Los cinco anillos del líder

Paralelo a Sun Tzu y su obra “El arte de la guerra” escrita en el año 400 a.c. aparece en escena Miyamoto Musashi, considerado el último samurái del cual se tenga conocimiento alguno en la historia japonesa, con su obra “El Libro de los Cinco Anillos”, un texto escrito en el siglo XVII, el cual aborda el tema del arte del combate y la sabiduría del guerrero desde la visión y misión misma del samurái. Este libro ha sido destacado no solo por su valor histórico, sino por su contenido estratégico, considerado una guía para líderes.

“El Libro de los Cinco Anillos” nos habla sobre Musashi y su vida de samurái, cuando el honor y el valor del guerrero lo era todo para su existencia. Estos antiguos personajes poseían una filosofía de vida fundamentada en el control de sus movimientos y acciones, y en la formación espiritual, la cual les permitía vencer cualquier tipo de situación amenazante o problema que tuvieran. Musashi escribió uno de los textos históricos más importantes sobre la perseverancia y la actitud vencedora del guerrero japonés. La obra fue escrita originalmente como una guía para alcanzar el camino hacia el éxito, presenta en su contenido cinco anillos o pasos para el entrenamiento del ser en su camino de transformación en guerrero; y para ello, recurre a la enseñanza de cinco manuscritos vivenciales que nos hablan de: la tierra, el agua, el fuego, el viento y el vacío.

El ser humano camina de la mano con la naturaleza misma, todo fluye y todo cambia, nada es dejado al azar. Cada una de nuestras acciones tienen una consecuencia y toda palabra o pensamiento constante tiene un poder superior al de un golpe de un sable en acción. El primer manuscrito es el de la tierra (chi), nos habla del conocimiento de nuestro ser, las debilidades y sobre todo las fortalezas. Toda persona lleva consigo el espíritu del guerrero que anda por caminos llenos de flores y recorre terrenos áridos con piedras y espinas; en este último se forja el alma del guerrero. El libro nos dice que todos los caminos son importantes, todos son uno solo, la unidad que existe entre el ser interior y nuestro cuerpo son uno mismo.

El ritmo y la perfección en los movimientos del guerrero están dados por la disciplina en la actividad física, y junto a ello el control de sus actos logrado gracias al entrenamiento continuo. Estas son las razones que mueven al samurái, el reconocimiento del entorno que lo rodea y el alma de niño inquieto que todo lo quiere conocer. El agua (mizú) es el segundo manuscrito del guerrero, nos habla de la fluidez, la claridad y la adaptabilidad de nuestros pensamientos ante los otros. Musashi sugiere escuchar antes de hablar, tener en cuenta la opinión del otro, mantener las ideas claras y la tranquilidad en el espíritu para fluir y avanzar rítmicamente como lo indica el libro, con pasos seguros y talones ligeramente levantados para ir siempre hacia adelante.

Con la tranquilidad que produce un sorbo de agua en nuestro organismo, el agua que puede adaptarse a un recipiente o cubrir un gran espacio sin tener en cuenta la superficie de este. Musashi nos invita a observar el elemento agua, el más blando y cambiante de todos. No obstante, este manuscrito nos indica que el agua vence todo lo duro y fuerte. Lo blando vence a lo duro y lo fuerte vence a lo débil, la cortesía vence a lo hostil. El guerrero comprende y pone en práctica el poder del agua.

La disciplina y el dominio de las emociones desde la integridad del ser nos permiten ahondar en el tercer manuscrito. El fuego (hi) puede ser grande o pequeño, y su naturaleza cambia repentinamente. Musashi nos habla de la acción y el enfrentamiento de los retos y situaciones adversas, para ello, hay que tener en cuenta las tácticas que nos lleven siempre a una victoria, la respiración es una de ellas, controlar el tono de la voz y llevar siempre el ritmo de la conversación es de vital importancia. Adicionalmente, la mirada debe dirigirse a donde las manos apunten, esto permite tener coherencia con las ideas y mantener el control del cuerpo. El fuego nos invita al autocontrol, a construir mensajes con la mente serena y la palabra segura.

El cuarto manuscrito es el viento (kase), simboliza la construcción del estilo personal, de la identidad y de la manera de ser. Aunque nos esforcemos día tras día, si nuestro corazón no está de acuerdo con lo que hacemos, aunque pensemos que estamos en el camino correcto, no es el camino verdadero. El viento nos habla de estar siempre tranquilos y en paz con nosotros mismos, recibir la suave brisa que genera equilibrio en nuestras vidas.

El conocernos a nosotros mismos, representa el punto de partida para reconocer la situación que nos confronta. El vacío (ku) es el último manuscrito. Este es un elemento clave para tener en cuenta al recorrer el camino del guerrero. El vacío nos indica que no existen secretos, la naturalidad y el camino del guerrero se debe dar de manera natural y espontánea. El vacío representa estar ligero de equipaje, libre de toda prevención y atento a lo que vendrá.

“Musashi nos lleva a ese lugar donde la mente no se detiene, donde todo fluye de manera natural y espontánea, donde existen todas las posibilidades y nos armonizamos con todo el universo”. Además de lo expresado en el libro, el vacío nos invita a tener el espíritu tranquilo, a poner todo nuestro corazón en las cosas que hacemos y a estar motivados día a día. El camino del guerrero está marcado por cada uno de los elementos. Los cinco anillos serán usados por el guerrero que escriba su propia historia. Este texto está basado en el “Libro de los Cinco Anillos” de Musashi.

Escritor: Álvaro Medina Mejía