Escribir en el aula, un proceso, una experiencia

¿La escritura como proceso y producto es posible en la escuela? Sí, si es posible siempre y cuando se tenga disposición al trabajo. Los niños de hoy día necesitan actividades que los saquen de la rutina diaria, la escritura creativa tiene la posibilidad de incluirse como parte de las actividades escolares, dentro de los salones, involucrando a los padres y representantes, y por supuesto un docente que guste de hacer cosas nuevas. Antes de dedicar tiempo a la escritura, y específicamente a la escritura de un cuento en el aula de clase es necesario considerar que es un trabajo que requiere constancia, revisión, reescritura, y para ello el docente tiene que prepararse para hacer de ese proceso en los estudiantes lo más placentero posible.

Con preocupación se ve una de las prácticas más comunes en el aula: la creación literaria por encargo. La maestra o el maestro ordena: “tienen hasta la hora del recreo para terminar el cuento sobre cómo les fue en las vacaciones”. Esta actividad se asigna sin criterios definidos previamente quizá uno, y es que la cantidad de páginas: “-No pueden ser más de dos”, sin considerar que los escritores expertos hacen muchas revisiones de un mismo texto. Entonces, pedir a un estudiante que recién está empezando su proceso hacer un texto con perfecta cohesión y coherencia en tres horas, resulta casi incomprensible.

Cuando la escritura creativa va a formar parte de la rutina en el aula debe dejarse de lado la concepción escolar de escritura, es decir, lo que la mayoría de los docentes piensa que es escribir; entiéndase, una caligrafía estilizada. También erradicar esa idea de que escribir, así como leer, son habilidades que se adquieren una vez y para siempre. Escribir es un proceso que permite poner en tinta y papel las ideas que se tienen en el pensamiento.

De igual manera, es preciso tener la apertura necesaria, para que los aprendices propongan temas evitar juicios morales. Es necesario incentivar la independencia creativa, los estudiantes de hoy saben de qué quieren hablar, sobre eso conversan a diario entre ellos, entonces tienen nociones sobre qué temática pueden intentar escribir, solo basta la confianza necesaria para plantear sus inquietudes, la escritura puede ser un canal que permita la liberación de tantas dudas que justamente se van añadiendo a lo largo de la infancia y justo en la edad preadolescente empiezan a complicarse.

El maestro, al acercar a los alumnos al proceso de escribir tiene que dejar de lado la costumbre de pedir textos muy elaborados solo con la escritura de una versión. La escritura creativa debe ser un acto de libertad, por un lado y por otro, resultado de correcciones y autocorrecciones. En este aspecto es necesario que se explique a los estudiantes para qué realizarlos y explicar los beneficios del trabajo de escritura usando borradores para la revisión e iniciar el proceso de reescritura que permite retocar, afinar, delimitar acciones; de no explicarles para que comprendan el porqué de esta acción no será beneficiosa para el resultado final, pues ante la expectativa de hacer borradores los alumnos suelen fastidiarse. (Dautant, 2008).

Es importante señalar que antes que un trabajo que va a ser evaluado, es una estrategia para que los alumnos aprendan a expresarse por medio de la palabra escrita. Por ello, no es sano etiquetar al estudiante al momento de ayudarlo con la revisión de su trabajo, pues no todo texto debe responder a incidir socialmente en alguien, ni siquiera en el docente. No se debe olvidar que por medio de su escritura está tratando de expresarse -así sea ficción- y lo más significativo es señalarle que lo que se pretende haciendo esa revisión es mostrarle los aspectos a mejorar de manera tal que su cuento quede legible, es decir, coherente y consistente.

La escritura creativa es una herramienta mal usada en la educación formal, algunos docentes tienen por costumbre evaluar solo los aspectos formales y gramaticales en vez de la creatividad y el uso de los recursos (Lerner, 2002); del mismo modo suelen estar encasillados en el Currículo Básico Nacional (1997), y en los contenidos, así como también dedican poco tiempo a la lectura personal de textos literarios, por no decir a ningún tipo de literatura. Para que un trabajo como la escritura en el aula sea exitoso se hace necesario que los maestros se comprometan con la excelencia; también es preciso acotar que no todos los estudiantes lograran terminar un texto bien acabado. No, eso no es posible en ningún caso, sin embargo, la idea es que los estudiantes descubran en el proceso de escribir un escape a la realidad y también al encuentro consigo mismo.

Las diferentes universidades que forman docentes tienen entre sus planes de estudios materias destinadas a explotar la creatividad y esta es componente vital en el desempeño profesional. Sin embargo, al parecer algunos egresados al llegar al aula para ejercer la profesión se olvidan de todo lo que pueden hacer para mejorar el proceso educativo durante los 11 años que, en el caso de Venezuela, dura la educación formal. Estamos convencidos de que la escritura es una herramienta que se aborda durante los últimos niveles de educación inicial y se consolida en la I etapa de educación primaria, pero no se practica como una vía que facilite la exposición de la ideas, pues es tradición escolar que lo más importante es la grafía y no el uso que puede tener la escritura para expresar ideas.

La escritura de cuentos debe estar enmarcada dentro de un momento específico del año escolar, cada maestro es libre de escoger durante cuál hará planificación; lo que sí se puede hacer en todo momento es leer en voz alta, invitar cuentacuentos, mostrarle caminos hacia la lectura, incitar a los estudiantes a revisar sus escritos, crear ambientes letrados (Cassany, 2009), aprovechar las horas que están dentro de la escuela para que se interesen por leer y escribir más allá de la obligación escolar.

Escritor: Reginaldo Serrano-Cedeño

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