Mecanismos del humor

Priego-Valverde (ibid.) Propone seis mecanismos para entender los enunciados humorísticos.

a. La distancia
El humor se caracteriza por la capacidad de distanciarse. No podemos reír de nosotros mismos, de los demás o de cualquier cosa si no nos distanciamos. En palabras de
Koestler (1964: 64):

The sudden Realization that one s own Excitement is «unreasonable» heraldos the emergence of self-criticism, of the ability to see one s very own self from outside; and
this bisociation of subjective experience with an objective frame of reference is Perhaps the wittiest discovery of Homo Sapiens.

Cabe decir que existen diferentes tipos de distancia (Priego-Valverde, op. Cit .: 48). Hay la distancia tomada por el juez, el científico, por el crítico y por el periodista para ser tan objetivo como sea posible. También existe la distancia asociada con sentimientos como el menosprecio, marca de indiferencia.

b. La ambigüedad y la ambivalencia

Priego-Valverde (2003) señala dos tipos de ambigüedad en un enunciado humorístico. El primero proviene de la distancia que toma el locutor hacia su propio enunciado y verso el objetivo de este enunciado. El segundo tipo, que también llama «pseudo-ambigüedad», se basa en el grado de connivencia (v. apartado c) entre el locutor y el interlocutor.

En el caso de los chistes construidos a partir de la polisemia de las palabras, la ambigüedad se define en términos de dualidad, es decir, según la alternativa que se crea entre los diferentes sentidos de una misma palabra. Según Viana (2003: 99) las ambigüedades léxicas, sintácticas y pragmáticas pueden transformarse en enunciados humorísticos si conseguimos «que lo que está separado en el paradigma de nuestra comprensión esté junto en el sintagma de nuestra dicción «. Koestler denominó esta ambigüedad bisociació. Bisociar significa asociar significados en el discurso y disociar a la vez implícitamente.

c. La connivencia

«El humor este un implicite Partage» (Martin, 1990), es decir, paradójicamente, el humor crea connivencia pero no puede existir sin ella.
En cuanto a la implícito, Amadeu Viana (2003: 205) reivindica el valor pragmático y dice que lo que cuenta son las operaciones mentales que se desencadenan a partir del disyuntor, es decir, el elemento clave en el final de la historia cómica. La tarea interpretativa comienza cuando el chiste termina y consiste la segunda parte de la actividad narrativa. En palabras de Viana (Ibid .: 209):

Las mismas reglas que nos conminan a callar, a suspender las explicaciones por no desgarrar la historia, permiten que cobre relieve la intuición, dan paso a la asociación
descontrolada, cómplice de un pensamiento que va más rápido, quizás demasiado rápido. No hay debería géneros si no representaran maneras diferentes de decir.

Priego-Valverde (op. Cit .: 95) vehicula el implícito, el cual hace referencia o bien a un discurso anterior o bien a un hecho anterior que todos conocen, con el concepto de discurso alusivo producido por uno de los interlocutores. Así que la lingüista conecta el implícito con la intertextualidad tal como lo entiende Bakhtin, por un lado, y por otro con la referencia a otros textos conocidos públicamente, como los eslóganes publicitarios o los dichos populares.

d. La benevolencia
Para la gran mayoría de investigadores, el humor es fundamentalmente benévolo (Aubouin, 1948; Elgozy, 1979 y Evrard, 1996). Otros, sin embargo, argumentan todo lo contrario, es decir, que el humor agresivo es la forma más común del humor (McGhee, 1988).

e. El elemento lúdico
Muchas de las definiciones del humor lo relacionan con el juego. En primer lugar, el humor procura el placer y la diversión en la comunicación. Además, la diversión es un componente esencial del juego. Por lo tanto, el humor, al igual que el juego, tiene sus normas, no siempre claras, que obedecen a una lógica interna que permite ejecutarlo.

f. El papel de la incongruïtat
La incongruencia es la esencia del humor. Los estudiosos del humor han hablado de la punch line o clímax en la resolución del chiste o la broma; también han hablado de la «association de universo differentes» (Aubouin, 1948) y de contraste entre dos «scripts» (Raskin, 1985). De hecho, la incongruencia es el mecanismo clásico, que se sigue vez de enfocar el estudio del humor, y quizás el que más estudiado ha sido por los entendidos en la materia.

Cuando se habla de incongruencia, los estudiosos diferencian, en punch line, el conector (Greimas, 1966) y el disyuntor (Morin, 1966). Al conector, se asocian dos
posibilidades, es decir, dos scripts diferentes. El primero es lógico y esperado, y el segundo ilógico, incluso, absurdo, y por tanto inesperado. El disyuntor se trata del elemento (la frase, el fonema, la palabra) que hace saltar (o conmutar) la historia hacia una interpretación alternativa. El disyuntor es la palabra ambiguo o la llave que permite la lectura inversa de la narración anterior. Localizar el disyuntor es imprescindible para captar el sentido cómico y da pie a la incongruïtat (Bariaud, 1983).

En resumen, estos mecanismos no garantizan la aparición del humor por sí solos, si son considerados aisladamente. Por ejemplo si consideramos el mecanismo de la connivencia, a partir del cual se llega al acuerdo tácito entre los interlocutores de una conversación, vemos que puede abarcar cualquier temática y ámbito sin tener que ser causa directa de el humor. Por lo tanto, el humor será el producto de la interconexión de cada uno de estos mecanismos.

Priego-Valverde (2003: 49) entiende el humor como el resultado de dos Isótopos bisociades, así que la incongruïtat lleva a la ambivalencia del lenguaje, que la lingüista entiende, en el sentido de Le Goffic, como la presencia simultánea de dos componentes de sentido contrarios; la ambigüedad residiría en la actitud del locutor y su
intención. Para captar todo ello, hay que tomar distancia de la realidad seria, es decir, la recreación de un espacio non-buena-fide (Raskin, 1985) por parte de los diferentes interlocutores; por tanto, el grado de connivencia que se establezca entre estos afectará la emergencia de la lógica interna que vehiculará el humor.

Autor: Meritxell Maza Farran. La reformulación como estrategia de gestión del humor en el aula