AFRICA EL CONTINENTE OLVIDADO. POR NELSON ALBERTO LEAL.

Con el fin de la Segunda Guerra Mundial, la humanidad se replanteó gran parte de sus estructuras sociales. Dicha reconsideración dejo a favor la creación de la Organización de Naciones Unidas (ONU), desde la cual ha sido posible difundir de manera más amplía la declaración universal de los derechos humanos. La ONU, teniendo en cuenta su carácter supranacional, obliga a las naciones pertenecientes a luchar en contra de las injusticias representadas en disputas territoriales, culturales, ideológicas, entre otras. En África, esta institución facilitó la independencia de varios países, pero, ha sido incapaz de resolver sus más profundas problemáticas generalizadas en todo el continente.

A mediados del siglo XX, África va a ser el escenario de múltiples disputas: cambios internos políticos, constantes conflictos armados, hambrunas, grandes éxodos de población, etc. Estos aspectos nos dan a entender un imaginario colectivo donde la desgracia se hace evidente cuando hacemos referencia al continente negro .

Así, podemos señalar que los problemas datan de muchos siglos atrás comenzando por los años de dominación colonial: la conferencia de Berlín de 1885 decidió la repartición de África entre las potencias industriales de Europa, esto con el fin de frenar una posible confrontación bélica. Este proceso de colonización llevó a que la mayor parte del territorio africano perdiera su autonomía, algunas costumbres e incluso parte de sus lenguas nativas.

El fin de la Primera Guerra Mundial no facilita la independencia para África y Europa mantiene su dominio hasta mediados del siglo XX. Sin embargo, el declive de las principales naciones Europeas en 1945 marca el surgimiento de nuevos poderes: los Estados Unidos y la Unión Soviética se consolidan como potencias y cambian el panorama político del mundo, situación que también afectará la autonomía y la soberanía africana.

La mitad del siglo XX marca el comienzo de los procesos de descolonización amparados por el principio de libre determinación de los pueblos declarado por la ONU . La violencia y la guerra fueron inherentes a la lucha por la independencia empezando por Ghana en 1957. La liberación de Ghana desencadena el principio de una retirada gradual y constante por parte de los europeos . Lamentablemente, el nacimiento de nuevas naciones africanas conlleva a una serie de problemáticas sociales, ya que las elites locales se imponen y se apoderan del mando estatal, adhiriéndose y subordinándose al orden mundial impuesto por los Estados Unidos o por la Unión Soviética en tiempos de la guerra fría.

Terminada la guerra fría, África se somete al modelo económico neoliberal de finales de los años ochenta. De esta manera, constatamos un sinnúmero de consecuencias empezando por la falta de autodeterminación de sus naciones, el apartheid en Sudáfrica, las guerras civiles del Congo, Sudán, Chad, Somalia, Ruanda, Etiopía, etc., las cuales además de sus grandes secuelas (hambrunas y conflictos armados) durarán varios años.

En el contexto histórico actual, vienen los problemas generados a partir de las revueltas árabes en el norte de África, lo que da lugar a conflagraciones bélicas que determinan el cambio de gobierno en países como Túnez, Libia y Egipto. No obstante, se sigue obedeciendo al orden impuesto por las potencias: Estados Unidos y Europa determinan hasta donde deben llegar las protestas, solidarizándose con las revueltas y buscando como beneficio el poder de intervenir en la moderación de leyes que les permitan controlar el mercado y así, facilitar el sistema de importaciones de bienes y servicios .

La situación general de África sigue manteniéndose en el ámbito de una dependencia casi absoluta de los países industrializados. Este contexto nos presenta un continente con remotas posibilidades, en cuanto a la generación de mejores condiciones sociales para sus habitantes y al desarrollo de democracias autónomas que mantengan un modelo económico capaz de suplir todas las necesidades de la población.

Este análisis pretende ostentar la condición general de un continente donde aparte de la violencia, existen poblaciones con un alto crecimiento demográfico y pocos recursos para solventarse. Hay un ingreso muy bajo per cápita y por consiguiente escasez en el empleo. Los salarios no representan el verdadero esfuerzo de la mayoría de la población y la solución parece no vislumbrarse teniendo en cuenta las pocas actividades económicas realizadas: exportación de madera, de minerales, “tráfico ilegal de fauna” y, en menor medida, el turismo.

Para concluir, podemos decir que África ha fracasado en su proceso de estructuración social. Los constantes problemas internos de sus naciones (conflictos armados, intervención extranjera, escases de recursos, aumento desmesurado de la población, etc.) han impedido la puesta en marcha de una solución clara desde el ámbito internacional pues la ONU, garante de los derechos humanos, apenas contribuye con algún asistencialismo, por lo cual el olvido y la desgracia han hecho parte de la realidad de un continente abandonado.

Escritor: marcos banbasten