ORÍGEN DEL MUSEO NACIONAL DE COLOMBIA

La historia del Museo Nacional inicia en 1823, una fecha muy cercana al año en el cual Colombia gana su independencia definitiva de la corona española Colombia, que fue en 1819. La razón de esta cercanía cronológica es que mientras se desarrollaban las luchas por nuestra independencia, las cuales buscaban establecer una nación soberana, los dos principales líderes de ésta deciden iniciar rápidamente las gestiones para que nuestra nación fuera reconocida como tal por las potencias europeas.

Simón Bolivar (Caracas, Venezuela, 1783 – Santa Marta, Colombia, 1830) y Francisco de Paula Santander (Rosario de Cúcuta, 1792 – Bogotá, 1840), los principales líderes del movimiento de independización de la nación colombiana, aprovechan el Congreso de Angostura, que se llevó a cabo el 15 de febrero de 1819, para dar legitimidad a la nueva nación del continente suramericano a través de la redacción de una Ley Fundamental. Dentro de los documentos oficiales que acompañan la expedición de la Ley fundamental, se encuentra un poder que data del 24 de diciembre del mismo año en la cual se encargan al destacado político y científico paisa Francisco Antonio Zea (Medellín, 1766-Bath, 1822), un viaje diplomático hacia Francia e Inglaterra con el fin de “lograr el reconocimiento político de Colombia” para conseguir recursos con los cuales financiar las guerras de independencia y conformar proyectos que propiciaran el progreso del país, dentro de estos proyectos está el de conformar el Museo Nacional y Escuela de Minas.

En lo referente a la creación del Museo, Zea se encargó de contactar a los científicos con los cuales conformarían la planta de investigadores y docentes del Museo y la Escuela de Minas. Este grupo quedaría conformado por 5 científicos: En lo referente a la creación del Museo, Zea se encargó de contactar a los científicos con los cuales conformarían la planta de investigadores y docentes del Museo y la Escuela de Minas. Este grupo quedaría conformado por 5 científicos:

El primero en firmar contrato para llevar a cabo el proyecto de la creación y dirección del Museo y la Escuela de Minas en Bogotá fue el peruano Mariano Eduardo de Rivero, este contrato lo firma el 1 de mayo de 1822 en París. Rivero era reconocido en España y Francia por sus investigaciones científicas como ingeniero de minas, geólogo y químico mineral. En el contrato rezaba que Rivero “debía formar una colección mineralógica para el museo, debía adquirir un laboratorio químico con los instrumentos necesarios y una biblioteca de ciencias naturales.”, además de impartir lecciones en la Escuela. El salario que el gobierno decidió pagarle a Rivero por su trabajo era de 4.000 pesos por un año, el mismo sueldo que recibía en aquel entonces el vicepresidente.

El 28 de mayo se une a la comisión Jean-Baptiste Boussingault quien era un joven químico, ingeniero de minas y agrónomo quien en su contrato se comprometía “a dar lecciones de mineralogía y de química, a desempeñar el cargo de ingeniero de minas y a colaborar con Rivero en la dotación del museo y la escuela”. Tanto Rivero como Boussingault fueron protegidos por el barón de Humbolt, el famoso científico y explorador francés que en el pasado había viajado por territorio americano.

Posteriormente a este proyecto se fueron sumando Francois Desiré Roulin, quien se desempeñaría como docente y apoyaría la instalación del museo. Jacques Bourdon y Joustine-Marie Goudot, que eran taxidermistas del Muséum de París (…) fueron contratados como preparadores y coleccionistas del museo”. Cabe señalar que hubo un colombiano dentro de este grupo, fue José María Céspedes, sacerdote bachiller en derecho que se inició como científico por leer un libro de Linneo y quien se desempeñaría como docente.

El 20 de Septiembre de 1822 la Comisión completa se embarca hacia Colombia y arriban en el mes de noviembre en las costas de La Guaira, departamento de Venezuela, donde los expedicionarios se dividen. Boussingault y Rivero se encaminan a Bogotá vía terrestre, viaje en el cual realizan todo tipo de acotaciones y observaciones científicas como etnográficas.

El aerolito, la primera pieza del museo metálicos.los lugareños habían visto caer del cielo al aerolito como una bola de fuego grande el Viernes Santo de 1810 (20 de abril) en un lugar despejado cerca del pueblo. La masa fue encontrada al día siguiente, Sábado Santo, por una joven llamada Cecilia Corredor; tras su hallazgo la desconocida piedra fue llevada a la alcaldía donde permaneció guardada por 8 o 10 años, según cuenta en una carta Boussingault a su maestro Humbolt.

En esta carta, el joven científico también señala que tras su identificación, junto a Rivero compraron el aerolito por un valor de 20 piastras, es decir, 100 francos, y también adquirieron otras piezas de hierro que los lugareños les ofrecieron. Muchas de estas muestras que los científicos adquirieron fueron enviadas a Europa con el fin de ser investigadas. Cabe señalar que con el hierro del aerolito se hizo forjar una espada que se ofreció a Simón Bolívar y tenía una inscripción en la cual rezaba que la espada se había hecho con hierro caído del cielo para defensa de la libertad.

El desplazamiento del aerolito fue un problema debido, en primer lugar, al estado de las vías y los medios de transporte, y en segundo lugar, debido al peso del objeto que era de aproximadamente 750 kilogramos, tanto así que la pieza fue olvidada y no se movió de Santa Rosa sino 80 años después. En 1875 el aerolito es puesto en una columna hecha por la ciudadanía.

Bibliografía
– Rodríguez Prada, María Paola, “Origen de la institución museal en Colombia: entidad científica para el desarrollo y el progreso” en Cuadernos de curaduría, num 6, enero-junio, 2008 en http://www.museonacional.gov.co/cuadernos/6/institucion.pdf
– Segura, Martha. (1995) Itinerario del Museo Nacional de Colombia. Tomo I, Cronología, 510 págs. Instituto Colombiano de Cultura, Museo Nacional de Colombia.

Escritor:  Jaquelin Andrea López Murillo