FACEBOOK, DONDE TODOS SOMOS. Y SU FATALIDAD.

A mitad de mis estudios de Ingeniería en Sistemas, soñaba, en realidad sabía, que algún día no lejano, podría ver el precio del trigo en Rusia…o que podría hablar con algún ser distante a miles de kilómetros, sin importar si era mi mediodía y su madrugada. Cuando tuve esta certeza aparecía la casi olvidada, a excepción de los textos específicos de la materia, ARPAC y sus paquetes de datos, con la tarifa acorde.

Hoy, en los inicios del 2014 – ya pasamos el segundo milenio, el temido Y2K en el que participé, como Ingeniera en Sistemas de Información, matrícula /4308, validando que nada iba a “explotar” ni en el software ni en las computadoras. La aclaración viene por la moda argentina de atribuirse títulos y grados no ganados. Yo estudié y/o parí, pero bien ganadas, mis 43 materias con los certificados y títulos que lo avalan y mi foto legítima en todos.

Pasó el 21/12/12 y nos quedamos con la intriga y el alivio mortal del calendario maya…cómo pudo fallar? En realidad, gracias a Dios y a la Pachamama no fue…y gracias a la informática y su tecnología de soporte hoy consulto en Google si Pachamana se escribe junto o separada, por analogía de razonamiento en castellano, dos palabras: Madre y Tierra. Se escribe junto.

Luego aparece la posibilidad de “asentar” como mariposa sobre una flor, redes sociales en Internet. Resistiéndome un tiempo, intuyo las posibilidades infinitas, si bien mis objetivos eran humildes: conseguir hogar para animales abandonados, postularme para puestos laborales y quizás reencontrarme con compañeros de mi último año de secundario en San Miguel de Tucumán.

Compruebo que un mismo usuario puede ser Vendetta, ángel, demonio, amado/a y amante, juez y reo, abogado de pobres y ausentes, voz de los sin voz y abogado del diablo. Todo en simultáneo, con un simple desloguearse/loguearse y repetir este proceso en el orden necesario. Puede ser el ideal soñado, al héroe multitudinario, la imagen brillosa de algún exitoso o un simple y desgarrado solitario/a. Puede ser el más bondadoso, tierno y sensible porque enternece pero ser a la vez y en realidad, o no, el más manipulador. Puede ser el más adaptado a la miseria y modelo social hipócrita, cortoplacista y vano, pero más vigente que nunca, heredado de la posmodernidad.

Puede ser el rey entre tuertos, el temido entre temerosos, el inteligente entre lánguidos y cómodos de pensamiento, o peor, entre escasos de asociación y poco munidos de bases y conceptos. Porque allí todo puede ser relativo y tener sus propias escalas. Porque allí puede haber amor extremo y odios extremos sin consecuencias humanas ni responsabilidades civiles y sociales. Porque la inmediatez favorece, potencia y también destruye, quitando el proceso natural de la formación y maduración…de ideas, emociones, sentimientos, aprendizajes. Como todo, puede ser un arma o un bálsamo, fuente de conocimiento o de rejunte de perversos. Todo a la vez.

El poder, poderosísimo poder, puede ser y es adquirir información en nanosegundos en contraste con el tiempo físico-real que significan otros medio, otros recursos. Es un bombardeo de información casi a ciegas. Hasta se puede tener sexo superando las leyes del espacio-tiempo en presencia aún de la gravedad. No habrá gravidez dado las mismas leyes. Punto importante para muchos porque terminaría haciendo colapsar al planeta antes de lo casi certeramente esperado.

La difusión viralizada, progresiva geométricamente ilimitada si las leyes matemáticas, del azar, de causa-efecto y de Murphy lo permiten. De lo bueno y lo malo, de lo permitido y lo sacratísimamente prohibido, de lo frívolo y lo sustancial, de lo pasatista y lo determinante, de la perversión intrínseca en el humano y de la bondad infinita de otros humanos, de brindar a quien no puede ver de cerca y en vivo el atardecer de África o la Sixtina, de enterarnos de aquello lejano, inalcanzable por medios propios y presenciales o tangibles como tener en mi mano un pasaje aéreo. De lo bello y lo abominable. Hasta de pedir disculpas a quienes hemos herido, a segundos de la muerte.

La virtualidad y las redes sociales, como todo y todas las energías: atómica, solar, eólica, hidráulica, del amor…todas bien empleadas, bien aplicadas, pueden hacer de éste y cualquier rincón, el mejor lugar; el paraíso a medida. Permiten disfrazar, simular o desnudar palabras, hechos y sentimientos, porque la modalidad “presencial” requiere de otros pilares o agallas…sin duda puede hasta requerir de mucha incomodidad…o no.

Pero también pueden inducir, y de hecho lo hacen, a la síntesis de pensamiento y sentimiento o emoción en un “dibujito” v. gr. Ícono, emoticon, avatar, etc. Esta desnaturalización o alienación es la que nos quita la conexión con nuestro ser sintiente, nos aleja de lo ancestral, de nuestra naturaleza humana. Nos enfría, habitúa, bombardea, desnaturaliza si no sabemos poner límite al poder de la virtualidad. Nos priva y nos reduce si no la asumimos como mera herramienta.

Los sentimientos, adherencias y posturas se transmiten in situ, no por cables o aún sin ellos. Qué locura pensar que un abrazo puede hacerse sentir a través de un cable!… O de una señal satelital. Sí es posible desearlo, contarle al otro que quiere hacer sentir éso o que siente éso…es como que atrás del teclado somos como los in vitro de Matrix con una madre sustentadora y que todo lo puede: la tecnología.

Tarde o temprano, si llega el día en que los afectos de carne y hueso, con miedo a ser demostrados por el narcótico efecto e instantaneidad de las redes, con la dificultad de expresarse por sí mismo con palabras y gestos completos por la olvidada naturaleza humana y potenciados por el placebo de la virtualidad, alguien, algún solitario resiliente sicológico y socialmente, necesitará estrechar otra mano, otro cuerpo…otro ser. Necesitará abrazar a un perro, que ya no existirá…ver a una abeja…y ya no estará. Necesitará volver a ser uno con el planeta, como las antiguas civilizaciones y aborígenes..y qué habrá?.

Escritor:  Diana Dick