Ser creativo, como desafío posible y socio económico

Ser creativo tiene que ver con lo que se cree (como proceso de lo que se piensa),  se imagina y luego se manifiesta y plasma en un papel, pantalla de notebook u ordenador, en un bastidor, pared o muro, en la confección de indumentaria, en la elección de la ropa que se usa cada día,  o de lo que se ve a través de una lenta de una cámara de fotos, etc.

Existen procesos creativos conscientes y en los que se usa la voluntad y todo el conocimiento o experiencia anterior más el aporte de un toque casi de un “alerta” que se encuentra en el cerebro pero recorre todo el cuerpo de quien crea. Se observa. Se conoce, se presiente, se intuye pero se experimenta, todo en simultaneo. Ambos hemisferios del cerebro son, sin pausa, los dinámicos de estas acciones. La inteligencia, aun desde recién nacidos, es la que incorpora, mama mueve a conocer y a saber más.

En este se usa la voluntad luego de haber analizado y pesado  las variables para formar aquella idea inicial y única. A veces el que crea piensa demasiado y queda “detenido”, como estancado en una idea que no fluye. En otras ocasiones tiene claridad y pone norte hacia lo que desea definir y  el proceso sigue adelante como en el agua, en el aire o en una ruta, circuito o camino recién inaugurados.

Pueden ser su deseo, su imaginación, su constancia, dedicación y tareas cotidianas las generadoras de varias acciones que se lleguen a cumplir. La buena mezcla de los elementos, la correcta opción de esa mezcla de los colores, texturas, luces, sombras, intensidades, formas, volúmenes, opciones de orden o desorden armonías constante e inspiración formarían parte de un proceso de transformación hacia un objetivo de quien/ quienes crean. Teniendo en cuenta que las tendencias que conformarían los modos sociales de ser y andar y de  las modas, se ven en los lugares o sitios  con profusión de personas y en el dinamismo de la circulación y los viajes, se contaría con un constante flujo que alimentaria lo visual, sensual auditivo como un ritmo que pocas veces para. Un “latido”. Esto se da en todas las culturas. En las ciudades cosmopolitas pasando por monasterios budistas, zen hasta en selvas y lugares silvestres.

El equilibrio entre un extremo racionalismo y un dejar fluir la emoción, la imaginación, los estímulos podrían ser la combinación necesaria para un proceso creativo fuera de “bloqueos”. El creativo no se absuelve de la “responsabilidad” por su debilidad. El creativo que analiza la información  para una institución, organización, empresa, negocio, emprendimiento, según sus profundas motivaciones aun en ese contexto el creativo se ordena, se acota y desarrolla su dinámica dentro de un orden y bien orientado hacia un fin o fines más determinados.

La combinación de colores, formas, cadencias, texturas, movimientos, miradas, es de otros ángulos en modo original hasta “patas arriba” o “la obra “cabeza abajo” ya que nuestro cerebro interpreta e incorpora cada concepto, información y la fija como novedad/ nueva aprendida de modo que nuestros ojos tratan de acomodar esa visión para comprenderla o entenderla. Como un juego de palabras en español, lo que se crea, dentro del proceso creativo, se cree, como parte del concepto de imagen y se plasma en obra pictórica, vestimenta, construcción útil (o no). Al igual que un proceso de cocina molecular, se busca, se investiga, se indaga con ideas e intuiciones como herramientas. Es un buscar siempre, con otros, es un trabajo social y a veces  es tan disímil pero versátil como el día y todo lo que se realiza combinando acciones y objetos, texturas, olores, sonidos como en lo cotidiano, la mezcla dentro de la vida misma. Constantemente el ser humano crea y cree en lo creado. En estos días, ser creativo es un desafío posible y socio económico.

Escritor: Maria Alejandra I Luna