Un día de diciembre del año 2004, mi “profe” de lenguaje del colegio me pregunta ¿Qué vas a estudiar Jani? Lo pensé por un par de segundos y fue ahí que me di cuenta que no sabía, que ni siquiera lo había pensado, o mejor dicho sabía lo que quería (ser actriz), pero no podía en ese momento. Tenía menos de un mes para decidir qué haría el resto de mi vida. Decidí estudiar educación diferencial, no sé el motivo, pero hoy después de casi 10 años, me doy cuenta que fue la mejor decisión que pude haber tomado. Comencé la universidad en el año 2005, matriculándome en la carrera de pedagogía en educación diferencial, en la Universidad Católica Silva Henríquez.

El primer año de universidad fue un cambio rotundo, algo así como del cielo a la tierra con respecto del colegio, venia de un liceo de monjas muy rigurosas y estrictas y la U era todo lo contrario, era la libertad personificada, la liberación después de 12 años y la autonomía absoluta. Sin embargo y pese a todo esto, había una parte de mí que tenía muy claro, y obvio con la ayuda de mi mamá, que debía aprobar todos mis ramos y por supuesto terminar mi carrera en el tiempo que correspondía, 4 años y medio.

Para mi familia materna, yo era la primera integrante en estudiar en la universidad, el orgullo se sentía en el aire, se palpaba, se disfrutaba. Sabía que no podía decepcionarlos. Ya en la universidad, conocí mucha gente, algunos pasaron así sin más, otros en cambio, dejaron huellas significativas. Conocí el amor, el amor verdadero, ese amor que te hace despertar feliz cada mañana por el simple hecho de estar enamorada y por tener la dicha de compartir tu vida junto a la persona más maravillosa del mundo.

La universidad fue una de las etapas más bellas y sorprendentes que he vivido en mis 28 años, tuvo de dulce y agraz, de alegrías y tristezas, pero por sobre todo siempre estuvo plasmada de esperanzas, ilusiones y sueños. Ser una profesional y como me enseñaron mis padres; la mejor. Cumplí mi sueño el 28 de agosto del año 2009, mis emociones estaban alborotadas, solo quería que llegara la hora indicada y terminar el proceso más largo y extenuante que había vivido nunca, el proceso de tesis. Por supuesto estaban conmigo las personas más importantes; mi mamá y Cristian, no necesitaba nada más, me sentía segura, querida y acompañada.

No sé cuál es el motivo, pero los seres humanos siempre queremos hacer todo rápido y yo por supuesto no fui la excepción; cuando estaba en el colegio sólo entrar a la universidad y ya estando en ella, quería que el tiempo pasara rápidamente y trabajar. Cuando comencé a trabajar, increíblemente quería retroceder el tiempo y volver al colegio y la universidad y disfrutar aún más cada una de esas etapas y momentos vividos. Hoy en cambio, disfruto del momento que estoy viviendo; mi vida en pareja, con el mismo hombre universitario, mi trabajo y mi vida familiar.

Después de 10 años, puedo decir que amo mi trabajo, que la decisión que tome cuando tenía apenas 19 años, fue la mejor. No me arrepiento en lo absoluto, sigo teniendo las mismas ganas de cambiar el mundo, de luchar contra las injusticias, de ayudar a cada una de las mamás que se han cruzado en mi camino y de querer a todos los niños y niñas que he conocido, gracias a esta maravillosa profesión.

Hoy después de 5 años de haber egresado, cada vez tengo más sueños, anhelos y proyectos profesionales, por el momento estoy cumpliendo uno, ser independiente, crear un colegio con la visión de educación que conocí y aprendí, un lugar en donde todos sean respetados y escuchados, sin importar la edad o clase social. Solo espero seguir aportando con mi granito de arena a que la educación sea un derecho para todos.

Escritor: Janine Rodriguez Lopez