ACERCA DE ESTUDIANTES, PROFESORES Y COLEGIOS

A raíz de la publicación de los resultados de las pruebas PISA (programa internacional para la evaluación de estudiantes) se ha generado en algunos círculos, cercanos a la educación, un debate sobre la culpabilidad del pobre desempeño de los estudiantes Colombianos (Puesto 61 entre 65). Como es costumbre en nuestro País todos los involucrados se tiran la pelota entre sí, tratando de minimizar su responsabilidad, para en última instancia hacer recaer toda la culpa en los docentes. Si bien es cierto que gran parte de la responsabilidad de la enseñanza corresponde al profesor, no es menos cierto que la educación debe ser un compromiso de Gobiernos, familia, colegios y estudiantes.

El Gobierno por intermedio del Ministerio de Educación, ha venido implementando una serie de normas consignadas en diferentes decretos, que son a veces de difícil aplicación. En lo concerniente a los primeros años de escolaridad se ha conseguido una calidad estándar con los niveles de países más avanzados que el nuestro. La cobertura se ha triplicado en los últimos tres años y la deserción ha disminuido, el problema empieza en cuarto grado de primaria donde por políticas estatales los alumnos se han convertido prácticamente en dictadores, pues se sienten respaldados en su falta de atención, su insolencia e indisciplina, no solamente por la familia sino también por la secretaria de educación que ante cualquier queja, motivada o no, sanciona a Colegios y Docentes, dando en todos los casos credibilidad a los denuncios de padres y alumnos.

Por parte de la familia existen multitud de conductas que hacen que los estudiantes no se preocupen por aprender y mucho menos por obedecer normas de conducta socialmente aceptadas. Los padres no enseñan con el ejemplo y muy al contrario a veces fomentan la falta de educación e indisciplina de sus hijos. No se pretende decir como antaño que: “la letra con sangre entra”, pero si sería necesario revisar la alcahuetería reinante en muchos hogares e instaurar los correctivos necesarios para que la enseñanza tenga el papel principal en la vida de los jóvenes educandos.

El cumplimiento de horarios y tareas, así como la lectura (de diferentes tópicos) podrían ser buen comienzo de la ayuda que reclaman los educadores a la familia. Por otra parte, el problema de la baja calidad en la educación tiene en los Colegios dos indicadores diferentes: Colegios públicos y privados. Los docentes de colegios públicos, al igual que la gran mayoría de trabajadores estatales, no son dolientes de la clase de educación que imparten, aduciendo que se encuentran mal remunerados, conseguir un cupo para trabajar con el estado es bastante dispendioso y las pruebas que aplican la gran mayoría de las veces no son evaluativas de la verdadera calidad del educador.

En los Colegios privados la situación es más de carácter económico, los directores de estos Colegios no ven la educación como un apostolado sino como un negocio que debe ser rentable (en la mayoría de los casos solamente para ellos) es por esto que contratan profesores con sueldos irrisorios, muchas veces estudiantes de licenciaturas sin graduar, para que el excedente entre lo que reciben y lo que pagan sea el mayor posible.

En Cali, lo anterior se puede constatar, mirando los anuncios clasificados que publican los colegios solicitando docentes: . . Para bachillerato, la situación empeora, muchas veces los contratos se hacen por una catedra específica y el maestro termina dictando la catedra para la que fue contratado y otras dos materias diferentes. (Docentes de matemáticas dictando clases de Religión y Ética) Hechos como los anteriores derivan en falta de compromiso y mediocridad en la educación impartida.

Los directores; no solamente de colegios privados, también muchos de Institutos Técnicos y Universidades pequeñas; miran al docente como peón no dando el puesto y dignidad que corresponde, haciendo de esta manera que los estudiantes sigan su ejemplo y terminen considerando al profesor una persona carente de autoridad y respeto. Para concluir, la educación debe ser una prioridad en las actividades gubernamentales, implementando labores mancomunadas entre Ministerio, Colegios y padres de Familia. La cobertura sin bases sólidas no es sinónimo de desarrollo, al igual que en la Salud, la simple cobertura no acaba con las enfermedades.En próximo artículo, se tratara de crear pautas para que la educación en nuestro País alcance el grado de competividad requerido por los estándares internacionales.

Escritor: HECTOR LARRAÑAGA DIAZ

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