Desde que tenía uso de razón he tenido pasión por el cine. No recuerdo una noche de domingo sin estar junto a mi padre disfrutando con un western de Sergio Leone o una de “polis” de Clint Eastwood. Nuestros caminos se separaron, cinematográficamente hablando, cuando me decante por el terror. Aunque seguimos compartiendo tardes pero ahora de charlas sobre las películas del momento, las que vendrán y sobretodo las series americanas.

El cine siempre estará presente entre nosotros. Aunque no lo creamos forma parte de nuestras vidas, nos guste o no. Hablamos, escribimos, comentamos, leemos, miramos, pintamos, etc. Siempre habrá algo que esté relacionado con el séptimo arte. La forma de transmitir el mensaje sé que ha cambiado, la tecnología avanza y no se puede quedar atrás. Las salas de cine se transforman en multisalas, las butacas rojas se convierten en sillones, los enormes pasillos dejan paso a estrechas calles, las 50 filas ceden frente a las 15 de los multicines, un gran hall se transforma en un pequeño ambiente donde convergen taquillas y un gran bar.

La calidad de las películas deja al espectador sin sentido, su nitidez es asombrosa, posee un sonido envolvente, una textura tan fina que es imperceptible visualizar una imperfección. Esto se debe a una masiva digitalización de las salas de cine de todo el mundo. Tiempo atrás solo existían salas de cine con un proyeccionista para cada proyector. Este se encargaba de recibir la película, en sus cajas correspondientes, empalmar rollo a rollo, montarla en el proyector y hacer un visionado previo para que todo estuviese en condiciones para hacer los pases. Ahora todo esto es agua pasada, los cines se han convertido en dinero fácil, que quiero decir con esto, que han destruido las salas de toda la vida o bien por multicines o han decido que es mejor abandonarlo y que se pudra en la oscuridad.

El coste de las películas en 35mm es o era mucho más elevado que el de una película en formato digital. El cine en 35mm es muy laborioso, su construcción lo es, desde el último plano rodado hasta su proyección en el cine. Pasando por positivado, revelado, visionado, tiraje, distribución y proyectado. El cine digital es más sencillo. Llegan los materiales, copias (las que tengas que hacer), distribuyes y proyectas.

Los cines tenían una figura que era muy importante, el proyeccionista. Sin él, el cine, no sería lo que fue, digo fue, porque ya no existe. El trabajo que dedicaba al montaje ha desaparecido. Ahora sólo hay un proyeccionista que se ocupa de todas las salas de un multicine, este tendrá unas 12 salas. Lo único que tiene que hacer, el proyeccionista, es darle a un botón y funciona solo. Una de las partes más interesantes del proyeccionista era que después de montar la película se la visionaba en la sala para él solo. Ahora ni siquiera se ven las copias digitales que les llegan, porque se supone que ya están bien.

Salas de cine emblemáticas de nuestro país han tenido que cerrar las cortinas para siempre. Es una pena porque Barcelona tenía la 2ª sala más grande Europa con 1.875 butacas y en este momento está cerrada y no volverá abrirse hasta que algún día los dueños decidan venderla. Las grandes compañías de nuestro país deberían movilizarse para que esto no vuelva a pasar. Pero es inevitable. Los costes que una sola sala de cine tiene que afrontar son muy elevados. No todas las salas pueden permitirse comprar un proyector digital. Los multicines tienen más ganado respecto a las salas únicas porque tienen más oferta. Pero pienso que la película no importa cuando eliges el cine que quieres y disfrutas con ella.

Después de ver que las entradas eran muy caras por culpa de la subida decidieron hacer algo inteligente, aparte de la fiesta del cine, poner un día con las entradas a mitad de precio. No es para dar saltos de alegría pero esto es un inicio, ahora falta que vuelvan abrir las antiguas salas de cine que están pidiendo a gritos ser liberadas.

Escritor: Luis Bernadas