Campos y relaciones Semánticas

Nuestra lengua Castellana es una de las más hermosas del planeta, no tanto por su gran variedad de sistemas gramaticales, sino que con ella se han creado distintas jergas y dialectos que han diferenciado algunas zonas geográficas de otras. Y es por eso, que en Colombia se habla la lengua de distintas formas, tanto así que se han llegado a crear vocablos que solamente entienden los habitantes de dicha región. También se crean acentos diferentes, como es el caso del acento costeño o si vamos a la ciudad de Medellín encontraremos el acento paisa característico de la región antioqueña.

Pero esto no termina aquí, cada lengua que se habla en el planeta, ya sea el castellano; el inglés; entre otras, tiene la necesidad de crear su propia manera de separar la realidad, es decir, considerar qué objetos comparten rasgos similares y cuáles otros comparten ámbitos diferentes. Pero para llegar a este acuerdo existe la necesidad de observar los ideales culturales que acompañan al idioma. Que para nosotros será el castellano.

De acuerdo con esto estudiaremos los campos y las relaciones semánticas de nuestra lengua española. Como lo hemos dicho anteriormente existe la necesidad de relacionar los objetos y las palabras, lo que llamaremos rasgos o campos semánticos. Entonces podemos definir al campo semántico como un conjunto de palabras relacionadas por su significado y que pertenecen a la misma categoría gramatical. Por ejemplo: Un piano, una guitarra, una trompeta y un acordeón forman un campo semántico de instrumentos musicales, esto es debido a que todos comparten algo en común, producir música, sin importar que sean utilizados en distintos ritmos. Lo importante es que compartan o que tengan una relación.

Existe algo muy particular en los campos semánticos de nuestro idioma español, y es que una palabra puede pertenecer a varios campos semánticos al mismo tiempo, esto se da por nuestra variedad de palabras. Uno de los ejemplos más claro es la palabra “tronco”. Esta palabra la podemos ubicar o relacionar con las palabras rama, hoja, tallo y raíz, perteneciendo al campo semántico de las partes de un árbol. Pero si pensamos bien, también se puede asociar con las palabras brazo, cabeza y pierna, perteneciendo a la anatomía del ser humano. De acuerdo con esto, tenemos que estar siempre alertas: una palabra puede referirse a muchas cosas diferentes, teniendo en cuenta lo connotativo y el contexto en el que se encuentre.

Antes de irnos a las relaciones semánticas es fundamental que sepamos el concepto de semántica, el cual lo podemos expresar como la ciencia que estudia las significaciones del sistema lingüístico de comunicación. Entonces podemos deducir que la semántica nos ayuda a dar significación a las cosas que vemos, que decimos y que mostramos. Las relaciones semánticas de nuestra lengua han dividido de forma magistral todas las palabras de nuestro idioma, y por ella se han creado gran cantidad de relaciones como lo son los hiperónimos, que son definidos como un término genérico que abarca un grupo específico de elementos. Por lo anterior podemos decir que esta relación es un grupo o un nombre en el mundo, que está integrado por varios elementos pero que estos elementos tienen algo en común que los hace parte de él. Por ejemplo: si decimos aves, este será hiperónimo de cóndor, de águila, de turpial. Ya que todos ellos cumplen una relación y es la de ser aves, por lo tanto ellos están clasificados en la categoría de aves; hacen parte de este campo y nadie los puede clasificar por fuera de éste, aunque se haya dicho que una palabra puede estar en varios campos semánticos. Pero siempre permanecerá aquí.

Dentro de las relaciones semánticas se pueden dar muchas relaciones, que las estaremos nombrando en el transcurso; como lo son la polisemia, antonimia, sinonimia, siendo estas ultimas, relaciones entre significante y significado. Otra de las relaciones más importantes es el caso del hipónimo, que se conoce como un elemento especifico con relación a su expresión genérica. Entonces podemos decir que el hipónimo es el elemento que hace parte de un grupo. Por ejemplo: los gatos, los tigres y los leopardos son hipónimos de felino.

Para referirnos a la polisemia, es necesario recordar lo que se había dicho anteriormente sobre el significado: un significante posee varios significados, dependiendo del contexto en el que esté. Esto es fundamental para entender qué es la Polisemia. Por esta razón es que cuando nosotros decimos algo o mencionamos alguna palabra, el interpretante podrá inferir lo que queremos decir, de acuerdo de lo que se esté comunicando.

Es importante para nuestro tema de estudio el término de sinonimia, siendo éste una relación de identidad o semejanza de significación entre dos palabras; es decir dos palabras que tienen igual significado. Esta relación suele darse mucho en nuestra lengua aunque en su gran mayoría no de forma muy estricta. Por esta razón algunas lenguas niegan la sinonimia, puesto que es muy difícil que dos palabras tengan significados exactos.

Por otro lado, al revisar nuestra lengua, encontramos la figura de antonimia, la cual se define como dos palabras que tienen significados diferentes. Pero a diferencia de los anteriores, los antónimos se clasifican en tres tipos: los graduales, que se dan cuando las palabras se oponen indirectamente; los complementarios, que el significado de una, elimina el de la otra; y los recíprocos, que el significado de una implica el de la otra, es decir, no se puede dar el uno sin el otro.

Para concluir, nuestro idioma está regido por una serie de relaciones semánticas que buscan que haya un orden en los elementos que hacen parte de él. Sin estas leyes nuestra lengua fuera un verdadero caos. Tenemos la obligación de conocer las grandes riquezas que nos proporciona nuestra lengua; un idioma con una gran diversidad semántica que si nos ponemos a desglosar cada una de ellas, nunca acabaremos, debido a que existen otras figuras que no nombré en este momento. Ya tendremos tiempo de estudiarlas.

BIBLIOGRAFÍA

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• http://www.gramaticas.net/2011/05/la-hiperonimia.html.

Autor: Luís Fernando Suárez Mejía