PAPEL DE LA MUJER EN LA IGLESIA

Últimamente he escuchado muy a menudo al Papa Francisco I, su carisma y espontaneidad me conmueven y me invita a seguirlo y recientemente se ha pronunciado con respecto al papel de la mujer en la iglesia y luego de escucharlo he sacado algunas conclusiones:

  • Su rol no es sólo el de la maternidad, es mucho más fuerte, es el ícono de la virgen.
  • Ayuda a crecer a la iglesia.
  • No se entiende a la iglesia sin la presencia de la mujer activa, porque la iglesia es femenina, es esposa y madre.
  • Invita a realizar una profunda teología de la mujer.
  • La mujer en la iglesia es más importante que los obispos y que los curas.
  • No buscar igualar las mujeres a los hombres, porque anula el valor de la mujer.
  • La grandeza de la mujer no está solo en la maternidad, es ícono y signo viviente de la maternidad de la iglesia, de dedicación.
  • Mujer como ejemplo de fortaleza y reciedumbre, pero sin perder la ternura femenina como lo hizo la virgen al pie de la cruz.

Por lo general es la mujer quién acerca más a los hijos a la vida de Dios, es más creyente y practicante que el hombre, San Josemaría en el libro Conversaciones con Mons. Escrivá de Balaguer expresa muy bien este llamado de la mujer:

“La mujer está llamada a llevar a la familia, a la sociedad civil, a la Iglesia, algo característico, que le es propio y que sólo ella pueda dar: su delicada ternura, su generosidad incansable, su amor por lo concreto, su agudeza de ingenio, su capacidad de intuición, su piedad profunda y sencilla, su tenacidad….La feminidad no es auténtica si no advierte la hermosura de esa aportación insustituible, y no la incorpora a la propia vida.

Para cumplir esa misión, la mujer ha de desarrollar su propia personalidad, sin dejarse llevar de un ingenuo espíritu de imitación que –en general- la situariía fácilmente en un plano de inferioridad y dejaría incumplidas sus posibilidades más originales. Si se forma bien, con autonomía personal, con autenticidad, realizará eficazmente su labor, la misión a la que se siente llamada, cualquier que sea: su vida y su trabajo serán realmente constructivos y fecundos, llenos de sentido, lo mismo si pasa el día dedicada a su marido y a sus hijos que si, habiendo renunciado al matrimonio por alguna razón noble, se ha entregado de lleno a otras tareas. Cada una en su propio camino, siendo fiel a la vocación humana y divina, puede realizar y realiza de hecho la plenitud de la personalidad femenina. No olvidemos que Santa María, Madre de Dios y Madre de los hombres, es no sólo modelo, sino también prueba del valor trascendente que puede alcanzar una vida en apariencia sin relieve.”

Balaguer, M. E. Conversaciones con Mons. Escrivá de Balaguer. RIALP.87

El papa Francisco también nos recuerda que el primer testimonio de la resurrección fue de las mujeres, y que esa debería ser un poco la misión de la mujer y madre, dar testimonio a los hijos y nietos que Jesús es vivo, es vida y verdad.

Y es precisamente con fortaleza, convicción, genialidad, ternura y principalmente con amor que la mujer es capaz de sacar su familia adelante, en cualquier situación de nuestra vida, ante cualquier dificultad como lo es en este caso el desarraigo, la mujer es el pilar. Y Juan Pablo II se refiere al genio femenino en su carta a las mujeres de esta manera:

“La Iglesia ve en María la máxima expresión del « genio femenino » y encuentra en Ella una fuente de continua inspiración. María se ha autodefinido « esclava del Señor » (Lc 1, 38). Por su obediencia a la Palabra de Dios Ella ha acogido su vocación privilegiada, nada fácil, de esposa y de madre en la familia de Nazaret. Poniéndose al servicio de Dios, ha estado también al servicio de los hombres: un servicio de amor. Precisamente este servicio le ha permitido realizar en su vida la experiencia de un misterioso, pero auténtico « reinar ». No es por casualidad que se la invoca como « Reina del cielo y de la tierra ». Con este título la invoca toda la comunidad de los creyentes, la invocan como « Reina » muchos pueblos y naciones. ¡Su « reinar » es servir! ¡Su servir es « reinar »!…

…. Por otra parte, precisamente en la línea de esta economía de signos, incluso fuera del ámbito sacramental, hay que tener en cuenta la « femineidad » vivida según el modelo sublime de María. En efecto, en la « femineidad » de la mujer creyente, y particularmente en el de la « consagrada », se da una especie de « profecía » inmanente (cf. Mulieris dignitatem, 29), un simbolismo muy evocador, podría decirse un fecundo « carácter de icono », que se realiza plenamente en María y expresa muy bien el ser mismo de la Iglesia como comunidad consagrada totalmente con corazón « virgen », para ser « esposa » de Cristo y « madre » de los creyentes. En esta perspectiva de complementariedad « icónica » de los papeles masculino y femenino se ponen mejor de relieve las dos dimensiones imprescindibles de la Iglesia: el principio « mariano » y el « apostólico-petrino » (cf. ibid., 27).

A lo largo de estos años viviendo fuera he conocido muchas familias que tristemente se han desintegrado y en la mayoría de los casos uno de los motivos ha sido que la mujer no ha podido enfrentar una situación claramente difícil pero que considero nunca puede estar por encima de la familia.

Creo que no puede haber mayor motivación para una mujer, para una madre, el de construir y sacar adelante a su familia, con entrega incondicional por encima del egoísmo e individualismo, buscando fervientemente la perfección de cada integrante en la familia.

“Siempre ten presente que la piel se arruga,
el pelo se vuelve blanco,
los días se convierten en años…
Pero lo importante no cambia;
tu fuerza y tu convicción no tienen edad.
Tu espíritu es el plumero de cualquier tela de araña.
Detrás de cada línea de llegada, hay una de partida.
Detrás de cada logro, hay otro desafío.
Mientras estés viva, siéntete viva.
Si extrañas lo que hacías, vuelve a hacerlo.
No vivas de fotos amarillas…
Sigue aunque todos esperen que abandones.
No dejes que se oxide el hierro que hay en ti.
Haz que en vez de lástima, te tengan respeto.
Cuando por los años no puedas correr, trota.
Cuando no puedas trotar, camina.
Cuando no puedas caminar, usa el bastón.
Pero nunca te detengas!!!”
(Madre Teresa de Calcuta)

Quisiera finalizar diciendo que como mujer no podríamos tener mejor modelo a seguir que la Virgen María, es ella la que nos facilita el camino hacia Jesús, la que nos orienta, nos escucha en nuestros momentos de angustia, de dudas y de alegrías también.

Autor: Sabrina Moloney

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