ACTIVIDAD FISICA, EJERCICIO Y SALUD – 2 parte –

Las recomendaciones generales, son similares a la propuesta de la Asociación Americana del Corazón (AHA), el Centro de Control y Prevención de la Enfermedad (CDC). Las asociaciones de la CDC y la ACSM, recomiendan 30 minutos de actividad moderada diaria, practicada de forma continuada o acumulada en intervalos equivalentes a los 30 minutos, por ejemplo, 3 series de 10 minutos. El grupo de población que está habituada a la práctica de actividad física, se les recomienda aumentar primeramente la duración y posteriormente la intensidad de la actividad considerada por conseguir más beneficios. La población con riesgo de padecer patología coronaria, se les recomienda el seguimiento de las guías interdisciplinares de programas de rehabilitación cardiaca. En las que integra un perfil de dieta, las características del ejercicio físico con resultados cardiovasculares saludables, el control de elementos de riesgo cardiovascular relativos a el ejercicio y las conductas de alto riesgo cardiovascular como los hábitos en el alcohol, tabaco y la situación de estrés continuado.

La actividad física (AF) está universalmente aceptada como factor principal para mantener y alcanzar un buen nivel de salud. La relación ideal entre ambos parámetros, correspondería a la dosis de actividad física que practicada de forma habitual supone efectos beneficiosos en el nivel de salud del individuo, facilitando la ejecución de las tareas de la vida diaria, reduciendo el riesgo de sufrir patologías asociadas a un estilo de vida sedentario. En esta línea, el rendimiento y la capacidad física de trabajo quedan como aspectos secundarios, no primordiales.

En 1994, Bouchard, R.; Shephard, T. y Stephens, J. (27) desarrollan un modelo complejo que establece un nexo de unión entre la actividad física y la salud. El objetivo es acercar el nivel de actividad física habitual con la condición física y la salud. El modelo dibuja la interacción entre la aptitud física o fitness y la salud. La salud vincula tiempo la actividad física y las componentes de la aptitud física o fitness. El estado de salud es diferente en cada individuo, además del nivel de actividad física habitual, también hay considerar otros factores asociados como: las conductas propias del estilo de vida, el entorno físico y social, los atributos personales y las características genéticas. Todas estas componentes afectan y determinan la forma de relación en el modelo básico.

Desde la perspectiva de la aptitud física o fitness y la salud, todos los determinantes del gasto energético humano merecen una especial consideración. Dentro de esta amplia rúbrica, cabe destacar la importancia de integrar la actividad física en todos los aspectos y estadios de la vida: la actividad física en el tiempo libre, el ejercicio, el deporte, el trabajo de empleo y las tareas o actividades del hogar…, como un factor de resultado único correspondiente al gasto energético total. Este valor global de gasto energético, es una variable útil a la hora de clasificar los participantes en los estudios científicos.

Actualmente se pueden identificar tres grandes perspectivas sobre la relación entre la actividad física y la salud: una perspectiva rehabilitadora, una perspectiva preventiva y una perspectiva orientada al bienestar. Airaska, D, define cada una de estas perspectivas. Desde la perspectiva rehabilitadora, se considera a la actividad física como un instrumento mediante el que se puede recuperar la función corporal enferma o lesionada y paliar sus efectos sobre el organismo humano. Se puede comparar la actividad física con la función de un medicamento. En este sentido, se podría considerar la actividad física como una terapia complementaria a la terapia médica farmacológica.

Desde la perspectiva preventiva, a la actividad física le corresponde reducir el riesgo de que aparezcan determinadas enfermedades o se produzcan lesiones. Esta perspectiva ocupa de la atención de la postura corporal, la seguridad en la realización de los ejercicios físicos, así como la disminución de la susceptibilidad personal a las enfermedades modernas, como las cardiovasculares, la hipertensión, la diabetes mellitus, la osteoporosis, la dislipemia o la depresión, a través de la actividad física. Las dos perspectivas descritas, están estrechamente vinculadas a la enfermedad y la lesión, y, dan una visión incompleta y circunscrita sólo al ámbito de la enfermedad. Por dar la visión multidimensional que considera la actividad física y salud, se ha de incorporar la perspectiva orientada al bienestar. En este sentido, Airaska, D. destaca que se trata de considerar la actividad física como un elemento mediador que puede contribuir a la mejora de la calidad de vida, asociando su práctica en la diversión, la satisfacción, el conocimiento de uno mismo, a favorecer la relación con los otros, con el entorno, naturaleza … el ecosistema.

Estas tres perspectivas de relación entre la actividad física y salud, descritas en el párrafo anterior, no son en ningún caso excluyentes, sino a la inversa, interactúan y se retroalimentan las unas con las otras. Esta interacción es constante e inseparable, ya que la actividad física implica movimiento. La capacidad de movimiento es una componente natural propia del ser humano. Desde el instante en que se realiza una actividad voluntaria, dependiendo de la forma que se combinan las variables de interacción entre el individuo y el entorno se producen cambios a diferentes niveles. Así la actividad física puede generar a la vez un efecto de bienestar, preventivo y / o terapéutico.

Autor: Manuel Rozalen

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