Las pinturas rupestres son la primera manifestación cartográfica que puede ser rastreada. Estas representaban a los seres humanos desarrollando actividades en un sitio específico. Se ilustraban rasgos característicos geográficos que, pudiesen ser reconocibles. Estás técnicas iban desde marcas realizadas en el tronco de árboles hasta monolitos. El dominio del fuego, la elaboración de herramientas y el desarrollo de la agricultura fueron avances tecnológicos cuyo conocimiento debía ser preservado y transmitido. Nuevamente en los primeros mapas se indicaba el lugar en los que se podía encontrar yacimientos de roca o de metales.
El desarrollo del intercambio de mercancías implicó la necesidad de explorar nuevos territorios, por lo tanto, los primeros exploradores; encargados de aventurarse por desconocidas tierras perfeccionaron las técnicas para indicar el camino de regreso. El intercambio comercial potencializó el uso de los mapas, a estos se añadieron objetos no propiamente terrestres como las estrellas que, agrupados en constelaciones, se convirtieron en marcas reconocibles para cualquier explorador. A partir de ese momento la cartografía brindó la posibilidad de, forma amplia, conocer la esfera terrestre. También permitió a la especie humana aventurarse por lugares remotos sin temer a perderse o no regresar como se relata en los mitos de los argonautas y Odiseo en la cultura griega, o de los pueblos salidos de Aztlan fundadores de Tenochtitlan.
[…]Representar la tierra y el universo es uno de los sueños más antiguos de la humanidad. Desde hace siglos, el hombre se ha interesado por todo lo concerniente a la tierra en que vive. En los tiempos más remostos se limitó, naturalmente, a las inmediaciones de su hogar; después se extendió hasta la distancia de los mercados o lugares de intercambio y finalmente, con el desarrollo de los medios de transporte, por el mundo entero. Siempre ha sido evidente la especulación relativa a las dimensiones, la forma y la composición de la tierra.
La necesidad de exploración ha llevado a que la especie humana se aventuré más allá de las fronteras terrestres hacía las profundidades del espacio exterior, hecho que ha contribuido a elaborar una nueva forma de plasmar mundos, estrellas y constelaciones inalcanzables para nosotros y algunas generaciones futuras. El primer paso ya lo dio la Nasa cuando el astrofísico Carl Sagan colocó a bordo de la sondas Voyager I y II, un disco de oro en el cual se representaba a la especie humana e indicando el lugar de procedencia de dicho artefacto tecnológico, con el fin de que si una civilización extraterrestre la encontrase pudiese hallar la ruta hacía el sistema solar.
Pero antes de abordar la astronave con destino a Andrómeda y otras galaxias es necesario retornar al viaje trazado por este texto y preguntarse, ¿cuál ha sido el uso de la cartografía a través de la historia conocida? ¿Cuál es el uso que nos presta en la actualidad? Nancy Aguirre Gutiérrez señala: “[…]Los mapas más antiguos existentes, fueron elaborados sobre baldosas de arcilla por los babilonios en el año 2.300 a. C. para el cobro de impuestos; sin embargo en ellos aún no incorporaban otros conceptos del planeta en que vivían”.
Aquello que no aparecía plasmado en un mapa se interpretaba como aquello que no existía. Tal idea tuvo bastante repercusión en occidente hasta el punto de influenciar a nivel mítico en el imaginario de los pueblos. Este fue el caso de la Atlántida, la cual Platón describe como: “[…]una isla mayor que Libia y Egipto juntas, ubicada más allá de la columnas de Hercules”. La cartografía elaborada por los navegantes alimentó el fervor y la creencia en criaturas exóticas y míticas que poblaban los océanos. Mientras ello sucedía, los fenicios exploraron la cosa occidental del continente africano y establecieron rutas de comercio marítimo hasta en las cercanías del mar del norte.
La cartografía ha llegado a crear un discurso de la oficialidad que solo se registra mediante el mapa dependiendo de los avances de la época, a la vez que los mapas misteriosos y enigmáticos que, de vez en cuando aparecían fomentaban el fervor popular de una sociedad remontadamente antigua que ya había explorado el globo terráqueo. Tal es el caso de los mapas del navegante turco Piri Reis, datados de 1459, en los cuales aparece no sólo el continente americano completo, sino que también se ilustran animales típicos del nuevo mundo como las llamas, mucho años antes del viaje de Cristóbal Colón a América. Incluso, aparece plasmado el continente antártico de forma exacta a cómo se vería sin el casquete de hielo que lo cubre, hecho que sólo pudo ser corroborado a finales de los años sesenta con ayuda de los satélites.
Más allá de estos hechos anecdóticos, la cartografía continua siendo el medio a través del cual se puede plasmar una cantidad de información en torno a las potencialidades, usos posibles y características no sólo del entorno natural sino del entorno urbano. Arquitectos como Le Corbusier intentaron elaborar cartografías que no sólo racionalizan los espacios urbanos, también pretendían dar los parámetros del como el ser humano debía habitarlos. Tal idea procuraba alcanzar el sueño utópico iniciado por Alejandro Magno de construir un espacio y entorno urbano que se rigiera por la razón.
BIBLIOGRAFÍA
AGUIRRE GUTIÉRRREZ, Nancy. Principios básicos de cartografía temática. Instituto Geográfico Agustin Codazzi. 1998.
PLATON. Critias o de la Atlántida. En Diálogos Tomo III. Ediciones universales,
Escritor: Héctor Augusto Rotavista Hernández