ANITA Y SU REALIDAD

Levantarse a las cinco de la mañana no es muy complicado para Anita, pues ella los fines de semana siempre madruga a ver sus programas favoritas, lo difícil es bañarse, desayunar y salir a recorrer media ciudad en la buseta que la lleva a su nuevo colegio, y menos mal va en buseta, porque la pobre no sería capaz de caminar una sola cuadra con su nueva maleta, donde lleva siete cuadernos de esos cosidos que pesan toneladas, caja de colores completa, cartuchera con lápiz, borrador y los marcadores de colores que ella misma escogió, que finalmente son lo más liviano. A su mamá se le ocurre que a aparte de la gigante lonchera debe llevar: papel higiénico, gel antibacterial, curitas y algunos pañitos húmedos; esa maleta no tiene nada que ver con la mochila que llevaba al Jardín con una tohallita de manos, crema dental, cepillo de dientes y un par de juguetes.

El transporte de Anita hará el mismo recorrido todos los días, pero hoy por quinta vez pasa por su antiguo Jardín, que a esa hora está cerrado, pues para ir allá podía dormir dos horas más, mira por la ventana con cierta nostalgia, ya sintió algunas diferencias entre el Jardín y el gran colegio, Anita y sus amiguitos tenían su propio imperio construido en el parque que era un mundo maravilloso; pasaban de ser candidatas de un reinado de belleza con edecanes y todo a ser piratas, cantantes, papás, mamás, jefes de oficina, secretarias, maestras y estudiantes de la manera más absurda y divertida que sólo en la cabeza de una niña de cinco años puede ocurrir.

La maestra del Jardín era la más hermosa parada en la puerta principal esperando a sus polluelos, como ella misma los llama, con las manos en los bolsillos de su bata de pececitos, a veces de mariposas o caritas felices, la que más le gustaba a Anita. En los días de sol la maestra podía lucir los atractivos destellos rubios de su cabello que a Anita le parecían de novela, soñaba que al paso que su cabello creciera fuera dando el mismo tono que el de su maestra; pero ella era distinta, con piel blanca como leche y su cabello negro igual que esos bellos ojos que adornan el rostro más diferente pero llamativo de todo el Jardín, tan particular que su mamá prefiere disfrazarla de Blanca Nieves porque sin mucho esfuerzo terminaba siendo la mejor.

Esa belleza tan normal pero a la vez tan distinta en el colegio sólo ha sido notada por el profesor de educación física, el que hace delirar a todas las chicas desde noveno en adelante y a una que otra profesora, el mismo que Anita ya terminando su primer semana de clase vio en su salón, con otro desfile de profesores que le generaron a la niña y lo más seguro al resto del grupo, las más importantes preguntas: ¿Qué profe me cuida la lonchera? ¿A cuál de todos busco si me lastimo o pierdo mis cosas? ¿Cuál llama a mi mamá si me duele el estómago? Y ¿Quién me acompaña al baño que parece estar kilómetros de todo? la verdad en la gran Institución Educativa todo es lejos de todo, el baño, la cafetería, la papelería, la biblioteca y el salón de audiovisuales ni que decir, es un sótano tenebroso que hace parte del oscuro pasado del plantel como cárcel, todas las historias las conocerá Anita más adelante.

Por el momento suficiente con la tragedia saberse abandonada en un lugar gigante que aun no ve como se lo contaron “un gran mundo de aventuras” tal vez lleguen luego, por ahora sólo se ven correr, jugar y divertirse a los más grandes; mientras Anita recuerda a sus amigos que no pudieron llegar con ella al nuevo colegio, es que en ciudades como esta no es fácil salir con el mismo grupo del Jardín a la primaria, por obligación y supervivencia se debe conocer a otras personas, socializar y establecer nuevos lazos de amistad como los primeros, llegan están un tiempo y luego cada uno sigue su camino con su propio mundo construyendo nuevas aventuras con otros mundos.

Terminada la primera semana de clases ya lleva sus primeras tareas, una en el cuaderno de números, otras en el cuaderno de letras, otra en el de doble línea y además debe recortar algunas imágenes, ¡todo para el lunes! Nada comparado con las tapas de gaseosa y el sistema solar de plastilina del Jardín y la cosa tiende a empeorar, porque ya le pegaron en el cuaderno viajero, comunicador o de notas la circular que anuncia que en menos de una semana le entregarán los textos de lenguaje, matemáticas, artística, ciencias sociales, ciencias naturales e inglés, todos con sus respectivas cartillas de trabajo, además del manual de convivencia que lleva anexa una agenda para que los papás manden sus excusas y en pasta dura para evitar que se dañe llevándola todos los días en la maleta.

Anita regresa a su casa casi a media tarde, salió a la una, pero el mismo paseo de la mañana toca hacerlo en la tarde, ya no con el frió de estar recién levantada y la nostalgia del Jardín, sino sofocada por el trancón y con hambre porque a diferencia del año anterior, ahora no recibe almuerzo antes de ir a casa.

Escritor: Sandra Magnolia Cano Z

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