El aprendizaje necesitado de la multicausalidad

 Sociobiólogos y construccionistas se centraron en explicar el comportamiento humano atendiendo a una sola variable: biológica o imperativo social, teniendo como base que un efecto tiene siempre una sola causa, A provoca B. Una visión que no contempla el feed-back continuo en una interacción donde además ambas variables, biológicas y sociales, están intrínsecamente relacionadas y formando parte del mismo.

Construir una dimensión bajo dos polos, unir causa y efecto, acción y reacción o pensamiento y conducta, supone en pleno siglo XXI una limitación y una reducción absoluta en el campo de la Psicología. Los mecanismos concretos de los que se hace hincapié bajo el modelo biopsicosocial, abren una puerta que va más allá de la irrelevancia del estudio clásico, de estos bajo una adscripción a lo biológico o social, sino de cómo estos son la clave de la modificación de los comportamientos humanos. Del cual se extrae un gran interrogante ¿qué terreno es más fácilmente modificable? ¿el biológico? ó ¿el social?, que nos lleva a otro ¿padres influyentes en hijos desde la genética o constructos sociales? el cual nos resuelve el condicionamiento circular.

La base del condicionamiento circular, que en este caso nos compete en identidades y desarrollo de comportamientos, es la aplicada también al aprendizaje. En el aprendizaje se produce un continuo intercambio de conocimientos entre emisor y receptor, siendo bidireccional, ya que a su vez intercambian los roles. Este condicionamiento tendría en sus manos la posibilidad de explicar multitud de comportamientos, desdibujando en que parte hay una influencia genética, un modelado como aprendizaje y una inyección desde construcciones hechas socialmente. Una cuestión que resolvería y/o daría más luz a cuestiones tales como los comportamientos psicópatas, la gran lacra de la violencia de género o la incipiente agresividad adolescente. De forma, que es inimaginable pensar que la perspectiva causa-efecto pueda encuadrarse en dichas cuestiones donde la multitud de variables es tan abismal que determinar A causa B sería reducir un problema de gran magnitud a una expresión demasiado ínfima.

Por otro lado, el hecho de que a priori nos resulte más fácil el cambio de un mecanismo biológico que el de uno social, es clarificador desde la base de que lo biológico es altamente modificable debido a que se produce científicamente antes de que el ser humano nazca, de manera que atiende a un menor número de variables no controladas. Las modificaciones que hacemos en las células, mecanismos cerebrales y órganos se manipulan medicamente, mientras que los mecanismos sociales son un trabajo arduo que va más allá de algo puramente celular, teniendo que incidir en la persona de manera eficaz y continua. Es decir, si quisiéramos que todos los niños nacieran con la idea de igualdad en su naturaleza sería más fácilmente modificable genéticamente a través de un cambio de “cierta célula”, que el aprendizaje dado a un niño durante toda su vida por inculcarle ese derecho. Por ello, la historia se inclina hacia lo biológico aun sabiendo que a día de hoy, hay multitud de mecanismos que biológicamente no pueden ser manipulables y lo social es quién lo modula.

Como ocurre en otras muchas disciplinas, en el campo de la salud mental, multitud de estudios realizados en la última década postulan una gran parte de las causas multifactoriales de dichos trastornos a lo no biológico. Con anterioridad dicha afirmación no cabría ni lo más remotamente dentro de las causas, lo médico era puramente biológico y por tanto inamovible. Sin embargo, los constructos categóricos han ido quedando relegados a una causa más y no a la única. Ello supone una cuestión novedosa que postula no solo lo social, el entorno, los factores estresantes como algo influyente sino como variable casual y sobre todo en el avance preventivo en cuanto a cómo influye el abordaje de los problemas, la frustración, los sentimientos negativos, las estrategias de afrontamiento en la educación.

En definitiva, no podemos separar lo biológico de lo social ya que su incidencia es igualitaria de la misma manera que no tiene sentido una visión efecto-causa sino un continuo ciclo donde confluye un Todo en interacción constantemente. Ya que si redujéramos la mayoría de cuestiones a la afirmación de que A conduce a B, quedarían resueltas multitud de cuestiones a las que hoy aun se les busca la verdadera causa, causa que no es única sino multifactorial.

Escritor: Laura Cortés Rastrollo