ADAPTACIÓN A LA VIDA UNIVERSITARIA: FACTORES INTERVINIENTES

En el primer año de universidad los estudiantes enfrentan problemas que surgen tanto por su etapa evolutiva como por la transición de la Educación Media a la Educación Superior, lo que conlleva, inevitablemente, un sentido de pérdida y al mismo tiempo de nuevas oportunidades. En las primeras seis semanas de vida universitaria se producen grandes cambios para el estudiante, debido a que se ve obligado a pasar de un ambiente conocido y relativamente seguro a un mundo más individualista y desconocido, en el cual debe valerse por sí mismo, (Díaz 2008). Dentro de este proceso de cambios, pueden surgir también dificultades de tipo sociales, académicas y psicológicas, que les impidan una adaptación favorable a la vida que inician.

Se puede afirmar que existen factores personales, familiares y del entorno universitario que intervienen en la adaptación a la vida universitaria. Dentro de los factores personales se encuentra la salud mental. Ingresar a la universidad implica obligaciones y responsabilidades que para muchos puede ser una situación estresante. Se observa, por ejemplo, que con frecuencia los estudiantes universitarios presentan problemáticas que afectan su bienestar y les impide una adaptación adecuada, entre ellas se encuentran la alta prevalencia de sintomatología ansiosa relacionada con el estrés académico, agotamiento mental, trastornos alimentarios, ideación suicida, conductas autopunitivas, uso abusivo de alcohol y otras sustancias, (Cova et al, 2007).

El rendimiento académico también es un factor personal que incide en la adaptación. Los estudios asociados al éxito y/o al fracaso académico enfatizan la importancia de la experiencia académica y personal del estudiante, señalándose que una de las causas fundamentales del llamado fracaso escolar o rendimiento académico insatisfactorio es la falta de estrategias de aprendizaje adecuadas para abordar el estudio.

Las expectativas propias también son un factor que influye en el proceso de adaptación. En el caso de las carreras universitarias, donde su concreción exige y requiere de cierto lapso de tiempo y diversidad de acciones, las expectativas se comportan acorde a un escenario de escasa previsión y, por lo tanto, se vinculan más a las experiencias pasadas del estudiante en la educación secundaria que a la vida universitaria en sí; en efecto, el estudiante que ingresa a la Educación Superior tiene un escaso conocimiento del mundo universitario, por tanto construye sus expectativas acorde a experiencias vividas en lo mediato.

En los estudiantes de primer año de Universidad, las expectativas sobre las condiciones de la vida estudiantil o académica puede llevar a decepción temprana en caso que lo esperado no coincida con lo realidad y puede traer consigo la deserción del sistema. El establecimiento de vínculos afectivos es otro factor personal altamente significativo en la adaptación. Durante la adolescencia se producen cambios importantes en la forma en que se establecen las relaciones interpersonales con los pares, buscando, principalmente, un confidente para compartir las dificultades. Este confidente pasa a sostener y ayuda a avanzar y, al mismo tiempo, resulta ser un espejo fundamental porque aún no se está seguro de sí mismo.

Palacio (2006), también afirma que existe una relación significativa entre promedio académico y las dimensiones de las relaciones de amistad, como confianza, lealtad y exclusividad; es decir, el promedio académico se ve afectado por la capacidad para mantener una relación de amistad única y especial y la capacidad para guardar confiar y estar dispuesto para el otro(a) en cualquier situación. Por otra parte, dentro de los factores intervinientes en la adaptación se encuentran los factores familiares.

Lo que la familia dicta como aceptable para el estudiante resulta fundamental en las decisiones que se toman ante el estudio de una carrera universitaria. El apoyo de la familia es relevante y si éste no existe, surge la posibilidad que el estudiante deserte de sus estudios. La familia influye, pues, en la elección y conclusión de la carrera universitaria, ya que ello depende, en gran medida, del proceso de vinculación entre lo que los jóvenes desean y lo que la familia puede ofrecerles.

Por último, se encuentran los factores del entorno universitario, que dicen relación, en primera instancia, con la ayuda económica entregada a los estudiantes (becas y beneficios), lo que representa un factor importante en las posibilidades de permanencia, puesto que las tasas de deserción varían dependiendo de la cantidad y duración de la ayuda. (Ishitani & DesJardins, 2002 en Diaz, 2008). Por otra parte se encuentran las posibilidades de actividades extraprogramáticas que ofrecen las instituciones de educación superior que son gravitantes en la adaptación, pues a través de éstas, el estudiante fortalece sus habilidades sociales, desarrolla otros ámbitos de su personalidad y puede llegar a descubrir nuevos talentos.

También, dentro del ámbito del entorno universitario, es posible visualizar la importancia asignada a la relación con los profesores, pues las investigaciones comprueban que a mayor cercanía con el docente, los estudiantes permanecen más motivados e interesados por continuar y concluir su carrera profesional. Esta idea resulta mucho más evidente si el profesor utiliza estrategias pedagógicas que dan la posibilidad al estudiante de ir construyendo su aprendizaje con la compañía de un docente-facilitador que es confiable y competente en su área.

De todo lo anterior, surge como relevante la responsabilidad que les cabe a las instituciones de Educación Media, de conocer cuáles son los factores que intervienen en el proceso de adaptación a la vida en la Educación Superior y preparar a sus estudiantes en las competencias personales necesarias para enfrentar satisfactoriamente los cambios. Asimismo, los centros de Educación Superior deben incorporar al currículo de sus carreras, asignaturas que favorezcan el acompañamiento en los primeros años de educación terciaria. Se estaría, así, previniendo la deserción y favoreciendo la adaptación y retención.

Escritor: ÉRIKA FERNÁNDEZ LÓPEZ