mi pensamiento. La iconografía me hizo preguntarme entre las diferencias no simbólicas sino explícitas de estas autodefensas; esas que traen en sus brazos un cuerno de chivo (Aka 47) y esas otras que son encapsuladas por el ejército y que llevan como arma un machete. Las imágenes proporcionan una realidad múltiple, compleja, ¿quiénes son estos actores, cuál es su origen? Y ¿quién esta tras bastidores? Tierra Caliente, el escenario, Apatzingán el territorio a conquistar, las cruzadas del siglo S.XXI. Autodefensas contra los Caballeros Templarios. Y cómo en el medioevo, el Estado aguardando para recoger el despojo y tomar en sus manos la victoria, la liberación de la tierra prometida. ¿Para quién, me pregunto?.

La aparición de las autodefensas en Michoacán, tiene como eje la presencia y crecimiento exponencial de grupos delictivos del narcotráfico, desde los Zetas y los cárteles del Golfo, Sinaloa y Jalisco hasta la Familia Michoacana, y su escisión los Caballeros Templarios, siendo esta última agrupación la que mayores impactos ha provocado en la región en un lapso de 12 años.

Su objetivo, controlar el territorio y los recursos naturales que provee este estado, dotado de tierra fértil ideal para campos de producción de marihuana, 270 kilómetros de costa con el Pacífico, zona idónea para el arribo de cocaína y suministros para anfetaminas y el mayor puerto de carga a su servicio (Lázaro Cárdenas), una amplia zona boscosa donde se asientan pueblos con difícil acceso, y que se constituyen en espacios perfectos para ocultar un sinnúmero de laboratorios de metanfetamina con barrancos para ser ocupados eficazmente como fosas para el innumerable despojo humano. Sin olvidar la intervención de la red carretera, privilegiada por sus múltiples accesos para el trasiego de drogas hacia la frontera norte (Ciudad Juárez), la principal entrada de cocaína a Estados Unidos (90% de la cocaína que llega a México tiene como destino el mercado norteamericano), todas y cada una de estos elementos se presentan como incomparables ventajas competitivas en este negocio.

La producción de marihuana, en el negocio del narcotráfico, se presenta de manera inicial como una actividad que para las décadas de 1970 y 1980 -donde domina el cartel de Pablo Escobar y la demanda de cocaína-, como poco lucrativa, ya que ella encaraba problemas de secado, empaquetamiento y transportación, era voluminoso y los márgenes de ganancia era poco atractivos comparados a la cocaína.

Este hecho permitió, una regionalización “casi natural” del territorio mexicano, se construyo el puente (intermediario) entre el productor y consumidor de “coca” dejando en casi exclusividad la producción, distribución y comercialización de la marihuana. La geografía ayudo a este mercado, Sinaloa, Michoacán, Guerrero, Oaxaca, son territorios donde crece y se reproduce de manera abundante el cannabis, disminuyendo de manera sustancial los costos de producción. En nuestro caso, Michoacán es el tercer estado productor de marihuana, asentada dicha producción en 19 municipios.

En términos económicos, la producción de marihuana ha producido ganancias extraordinarias y para muestra un botón, en 2009 los beneficios económicos fueron de más de 19,000 millones de dólares anuales, en exportaciones, mismos que se reflejaron, en la revista FORBES registrando en su lista de los hombres más ricos del mundo al “Chapo” Guzmán. En este sentido, la producción de marihuana compite de manera directa con la producción agrícola de Michoacán, la cual es productora de limón, durazno, fresa, guayaba y aguacate este último uno de los más importantes ya que México históricamente ha sido el primer productor mundial, participa del 40% de la producción global y Michoacán contribuye con aproximadamente el 85% de la producción nacional.

Estos datos, nos conducen a visualizar a los primeros actores involucrados en la escena del movimiento de las autodefensas. Los pobladores de las zonas rurales, los productores, los campesinos, distintos, diferenciados por la posición y la posesión que sobre el recurso natural tienen; terratenientes, pequeños propietarios y las comunidades indígenas. Estos serán de primera instancia los agraviados e intervenidos por el narcotráfico, el espacio territorial debe ser dominado y esto implicará para los productores y las comunidades un trastocamiento en su vida cotidiana. Transitando de un ambiente social de buena vecindad a una zona de guerra, caracterizada por el terror, la extorsión, los “levantones”, las violaciones, los asesinatos, y todo tipo de acto criminal que se desarrolla al resguardo de las autoridades locales, sean estas municipales y estatales.

La penetración y control del espacio geográfico, de los Caballeros Templarios se caracteriza por el uso permanente y exponencial de la violencia. Para las comunidades indígenas, el primer impacto se presenta con la apropiación y expulsión ilegal de tierras con la consecuente sustitución de productos agrícolas por cultivos de narcóticos, y en las zonas boscosas la instalación de laboratorios de metanfetaminas. El asentamiento de los Templarios en su zona, significará el control hacia las comunidades. Esta intervención destruye la economía campesina, provoca desplazamiento de población, y a aquellos que permanecen son sujetos de extorsión y violencia permitida por las autoridades municipales y estatales, generando un deterioro rápido de la red social comunitaria.

La segunda línea de ataque para los Templarios serán los terratenientes, los pequeños propietarios, dedicados a la producción de limón, aguacate y los ganaderos. Para estos, la estrategia se fincó en primera instancia en el pago de “derechos” los llamados derechos de piso, que implicaron la intromisión al proceso productivo, para más tarde controlar el proceso de comercialización (empaquetadoras) y la distribución con la puesta en marcha de retenes y controles de acceso en carreteras.

Para los terratenientes, la extorsión, el levantón (secuestro) y finalmente el homicidio. Cabe señalar que, estos mecanismos se reprodujeron a los empresarios involucrados en la siderurgia y más tarde se extendieron de manera natural a la ciudadanía rural y urbana. El territorio fue controlado a través de la violencia, la impunidad y con la contribución de un Estado omiso, cómplice, inoperante. Preguntas vienen y van: ¿Todos estos actores estarán dispuestos a la legalidad?, ¿Dejarán de ser reactivas las autodefensas? ¿El Estado, transformará su política antinarco, que solo ha dejado alrededor de 136 mil muertos?

Escritor: martha sanchez

Los comentarios están cerrados.