BREVE REFLEXION SOBRE “UN ACTOR SE PREPARA”, Konstantin Stanislavski

 BREVE REFLEXION SOBRE  «UN ACTOR SE PREPARA», Konstantin Stanislavski

A manera de diario de trabajo y más allá de unas simples anécdotas, Stanislavski nos muestra, a lo largo de tres de los capítulos (Acción, Concentración de la atención y Fe y sentido de la verdad) de «Un actor se prepara», el papel esencial e indispensable que juega la imaginación y creatividad que debe poseer todo actor, o aquél que esté preparándose para serlo, para lograr alcanzar lo que unos encuentran, y otros nunca llegarán a descubrir, el sentido de la verdad y el sentido de fe.

La imaginación es la principal herramienta de trabajo y materia prima con la que cuenta el actor, sin la cual no podría ser llamado, en mi criterio, un verdadero ejecutor de este arte de la actuación. Afirmo esto porque basada en el capítulo de «Acción» de dicho libro, la creatividad está presente en la construcción del elemento más sencillo, hasta el más complejo, hablando en términos teatrales; en los actores recae la difícil tarea de darle vida a aquello que está entre líneas y que ha dejado la labor del dramaturgo, ellos infiltran en ellos mismos los materiales que reciben del autor y director, los trabajan y complementan con su propia imaginación, logrando al final, que sus emociones y acciones sean sinceras. Pero para llegar a este producto final se requiere de un arduo trabajo y difícil proceso que comienza primero que todo con la labor del autor y director, los cuales le plantean al actor las circunstancias dadas en las que se desarrollará la obra o la escena, dándole a aquél un plan general para hacer vivir al personaje que encarnará, circunstancias que no son reales, pero que el actor, haciendo uso de lo que Stanislavski denomina el «Si», como esa fuerza que nos levanta de la vida cotidiana al plano de la creatividad , y por medio de su imaginación, lograr hacer ver como si fuera cierto.

Después de que las circunstancias ya estén claras y concretamente dadas, ya el resto es trabajo del actor. Stanislavski nos mencionaba que uno de los principales momentos y saberes de la vida artística de un actor, el cual tiene que tener siempre presente, es que hay que aprender que todo pasa por alguna razón, es decir, que toda acción lleva implícito un propósito, y sin él, el actor y dichas acciones serían cuerpos vacíos sin ningún derecho ganado a pisar el escenario; no se puede salir al escenario sin tener claro los objetivos, acciones y motivaciones que se van a realizar, porque de alguna u otra forma, o puede que nuestros errores y nervios nos delaten, el espectador lo evidenciará y dispersará su atención hacia otro punto, tal y como lo decía el presente autor «En escena se debe estar siempre haciendo algo, ejecutando algo, acción , movimiento, son las bases del arte que sigue el actor» (pp 32). Retomando lo dicho anteriormente, para lograr «asimilar» dichos propósitos que conllevan a ciertas acciones, se hace necesario, además de estar dentro de un contexto, dentro de una situación, la cual es una suposición, que desencadenará una serie de reacciones; el uso del denominado «Si», palabra que tiene la cualidad, según Stanislavski, de producir instantáneamente un estímulo interior, ya que a través de ella, lo que se quiere hacer es plantearle a los actores qué harían «Si» dicha suposición es real, dejando que ellos sientan lo que cualquiera en esas circunstancias debe sentir, llegando a lograr además de esto, la creación y elaboración del perfil y el rol de un cierto personaje, alcanzando así una relación entre el actor y la persona que se encarna, añadiendo ciertos detalles concretos que le ayudarán a llenar los vacíos existentes en la obra, originando y despertando sentimientos que se expresarán por sí mismos en las acciones del personaje, siendo así un estímulo para la creación subconsciente, mediante técnica consciente.

Cuando ya el actor ha pasado por este proceso y tiene en claro sus propósitos y acciones que desarrollará en el escenario, a la hora de representar le puede sobrevenir otro problema y es el de la dispersión de la atención. Al estar en el escenario, a muchos actores, por los nervios e inseguridades, se le viene a la cabeza muchas cosas por las cuales se preocupa en exceso, entre ellas la de estar pensando en la gente que lo mira, en que lo estén viendo y oyendo bien, etc., que hacen que limite su labor actoral, razón por la cual hasta que no logre vencer el efecto que la sala y el público ejercen en él, no podrá avanzar nunca en su trabajo. Para esto, para que el actor logre distanciarse y desentenderse de los espectadores, debe concentrar su foco de atención en algo, debe estar interesado en un objeto en escena, es decir, su punto de atención no debe estar por ningún motivo en la sala, y mientras más atractivo sea éste, más podrá concentrarse.

Pero antes de que se pueda fijar la atención en cierto objeto, el actor debe aprender a mirar las cosas en el escenario, o sea, todos nuestros actos, hasta los más sencillos, y que realizamos en la vida diaria, se hacen forzados cuando se aparece frente al público, es por eso que se hace necesario autoevaluarnos y reeducarnos para ver, mirar y escuchar en la escena. Para asegurar firmemente en nuestra atención el objeto escogido mientras se actúa, es necesario otro tipo de atención, aquélla que provoque una reacción emotiva, lo cual se puede lograr encontrando en el objeto de atención algo que le interese, que llame su atención y que le despierte su aparato creativo entero, condiciones necesarias para lograr una actuación natural, verídica y dominante de la atención del público. Cuando hablo de verídica, no me refiero a la verdad automática, la verdad ordinaria la del plano de un hecho real; sino a la verdad escénica, la cual es igualmente verdadera pero originada en el plano imaginativo y de la ficción artística, es decir, la que consiste en algo que no existe realmente, pero que podría suceder o ser, la cual se puede alcanzar a través de las ya mencionadas, circunstancias dadas propias, que ayudarán a sentir y crear una verdad escénica en la que los actores puedan creer mientras están en escena, y en la que todo cuanto sucede allí deberá ser convincente para el actor mismo, para sus compañeros y para el espectador, logrando inspirar una creencia en la posibilidad de que en la vida real existen emociones análogas a las que el actor experimenta en escena; cada uno de los momentos de la actuación deben estar saturados de dicha creencia en la veracidad, en la verdad de la emoción sentida y en la acción que realiza el actor, todo lo cual Stanislavski llama Verdad en la Escena.

En mi opinión sigo y seguiré creyendo que la imaginación debe ser la segunda piel de un actor, su tesoro más preciado y el sustento de su vida y trabajo, sin la cual no podrá llamarse realmente actor.

«El Arte es un producto de la imaginación, como debe serlo el trabajo de un dramaturgo. La finalidad de un actor debe ser emplear su técnica para convertir la obra en una realidad teatral, Y en este proceso la imaginación juega, con mucho, la parte más considerable» (pp.47)

Autor: Beatriz Helena Mendoza