LA VIRGINIDAD DE LAS NIÑAS EN LAS COMUNAS DE MEDELLIN TIENE UN PRECIO

La experiencia tratada en esta publicación es el recorrido como profesional del área psicosocial, es un tema doloroso y es el resultado del paso por las diferentes comunas de la ciudad de Medellín-Colombia. Es e l abordaje de muchos de los problemas familiares que se evidencian en los habitantes de estos sectores deprimidos del Valle de Aburra (nombre que también se le da a la ciudad de Medellín, por ser un territorio donde habitaron hace 2.300 años los indios aburraes). Es la tragedia humana y social, preguntas y respuestas acerca de la existencia de unas niñas que apenas comienzan a dejar los juguetes; es la historia contada por una madre de una las protagonistas de este suceso. Me encontraba caminando por los corredores de un colegio de la comuna 1, al cual estaba asignada como psicóloga clínica; depronto aviste a una mujer que venía hacia mí muy angustiada y con paso apresurado. – ¿Es usted la psicóloga del colegio?.

Si señora soy yo, a la orden – Tengo un problema muy grande, una inmensa tristeza, y mucho miedo de contar lo que a mí, a mi familia y sobre todo a mi hija, nos sucedió. – ¿Usted me puede escuchar?.- Es muy delicado, es de vida o muerte, y quiero confiar en usted – Si señora, bien pueda, pasemos al consultorio. La mujer empezó a llorar, era su llanto casi imparable, sollozaba, y tenía la cabeza inclinada. Su cuerpo en momentos se desvanecía. Entonces le dije: -Por favor cálmese un poco, respire profundo, trate de controlarse y dígame, que ha pasado.

Mire Doctora, yo estoy que me muero de dolor, quiero gritar, quiero irme lejos y huir de este barrio. A mi hija la vendieron, si, la vendió una misma compañera; de este colegio. Todo empezó el Jueves pasado cuando la niña salió en la mañana para el colegio a estudiar. Eran las 2 de la tarde y todavía no llegaba a la casa. A veces es normal que se retrase; pensé yo. Como a las 5 de la tarde por fin llego y en compañía de tres niñas del colegio. Dos del mismo grupo A y la otra niña de otro grupo.

Yo lo vi normal, y las invite a tomar el algo (el algo es una merienda, que se acostumbra a tomar en las tardes en la mayoría de las familias antioqueñas). Mi hija se me acerco y me dijo que si dejaba quedar amaneciendo a la niña del grupo B en la casa. Le pregunte porque, si al fin y al cabo apenas si conocía a esta niña; y que si era que no tenía casa. –Mami, me dijo mi hija. – Lo que pasa es que a mi amiga la violaron, la violo un tío, y ella no quiere regresar más a la casa. Déjala quedarse aquí dos días no más mientras ella se va para donde otra familiar. Ahhhh, bueno, pero solo dos días, aquí no tenemos las suficientes comodidades para tanta gente. –Lo hice por pesar, porque le creí la ´´triste historia´´ que nos contó a todas.

Y así fue como entro a tomar confianza en mi hogar; que iba a sospechar yo, que esta adolescente de 14 años nos haría tanto daño. -Le ofrecí una aromática. Y le dije: Continúe mi señora -¿Y porque afirma usted, que esta niña es la culpable de su dolor? – Claro es sencillo, desde el Jueves se quedó en la casa, y el Viernes muy querida, muy formal; me pidió permiso para ir a comer helados con mi hija y con las otras dos compañeritas; las dos mejores amigas de mi hija en el colegio. En ningún momento sospeche que era para ir a mostrar la ´´mercancía´´; como se les denomina a las jóvenes que son vendidas para tener sexo con hombres de otros pueblos o del exterior. Yo les dije que sí, y que solo dos horas no más. O que si no, que yo iba por mi hija. Regresaron temprano. Solo que había algo que no me cuadraba, la niña del grupo B; tenía muy buena ropa, ropa de marca, un celular muy caro (equipo móvil de telefonía); que para las jovencitas de este barrio son casi que imposible de comprar.

El Domingo me levante muy temprano, como a las 7 de la mañana, fui a la pieza a llamar a mi hija y a la chica del grupo B; pero fue grande mi sorpresa, no estaban. Y mi hija me dejo una nota que decía: ´´No me esperes más me voy a trabajar a un lugar muy hermoso, a ganar mucho dinero; mi amiga (la del grupo B) me va a ayudar´´. En la tarde como a las 6, mi hija milagrosamente regreso, con una ropa muy bonita, maquillada, y con una aptitud rara; parecía drogada. En medio de su desconcierto, me conto que esa amiga B; la había engañado, y la monto junto con sus dos amiguitas a un taxi; en el trayecto hacia una ruta desconocida, me decía; que les dieron arroz chino, y las obligaron a tomar licor; pero mi hija sospecho y empezó a entender que algo andaba mal. Y cuando tuvo la oportunidad se logró tirar del carro en una parada.

– Mi niña; que tiene 12 años apenas, y yo; nos fuimos inmediatamente a una unidad de atención de derechos humanos. Denunciamos los hechos, y relatamos todos los detalles. Solicite protección para toda mi familia, pero a veces es muy triste porque las autoridades no creen mucho en las evidencias de las cosas que pasan en las comunidades pobres. Las otras dos niñas, de apenas 11 y 13 años de edad; fueron ultrajadas en su integridad personal de manera involuntaria, bajo los efectos de alcohol y drogas; abusadas sexualmente toda una semana por 4 hombres de nacionalidad extranjera, ni siquiera usaron métodos anticonceptivos de prevención de enfermedades sexuales. Finalmente fueron ´´tiradas´´ a la calle como cualquier objeto que se usa y ya no ´´sirve´´. Estas niñas quedaron ´´libres´´, porque los sujetos sabían que mi hija los delataría y podría identificar al supuesto primo de la chica del grupo B; pues fue la persona que también estuvo compartiendo helado con las tres adolescentes; y es el principal sospecho y supuesto culpable del secuestro y trata de personas perpetrado en menores de edad.

Mi hija al igual que muchas adolescentes de esta comuna, es conquistada fácilmente por un celular caro, por una montada en una moto, de esas que hacen mucho ruido y son grandes; por mecato (son golosinas, helados y papitas). Les venden ilusiones y un futuro incierto. Afortunadamente, cuando mi niña estaba montada en ese carro, logro recordar aquellos regaños, aquellas palabras que cada día yo le decía: ´´Mija no se deje comprar por nada, ni por nadie, así seamos humildes, y solo tengamos para comer, pero tenemos dignidad, tenemos salud, tenemos ganas de luchar por un futuro más próspero.

Le pregunte: ¿Qué desea usted que haga yo por su hija?-Mucho, deseo que usted cuente esta historia para que muchas madres y padres de familia traten mejor a sus hijos, con más cariño, más amor, más tiempo. Y para que nuestros niños y niñas no cambien su dignidad y sus derechos por un celular o por ropa cara. Deseo también que las autoridades realmente investiguen y castiguen a los culpables de estos hechos tan atroces. Y que cada día protejamos a nuestros hijos de las personas malas e indeseables que nos rodean.

¿Usted quiere que su hija inicie un tratamiento psicológico, al igual que su grupo familiar? Si Doctora, pero yo debo de irme, de mi barrio; otra vez. Ya serian dos veces que somos una familia desplazada por culpa de las personas que no tienen compasión y son malas de corazón. -Esta bien respeto su decisión; pero créame es usted muy valiente y le voy a entregar un documento que le servirá como soporte para que valoren su testimonio desde la parte de salud mental, y le sirva como ayuda a la denuncia que usted formulo.

Estos trágicos y condenables hechos, que a veces se vuelven cotidianos; obedecieron a un complejo entramado de causalidades, cuyo escudriñamiento revela la intolerancia socio-económica; ya tradicional de las formas de convivencia en las personas más pobres de las esferas barriales de Medellín. Es el accionar de algunos grupos de jóvenes que desean un futuro inmediato de lujos, carros, motos, mujeres y sexo; a cualquier precio. O a veces la precaria y fraccionada institucionalidad estatal. Pero ante todo esa persistente forma arcaica de pensamiento de los humanos; que infravaloran lo material, antes que lo espiritual. También un ejercicio político caracterizado por la exclusión social. Pero ante todo ese injusto señalamiento manifiesto, casi global de las economías ilegales del comercio de las drogas y de mujeres; con el que miran a un país ´´subdesarrollado´´ como Colombia.

Escritor: Rosalba Montes Barrientos.

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