SÍNTESIS: “GRECIA, LA DOCTRINA DE LA DEMOSTRACIÓN Y LA TRAGEDIA”, ESTANISLAO ZULETA

SÍNTESIS:  «GRECIA, LA DOCTRINA DE LA DEMOSTRACIÓN Y LA TRAGEDIA»,  ESTANISLAO ZULETA

Desde Platón, y muy desde el comienzo, podemos observar en las distintas producciones y productos intelectuales, que la base esencial sobre la cual descansa y que le dio origen, por así decirlo, a la ciencia, es la Doctrina de la Demostración, principio éste que sirve como fundamento para la formulación y cimentación de una Doctrina del Conocimiento, la cual tuvo sus orígenes en Grecia, por ser ésta una cultura cuya principal característica era «incentivar y promover» la igualdad y libertad de pensamientos y expresión.

Propiamente hablando, la ciencia, tal y como la llamamos en la modernidad, es griega, en el sentido de que los conocimientos griegos tienen una formalización, un sentido científico, y un sistema de deducciones, pero el hecho más importante y lo que le confiere dicho título de pertenencia, es su gran aporte a la humanidad y a la ciencia misma, ya que es su principio esencial de formación, y es el desarrollo de una doctrina de la demostración, que se diferencia de todo principio que sea solamente de autoridad, y que se llevó a cabo y desarrolló gracias a las extraordinarias características de la cultura griega, las cuales facilitaron su surgimiento y progreso; características tales como las libertades de pensamiento, religión y doctrinas que promulgaba dicho pueblo, fenómeno que impulsó y obligó progresivamente a crear la necesidad de probar y demostrar los diversos dogmas y filosofías que se oponían entre sí y que emergían y coexistían en una misma ciudad, Grecia, tal y como lo plantea Estanislao Zuleta en una frase que dice:

 «la libertad os hará veraces, os obligará a tener que demostrar. No os permitirá refugiaros en una autoridad» (pp. 20). Pero dichas libertades, aparte de producir un desarrollo de la teoría del conocimiento y de la ciencia, también condujeron a la formulación de una existencia que fue el resultado de condiciones donde no existe una referencia absoluta, un criterio de autoridad, en donde cada cual, según su «juicio» decide cuál es su verdad, es decir, condujeron a una existencia trágica, a una angustia griega, entendiendo como «hecho trágico» según Hegel, «el momento cuando se encuentran dos potencias igualmente válidas, y no logran una síntesis» (pp. 17); lo cual produjo como consecuencia, la caída en el escepticismo, la creencia de que no existe verdad alguna sino sólo verosimilitud, y que cada cual tendrá su verdad según a él le provoque. Ese es el peligro y la amenaza de esa libertad, la angustia de que se desaparezca todo criterio efectivo de verdad y todo se precipite en la subjetividad.

Pero ese juego de doctrinas y filosofías contradictorias (materialistas, idealistas, etc.) que se disputaban entre sí a una «clientela», a unos seguidores, y las fundaciones de sus respectivas escuelas, tal y como sucedía con los sofistas; y que dió paso a la doctrina de la demostración, es lo que obliga a los griegos a formular la ciencia y permitir buscar y encontrar, desde muy temprano, el principio y la esencia de todas las ciencias: el racionalismo, la lógica, la cual es la matriz inicial sobre la que se fundamenta la verdad como demostración, y que permitió encontrar la fórmula principal con la que trabaja la lógica, la Teoría de la Contradicción, de la que Platón resume brevemente en El Sofista, como «dos proposiciones contradictorias sobre el mismo objetivo, al mismo tiempo, desde el mismo punto de vista y en las mismas relaciones no pueden ser verdaderas ambas» (pp. 25).

Pero al hablar de contradicciones lógicas hay que tener cuidado de no confundirla, cosa que pasa frecuentemente, con las oposiciones reales, ya que en la primera, hay una relación de exclusión entre dos proposiciones, contrario a lo que sucede con la segunda, en donde existen relaciones de implicación lógica, es decir, que no hay el uno sin el otro; similar a lo que pasa con lo que llamamos contradicciones dialécticas, las cuales son oposiciones de conceptos que, siendo contradictorios, se requieren uno al otro, o sea, se implican a pesar de su contraposición, en lugar de excluirse como en las contradicciones lógicas.

La Teoría de la Contradicción o de la refutación, juega un papel importante en este sistema que encierra la Teoría del Conocimiento, ya que además de ser la base sobre la cual se levanta la lógica, es un «nuevo método», según Platón, para eliminar la ilusión de que se sabe lo que no se sabe, es decir, de eliminar la ignorancia, de la cual dicho filósofo plantea una teoría donde nos explica que hay varias especies de ignorancia, entre las cuales, la más perversa, es la que consiste en la incapacidad de saber que no se sabe. La ignorancia no es pues, un estado de carencia, sino por el contrario, un estado de «llenura», un exceso de opiniones en las que tenemos total confianza. Y es precisamente por medio de la ciencia, con la que se empieza a saber y concientizarse que no se sabe, ya que ésta acostumbra al individuo a vivir en un mundo de preguntas abiertas que no se cierran nunca, además de que se convierte en un «arma» muy eficaz para combatir la ignorancia e ilusiones de ese tipo, confrontando, refutando y demostrando las diversas opiniones, saberes y conocimientos que las personas llevan implícitos y que les cierran el camino a la enseñanza, resultado que se logra por medio del método de refutaciones, del cual, el primer paso a tomar, según Platón, es la Crítica Lógica, interna o inmanente, es decir, tomar las opiniones, hacer que las opiniones se vuelvan explícitas sin temor alguno y someterlas luego a una confrontación lógica, en pocas palabras, examinar si no hay contradicciones en el mismo sentido, sobre el mismo objeto, en las mismas relaciones, al mismo tiempo, y desde el mismo punto de vista.

Pero este racionalismo y lógica, que pretende darle una respuesta a «todo», a pesar de su «racionalidad», valga la redundancia, se encuentran con diversas dificultades al tratar de explicar e investigar el papel que juegan diversos elementos que van más allá de la razón, y que implican el alma y los sentimientos, tales como el arte y el amor en la vida humana, ya que no encuentran forma alguna de introducirlos en su racionalismo absoluto, en sus teorías racionalistas, en sus fórmulas demostrativas, razones por las cuales se desencadena una serie de reacciones por parte de los llamados «Románticos», contra los intentos de reducir al hombre a la razón, dejando a un lado el amor, los sueños, la infancia, ideas que promovía el racionalista clásico, el cual reducía dichos elementos a la noción de «cuestiones marginales», es decir, se produjo una crisis del racionalismo, se produjo una lucha por parte de los románticos contra los racionalistas para defender los derechos de lo no reductible a la razón como constitutivo del ser humano, se produjo una gran lucha de la intuición y la inspiración, contra el entendimiento analítico.

Con respecto a la lectura, pienso que en nuestro tiempo el discurso científico y la razón, después de un largo proceso, se han convertido en una parte constitutiva, esencial e integral de nuestro ser, de nuestra vida cotidiana, lo cual ha traído beneficios y perjuicios. Beneficios, porque ha incentivado en el hombre el pensamiento y la actitud crítica frente a los hechos que nos rodean; y perjuicios, porque aún no hemos aprendido a mantener un equilibrio entre la razón, con el producto directo del alma y el corazón, motivo por el cual tratamos de darle una explicación lógica a fenómenos que no la tienen, a fenómenos que no se pueden reducir a una simple fórmula matemática, sino que simplemente se viven y se sienten, tales como el amor, el arte o, remitiéndome a Gaston Bachelard en «La poética del espacio», la imaginación poética.

Autor: Beatriz Helena Mendoza