Advertencia! desarrollo tecnológico

Bienvenido al desierto de lo real”, es la frase que emplea Morfeo, mentor de Neo en el film Matrix, de los hermanos Andy y Larry Wachowsky, cuando intenta describirle el verdadero status de las cosas. El film está basado en forma confesa, en varias ideas del sociólogo francés Jean Baudrillard. La expresión fue empleada con frecuencia por el filósofo en gran parte de su obra, como en El crimen perfecto (1996), por ejemplo.

Para él, la realidad es un concepto vacío, pues la civilización se maneja a partir de simulacros. Ejemplos de ello, decía el también autor de La economía política del signo, son los medios de comunicación: nada nos consta, pero a partir de su virtualidad nos hacemos una idea de lo que pasa en el mundo. Al respecto, el doctor en sociología Santiago Carassale, de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, comentó en una entrevista para un diario al momento del fallecimiento del filósofo: “Si Platón consideraba que detrás de la apariencia había un original, para Baudrillard, detrás del simulacro no hay nada. Pero no debemos entender esto como sinónimo de falsedad o darle connotaciones negativas, simplemente no existe el original”.

Pues bien, en la película se narra la historia de Thomas Anderson (Keanu Reeves), un empleado soltero quizá de clase media, que tiene una vida cotidiana y simple, que sin embargo, es compartida con una identidad más oscura (Neo) dentro de la red. Es invitado por Morfeo (Lawrence Fisburne) a descubrir la realidad, y cuando el personaje se enfrenta por primera vez a esta, se vuelve iracundo, pierde el control, pide que se alejen de él, vomita y se desmaya. De algún modo, busca regresar a como estaban las cosas, a la ignorancia o a la indiferencia. A la Matrix.

El tema del avance tecnológico y sus implicaciones, ha sido expuesto en muchas cintas desde distintas temáticas: Metrópolis (Fritz Lang), Tiempos Modernos (Charles Chaplin), 2001: Odisea del espacio (Stanley Kubrick), Terminator (James Cameron), entre otras. En lo que coinciden todas me parece, es en alertar al espíritu humano frente a sus creaciones. .

Desde 1943, Aldous Huxley nos hablaba en un ensayo titulado “La idolatría”, acerca de la devoción que le tenemos a las máquinas, de alguna manera predijo la relación que hoy en día tenemos con las computadoras personales y los dispositivos portátiles. Huxley habla de tres tipos de alta idolatría: la tecnológica, la política y la moral. Siendo la tecnológica la más ingenua y primitiva de las tres, porque sus devotos creen que su redención y liberación dependen de objetos materiales, es decir, máquinas y los llamados gadgets.

Ya en 1943, Huxley detectaba la obsesión del ser humano por alcanzar la perfección de las maquinas, con el fin de perfeccionarse a sí mismo, los humanos que le depositan esas cualidades, no se preocupan por cuestiones morales: -Si las maquinas son perfectas, el hombre no tiene que ser perfecto-. El idolatra moral no es tan ingenuo, sabe que las cosas no son tan sencillas, sabe que para que exista una reforma social, primero debe haber una reforma personal.

Internet nos hace creer que estamos más cerca, a través de los monitores de nuestras computadoras, el sistema nos quiere hacer creer que vivimos en la ilusión fantástica de una aldea global, en la cual, sus habitantes viven interconectados, lo cual provoca que nos alejemos de la realidad; porque las diferencias culturales, geográficas y psicológicas de cada región persisten. Sin embargo, a medida en que las generaciones avanzan, es notable la relación cada vez más cercana de los individuos con las máquinas y las redes sociales, como intermediarios en las relaciones interpersonales. Hoy decir –Nos vemos al rato- suele implicar una computadora u otro dispositivo portátil, en el que se puede exaltar una parte de una personalidad no necesariamente real.

Resulta inquietante, que en una época sin rivales para el capitalismo, que tiene como tótem la propiedad privada, lo más privado – lo íntimo- se haya venido transformando en algo público, visible y exhibido. El ser humano que ya no produce, sino que busca producirse a sí mismo dentro de la lógica del consumo, tecleándose a sí mismo sobre la lógica de la exaltación de la vanidad, del ego.

El escritor y físico Ernesto Sábato, afirmaba que somos parte de una civilización que estmuriendo, que se enfrenta a un peligro sumamente más complejo que lo que en su momento fue la lepra. La mitificación de la técnica. Que se elabora sobre la base de un hombre cosificado, un hombre de engranaje. Se produce al hombre alienado, y se pregunta: ¿qué es peor? ¿un leproso o un alienado? Schopenhauer cita a Nietzsche y dice: “Hay épocas en que el progreso es reaccionario, y lo reaccionario es progresista”.

De algún modo, la filosofía, la ciencia ficción, la literatura y la propia música, nos han dado advertencias sobre nosotros mismos y sobre lo que hemos creado. Tomando en cuenta que se vislumbran cada vez más cerca, es imperativo comenzar a preguntarnos qué píldora tomaremos: la que nos enfrenta a la realidad, o “el soma”, que nos asegura la felicidad a costa de la parálisis cerebral. De la segunda opción existen varias presentaciones, pero por supuesto, con sus debidas contraindicaciones.

Escritor: Jorge Cambrón Pérez