HORKHEIMER, ADORNO: REFLEXIONES SOBRE EL PESIMISMO CONTEMPORÁNEO

 La modernidad ha apropiado dentro de su imaginario el concepto de “industria cultural” este concepto toma fuerza si nos remontamos a las reflexiones de los filósofos alemanes Max Horkheimer y Theodor Adorno en la década de los 40 los cuales a groso modo encasillan las distintas formas de arte dentro de un sistema de producción en masa de productos y servicios culturales, véase claramente ejemplificado en el modelo de producción de los grandes estudios de Hollywood cuya eminente alza superó obstáculos tales como la depresión económica sufrida por los Estados Unidos en estos últimos años (2008-2013)

En consecuencia de dichas definiciones se abre un espacio para la discusión de fenómenos derivados de este enfrentamiento coyuntural, al incluir al arte dentro de las características propias de un sistema capitalista, sus virtudes como ente individualista se desvirtúan, dichos teóricos representan en su tesis un caos cultural cuya génesis se halla en la pérdida del sostén de la religión, la aplicación de modelos capitalistas sólidos y el avance de la técnica como motor del desarrollo de la industria. De tal manera es válido señalar que el objeto de nuestra reflexión es aplicable a las sociedades más avanzadas donde los modelos de producción industrial emergen con firmeza, llámese particularmente Estados Unidos, aunque este principio se replica en otros países donde el proceso capitalista pasó por alguna fase tardía.

Se establece entonces un paralelo entre dos sistemas de producción marcados por dinámicas políticas, sociales y económicas completamente distintas, las alusiones de Horkheimer y Adorno recaen hasta la Alemania nacionalista marcada por el control de la dirigencia militar y la burguesía, los productos culturales eran controlados por el estado y encuentran su fin en los requerimientos del mismo.

económicos? Entendiendo la cultura como el gusto por la excelencia, las bellas artes y las humanidades. Según este tratado la cultura no ha quedado exenta de tal categorización, la cultura al igual que otro bien o servicio se encuentra al servicio de modelos capitalistas, la esencia de la misma resulta referencia irrefutable de las mecánicas de producción de las sociedades económicamente desarrolladas.

Se establece así una nueva relación sustentada en términos de producción, la maquinaria de la industria cultural se conforma de millones de personas que a su vez encuentran en el perfeccionamiento de la técnica el único modo para sostener una producción dirigida a un público agigantado y lleno de múltiples contrastes. Tal nivel de producción requiere de esfuerzos considerables, por lo tanto la técnica ocupa un papel determinante en la perpetuidad del medio más aún cuando al parecer los contenidos se han agotado, de aquí que se busque la elaboración de formatos estándar, esto con el fin de satisfacer las necesidades de tan basta audiencia, la cual se halla cuidadosamente clasificada, para cada tipo de público existe un contenido determinado, la industria no exime a nadie de ella, es abierta y de fácil participación.

De tal manera el dominio de la técnica es el dominio de los medios de producción, el dominio de la masa. Tomado de Horkheimer y Adorno: “La industria cultural ha llegado sólo a la igualación y a la producción en serie, sacrificando aquello por lo cual la lógica de la obra se distinguía de la del sistema social» de esta simple premisa parte el conflicto expuesto por dichos autores, de los cuales es necesario señalar que sus tesis están fuertemente influenciadas por su tiempo y lugar de origen a pesar de encontrarse exiliados en los Estados Unidos, país que recalca con firmeza el modelo ideal de dichas reflexiones.

Frente a esto se presenta un panorama pesimista para la cultura como elemento inmerso dentro de políticas de sostenibilidad de una industria que alimenta millones de personas, hablar de cultura va en contra de la misma según Horkheimer y Adorno, es aquí donde se plantean retos frente a esta innegable realidad ¿nos encontramos a merced de la técnica? La respuesta a este cuestionamiento quizá resulte mucho más obvio de lo que se plantea, pero quizá aún más importante es conocer como estos fenómenos pueden resultar beneficiosos para la sociedad. Desde un principio el arte y sus productos resultaban casi que inalcanzables para el individuo promedio, solo las clases adineradas podían tener acceso a la información y al deleite que las mieles del arte pueden ofrecer.

Solo de esta manera el panorama sórdido que se presenta por los teóricos alemanes puede encontrar una luz de esperanza en la modernidad, se habla de un acercamiento a los bienes culturales, la tecnología en si ha permitido que las audiencias populares puedan percibir de manera más cercana las experiencias artísticas anteriormente mitificadas y clasificadas, se denota un mayor interés por el conocimiento, es aquí donde la tecnología juega un papel determinante, la tecnología de la información y las plataforma para la difusión de la misma. De tal modo podemos decir que la cultura no puede quedar aislada a los cambios sociales de las urbes, la distinción entre los centros urbanos más desarrollados a los que no los son pasan a un segundo plano siempre y cuando se deslumbre desde un sentido estrictamente de consumo, un ciudadano de la costa Caribe Colombiana puede estar al tanto de lo mismo que alguien que viva en la costa Oeste Norteamericana.

Solo de esta manera la tecnología y su papel dentro del desarrollo de la cultura puede funcionar, desde un rol integrador donde el individuo tenga la posibilidad de interactuar con el medio, no solo ser un ente pasivo dentro de una industria de niveles colosales, la inclusión al medio puede traer consigo beneficios que obliguen al sujeto a expresar su individualidad, la de él y la de su comunidad integrándose de una manera participativa y constructiva dentro de un sistema innegable, un justo y necesario cambio de paradigma.

Escritor: Dee perez