¡STOP! ¡DECIDE ALGO PRONTO!

En algún momento de nuestras vidas nos desviamos de aquello tan preciado para todos los seres en esta tierra, o más bien nos convertimos en agentes ciegos de lo que ocurría en nuestra sociedad. ¿Desde cuándo perdimos el rumbo? ¿Desde cuándo no somos capaces de establecer una conversación con contenido o simplemente mirarnos a los ojos por unos segundos? Nos jactamos de nuestros avances, nuestra tecnología, nuestro poder y nuestra creatividad sin límites, pero absolutamente nadie sabe si eso está bien o no. ¿Cuándo se considera que algo está bien o mal?.

En los últimos 10, 15, 20 o 50 años hemos sido presas de lo que denominamos “redes sociales”. Sin duda alguna no escribo esto a modo de crítica, sino con un propósito mucho más allá del simple pensamiento, en el que cada día hablamos menos y utilizamos nuestras manos para escribir mensajes, correos o mantenemos ocupados nuestros ojos que no dejan de mirar la televisión, mientras que de nuestra boca salen solamente órdenes, sugerencias e ideas sin sentido. ¿Dónde quedó la esencia de una conversación fluida, sin tapujos, con derechos o libertades? ¿O es que simplemente la “Aldea Global” del gran visionario canadiense Marshall Mcluhan se ha convertido en el motor de nuestra sociedad, pensamiento y vida?.

Durante el siglo XXI, nos hemos encontrado en tiempos violentos en el sentido de querer ser más que el prójimo (en todo sentido de la palabra), pero no nos damos cuenta que esa competitividad de la que tanto hacemos gala nos hace más y más vulnerables como seres individuales y sociales, puesto que deja de lado temas tan importantes como por ejemplo nuestro bienestar espiritual. Si bien es cierto que el mundo de hoy es agitado; intolerante, precipitado, segmentado y poco amigable; también existe la conexión, información, libertad de expresión, etc. ¿Qué nos hace unos seres tan obstinados como para no encontrar un equilibrio entre lo mundano y lo realmente importante, o dicho de otra manera; entre la tecnología absurda y la realidad persona-persona? Gracias a que estamos insertos en este mundo tan complejo, cuesta en demasía ser crítico dentro de lo crítico, ya que todos se sienten con la libertad de dañar al otro sin mayores inconvenientes, pero al mismo tiempo no somos capaces de aguantar esa crítica de manera positiva. Algo está mal.

¿Será necesario cambiar todo de raíz o establecer nuevas normas en lugar de tratar a concientizarse uno por uno? ¿Será suficiente? ¿Bastará dejar que mi lado espiritual “bueno”, se imponga por sobre mi lado “oscuro” y de esta manera crear una mejor sociedad para mí y para todos? ¿Será ese el núcleo y la llave del problema? Tan simples y tan complejos somos como sociedad, que lamentablemente las formas de lograr que se realice algo (si es que se hace algo), son extremadamente difíciles de implementar y al mismo tiempo ilógicas e irrisorias para muchos. A su vez, muchas conclusiones sobre esta materia pueden ser presentadas siendo ninguna y todas la ideal o correcta; sin embargo, nadie es capaz de establecer cierto liderazgo o proponer ideas para mejorar u otorgar algún lineamiento que sea sustentable y sostenible en el tiempo.

¿Qué pasaría si cada ser humano en su afán de encontrarse consigo mismo o recuperar la identidad que teníamos antes de toda esta tecnología, quisiera establecer sus propias reglas y gobernarse por sí mismo? ¿Sería factible? ¿Dónde quedarían establecidas las reglas para cualquiera de nosotros? Nadie lo sabe. Lo importante de este asunto es entender solamente una cosa: No estamos ni mal ni bien en esta época (en las anteriores tampoco la estábamos), pero sí creo firmemente que hemos perdido algo tan básico como la capacidad de mirarnos los unos a los otros a los ojos, que no podemos sentarnos a la mesa a a compartir una comida sin revisar nuestros teléfonos móviles cada 3 minutos, que no aguantamos no prender la televisión en una “reunión” de familia por las noches.

El sentido de identidad cambió en 180°. Algo sucedió. ¿O es que las libertades en las que nos vemos involucrados son las culpables de dicho tema, o simplemente no nos importa un buen compartir, una buena conversación; o un simple respeto por ti mismo y por los que te rodean? Nos hemos convertido en unos seres humanos tan esclavos de la sociedad, tan monótonos, tan apurados; frágiles y desesperados, que no enfatizamos en lo medular de nuestra vida…tu vida, nuestra vida, la vida de todos. Una cosa es segura: Ama con todo lo que tengas, entrega todo lo que puedas dar, siente como nunca antes lo has hecho, confía cómo quisieras que lo hicieran en ti. No hay nada en este mundo que no puedas realizar, ningún sueño que no puedas cumplir. No hay camino que sea tan cerrado como para que no puedas pasar, ni puente que no puedas atravesar. Respeta. Respétate. Verás que todo es mejor.

Escritor: Alejandro Astorga M.