Analizar la forma en la que puede afectar al sector agrario los biocombustibles

La situación descrita hasta el momento da cuenta de la fragilidad del equilibrio en el suministro económicamente asequible de los alimentos básicos, esto conlleva a miles de habitantes del mundo a vivir en situación de desnutrición extrema. Sin embargo situados en el año 2009 y con una disminución considerable de los precios de los alimentos, las simulaciones de la OCDE-FAO hablan de precios aún más altos por el periodo 2.016 a 2.017. Se prevé que la última crisis descrita haya sido un punto de inflexión a partir del cual los precios no se vuelvan a situar a los niveles del año 2006.

Los datos proyectadas apuntan a que los forrajes, el trigo y las semillas oleaginosas aumentarán su precio un 34, un 20 y un 13% respectivament9. En el mismo sentido se ha pronunciado el Instituto de Investigaciones sobre Políticas Alimentarias y Agrícolas que prevé quela producción de biocombustibles afectará en mucho a los productos mencionados manteniendo el nivel de demanda en cuotas superiores a las actuales. Sin embargo, no todos los factores tratados anteriormente tendrán la misma incidencia en el mantenimiento de los precios. Los déficits de producción de años anteriores están corrigiendo hasta igualarse con la demanda.

Las estimaciones de la FAO pronostican que al cierre de la Campaña del presente año las existencias mundiales de cereales aumentarán en 496 millones de toneladas hasta situarse en un volumen igual al del año 2002.Pero sin duda el gran incremento de la producción mundial de cereales en 2008 ha facilitado la recuperación de este equilibrio y parece que la tendencia no continuará. En concreto las condiciones por el trigo son favorables tanto en Estados Unidos como en Europa pero la superficie plantada en ambos continentes ha disminuido debido al elevado coste de los inputs. Por su parte, en China y la India han tenido mayores plantaciones de trigo de invierno debido al impulso los gobiernos asiáticos, pero la carencia de agua está impidiendo el desarrollo de las cosechas. Hay que esperar a que los grandes productores como Canadá, Argentina y Australia acaben de definir la superficie destinada a estos cultivos pero parece que la producción global no alcanzará los niveles sin precedente del año 2008. Las perspectivas para el maíz son similares dado que las cosechas de América del Sur son desfavorables debido a la sequía mientras que en África se prevé también una cosecha inferior a la del año 2008.

A medida que crezcan los mercados energéticos basados ​​en los mercados agrícolas, la demanda mundial de alimentos puede ser suficientemente alta como para superar la oferta. La preocupación que este hecho se produzca es cada vez mayor. A nivel general, la bioenergía se define por la cantidad total de energía derivada de la fotosíntesis y equivale a alrededor de 3150 al año, es decir, casi 7 veces el suministro total de energía primaria utilizada en el año 2004.

Sin embargo, esta cifra contiene la energía derivada de determinada biomasa que no puede ser recolectada, al menos a un coste razonable, y casi un tercio de la fotosíntesis mundial proviene de los océanos. El potencial teórico, por tanto, es mucho más limitado en la práctica. Además, la fotosíntesis es un proceso de conversión de la energía solar altamente ineficiente y plantea un problema fundamental como es la necesidad de grandes áreas cultivables para abastecer una pequeña parte de los suministros energéticos.

Se estima que el potencial técnico en el año 2050 será de aproximadamente 850 Exajoules  asumiendo un aumento de los rendimientos de los cultivos y mayores cantidades de residuos urbanos convertidos en energía como consecuencia de los procesos de urbanización. Por países, el potencial técnico de los miembros de la OCDE será muy limitado, de entorno a un 21%, mientras que los países con mayor capacidad para producir este tipo de energía se sitúan en África y América Latina. Pero más importante que las consideraciones al respecto del potencial técnico es la evaluación económicamente viable de la biomasa. Y es que de las cantidades técnicamente posibles se hade deducir la parte de la bioenergía que no puede competir en costes con la energía fósil.

Bajo los mecanismos arriba expuestos, el acceso a una alimentación adecuada de las poblaciones más desfavorecidas del mundo no está asegurado a medio plazo. El crecimiento de los precios agrícolas reduce el poder de compra afectando a la seguridad alimentaria de las personas con un nivel de renta bajo. La banda superior en los precios agrícolas que el mercado de los biocombustibles puede aumentar si los precios de la energía siguen subiendo. Si este es el caso, la demanda de materia prima aumentará y los precios de equilibrio serán también más altos.

Del mismo modo, se plantea el riesgo de un aumento de la volatilidad de los productos agrícolas dado el fortalecimiento de los vínculos con el sector de la energía. Porque incluso asumiendo que los biocombustibles pueden marcar una banda de precios de estabilización, la poca integración de los mercados creará fuertes fluctuaciones en los precios de los alimentos cuando la demanda energética crezca hacia un determinado tipo de cultivo.

En las grandes plantas de producción de etanol brasileño, los costes del azúcar equivalen aproximadamente el 75-80% de los costes totales. Este hecho unido al elevado grado de integración los mercados, provoca mecanismos de compensación entre ambos sectores, el energético y el agrícola, a corto y a largo plazo.

Y es que cuando la caña de azúcar alcanza unos precios tan elevados que impiden cubrir los costes unitarios de fabricación, las grandes empresas nacionales dejan de producir inmediatamente etanol y envían el azúcar hacia los mercados de alimentos. A la inversa, cuando la materia prima es barata, la industria absorbe el excedente para fabricar etanol. Estamos considerando, por tanto, quelas plantas de etanol funcionan como un gran almacén de reservas capaz de liberar alimentos cuando los precios son altos. Como se evidencia de este ejemplo, el supuesto clave para una correcta articulación de ambos sectores es el grado de integración de los mercados. En todos, excepto en el del azúcar, la sustitución de alimentos para bioenergía es casi inexistente y el aumento en el uso de materias primas energéticas consume los volúmenes correspondientes de los mercados de alimentos.

Por tanto, tal y como se ha expuesto hasta el momento, una baja integración de los mercados debilita la unión entre ambos sectores de modo que los precios de los alimentos no están muy relacionados con los de la energía. Sin embargo una alta integración puede hacer funcionar la industria como un sistema de regulación de los precios de los alimentos.

La producción de biocombustibles líquidos para el transporte está altamente concentrada en Brasil, Estados Unidos y los países integrantes de la UE de los 27 produjeron el año 2007 el 89,6% de etanol y el biodiesel que se consumió en todo el mundo.

Son los últimos datos oficiales que se han presentado pero no se espera que esta estructura difiera mucho los próximos años. Es cierto que las medidas legislativas de consumo obligatorio en los países desarrollados están creando una fuerte demanda de biocombustibles difícil de cubrir con recursos internos. Y es en este contexto que muchos países de Asia, América Latina y África están desarrollando planes nacionales de producción. En una nota de prensa difundida por Intermón Oxfam se denuncia que los países pobres están produciendo una «verdadera carrera» para llevarse «una porción del pastel de los biocombustibles de la UE «sin pensar en los posibles impactos negativos, y la misma situación se da con los Estados Unidos.

 Los principales flujos de comercio tienen origen, por tanto, en los países menos desarrollados que intentan satisfacer las crecientes necesidades de los países más ricos. Casi el 85% de los biocombustibles líquidos está representado por el etanol. Los dos mayores productores, Brasil y Estados Unidos, dan cuenta del 87% de la producción total, mientras que el resto se reparte sobre todo entre los países europeos y China. Por otro lado, la producción de biodiesel se concentra en Europa con un 60%, seguida de los Estados Unidos, Indonesia, Malasia y Brasil.

La producción de biocombustibles en la Unión Europea (UE) no es una práctica reciente. A finales del siglo XIX el gobierno francés obligaba a utilizar mezclas de etanol y gasolina regular para el transporte público de la capital. Pero en la década de 1960 el petróleo abundante y precios atractivos hicieron desaparecer la industria del etanol hasta 30 años después.

La reforma de la Política Agraria Comunitaria en 1992 desencadenó de nuevo la producción de biocombustibles en Europa, que se produjo ya a escala industrial durante esta década.

En el año 2002 la producción se aceleró significativamente en respuesta al aumento de los precios del petróleo ya la legislación favorable sobre biocombustibles aprobada por las instituciones comunitarias y los Estados Miembros. Actualmente la UE es líder en la producción de biodiesel y ocupa la tercera posición en la industria del etanol. La producción de ambos productos aumentó entre el año 2000 y el 2006 en un 523% pero sólo pudo cubrir este último año un 1,8% del suministro de combustibles para el transporte, lejos del 2% propuesto por la Comisión Europea como objetivo para el 2005.

Durante el año 2007 se produjeron 6.000 millones de litros de biodiesel utilizando el aceite de colza como componente principal el 80% de los casos, y con aceite de girasol y soja el resto. La industria del etanol ha crecido más lentamente y produjo 3000 millones de litros en 2008 a partir de remolacha azucarera, cebada y trigo. Estas diferencias son debidas a quelas plantas oleaginosas se cultivan con más facilidad a los territorios europeos. Casi todos los Estados producen biodiesel a excepción de Finlandia, Hungría y Luxemburgo. Al otro lado, Alemania, Italia, Francia, Reino Unido y España tienen la mayor capacidad de producción instalada pero se estima que la utilización real es del 90%.

Los pocos datos disponibles sobre el comercio indican que los biocombustibles se consumen sobre todo los países de origen salvo Austria que exporta el 50% de la producción en Alemania y Suecia. Durante los próximos años se espera un gran crecimiento de la industria ya que los últimos Estados en incorporarse están invirtiendo fuertemente en biodiesel y están construyendo treinta y tres nuevas plantas con capacidad para 3,2 millones de toneladas. Quince nuevas instalaciones también se están construyendo en Francia, seis en Italia, nueve en Alemania y otras tantas en el resto del Continente.

En Estados Unidos el etanol derivado del trigo representa la mayor parte de la industria de los biocombustibles líquidos con una producción de 24.500 millones de litros en 2007. La soja también se utiliza para el etanol pero en un porcentaje inferior y su producción alcanzó los 2.000 millones de litros el mismo año. La industria del etanol comenzó a desarrollarse a nivel comercial en 1978.

Desde este momento la capacidad de producción, que siempre ha sido muy concentrada, ha crecido de forma constante durante más de dos decenios y los niveles de producción se han más que quintuplicado. Y a pesar de la crisis que la industria sufrió a finales de los años 80 con el precio del petróleo bajo y el alto coste del trigo. El ritmo de crecimiento se ha acelerado espectacularmente en los últimos años con un incremento de la producción de alrededor del 50% entre el 2006 y el 2007. Las mejoras tecnológicas, la eficiencia de los procesos de conversión y la utilización plena de la capacidad de producción están detrás de este crecimiento.

Por otra parte, el mercado del biodiesel sigue siendo más pequeño que el del etanol pero su tasa de crecimiento se eleva año tras año. Existen actualmente unas cincuenta proyectos para construir nuevas plantas o ampliar las ya existentes. Los niveles de concentración industrial son también inferiores que en la industria del etanol y junto a grandes empresas hay pequeñas plantas propiedad de cooperativas de agricultores.

Autor: Sampiere

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