Prevención de embarazos

Entre los daños que más preocupan a los padres y las instituciones sanitarias y educativas está el del embarazo no deseado. Como decíamos, el énfasis en el riesgo de embarazo asociado a las relaciones sexuales es lo primordial de la educación sexual, sobre todo de las chicas, y el método propuesto para ellas es, más que la prudencia, la abstinencia.

Pero no son de este papel la mayoría de los adolescentes. La situación social de permisividad y de sobreexcitación -la nuestra es una cultura altamente erotizada con constantes estímulos sexuales en la publicidad y en otros ámbitos-, es en parte responsable. En las clases de sexualidad, además de no valorar en absoluto la virginidad, hemos podido constatar que piensan que la edad para comenzar a mantener relaciones coitales son los 16 años y que es raro que un joven de más edad.

Para estas cada vez más prematuras relaciones coitales, los jóvenes piensan que el método anticonceptivo más apropiado para ellos, a su edad y con la frecuencia de relaciones que tienen, es abrumadoramente el preservativo, y esto lo tienen muy claro. Consideran también que es el mejor método para evitar las enfermedades de transmisión sexual si hacemos caso de los datos de la encuesta

Durex5 para España, donde justamente un 85% de los jóvenes entre 16 y 20 años afirman preferir el preservativo como método anticonceptivo. En general todos los estudios actuales sobre la adolescencia y la juventud demuestran que estos tienen una actitud bastante positiva hacia los anticonceptivos y hacia el preservativo en particular. También, como hemos comentado anteriormente, demuestran que tienen un conocimiento razonablemente bueno del sida y de las formas de contagio, PERO solamente una minoría usa realmente el preservativo.

¿Por qué no ponen en práctica lo que saben? Quizás la respuesta de la familia y del sistema educativo y sanitario en estas conductas ha sido inadecuada. Una mala y poco generalizada educación sexual limitada a la anatomía del sistema reproductor, los medios anticonceptivos y las enfermedades de transmisión sexual, y una asistencia sanitaria escasa.

¿Qué esperamos de nuestros jóvenes, inmersos como están en una sociedad fuertemente sexualizada que no dispone de rituales de instrucción para las relaciones sexuales y con un modelo adulto de relaciones reales y cinematográficas coital? ¿Qué otros modelos alternativos da esta sociedad a nuestros jóvenes? La abstinencia? Confusión, desorientación -lo puedo hacer si soy varón; no lo puedo hacer si soy mujer-, insatisfacciones, culpa … son algunas de las consecuencias de esta deficiente educación.

Nosotros pensamos que las orientaciones educativas deben centrarse más en el aspecto procedimental (trabajar las habilidades sociales de negociación de prácticas seguras y placenteras, las habilidades motoras y las conductas) que en el declarativo (dar información), contrariamente de lo que hace en la actualidad la mayor parte de la educación preventiva. La instrucción es fácil, la educación es realmente compleja. Para que nos exige un análisis profundo de la situación actual, de las expectativas de la juventud, de la sociedad en general y de nuestras mismas, y sobre todo reclama la inclusión de una perspectiva de género que evidencie las diferencias con que se nos educa y cómo influyen los roles en nuestra conducta sexual. No podemos encarar el tema de la prevención sin evidenciar que los modelos estereotipados de la masculinidad y de la feminidad actuales fomentan los riesgos. Ni sin proporcionar un modelo de género más actual.