APRENDER INGLÉS ES MÁS FÁCIL DE LO QUE PARECE

Para nadie es un secreto que saber hablar inglés no sólo ha sido una moda o una tendencia; se ha convertido claramente en una fuerte y creciente necesidad. Hoy en día el inglés se constituye como la principal lengua de comunicación en todo el mundo, es el tercer idioma más hablado en todo el planeta, se usa como primera lengua en 44 naciones y las principales organizaciones internacionales como la ONU, OTAN, TLCAN, OEA y la Unión Europea lo emplean para la elaboración y presentación de discursos. Es innegable que se trata del idioma más difundido y popular del mundo.

En diversos países hispanoparlantes se han venido generando una gran diversidad de planes, programas y campañas para apoyar, incentivar y mejorar las habilidades de las comunidades en cuanto al manejo del inglés. Muy seguramente no hemos sido ajenos a toda ésta “revolución”, habremos tenido contacto directo con el idioma en diferentes ocasiones y es muy probable que nuestras habilidades de comunicarnos en inglés nos permitan una interacción básica con un hablante nativo. Y es que para efectos prácticos nuestra lengua nativa: el español, comparte muchas características de forma y estructura con el inglés.

Tanto el inglés como el español pertenecen a la familia de lenguas conocida como Indoeuropea (venimos siendo como primos lejanos). La familia Indoeuropea la conforman dos lenguas y diez grupos, el español pertenece al grupo itálico y el inglés a su vez, al grupo germánico. Ambas son de carácter occidental y comparten el mismo tipo de alfabeto. La mayor cantidad de hablantes de ambas lenguas pertenecen al mismo continente: América. Se originaron y evolucionaron de forma paralela en el tiempo y comparten muchos vocablos que encuentran sus raíces en el latín. Hacia la edad media ambas lenguas se encontraban en su punto de evolución máxima y de allí se deriva directamente el inglés y el español que se hablan hoy en día.

En términos gramaticales sencillos, también compartimos la mayor parte de las estructuras; contamos con sujetos o pronombres (yo, tú, el, nosotros, ellos) que siempre deben ir acompañados de una acción o verbo (leer, correr, nadar, etc.) y generalmente un complemento que puede ser un lugar, un objeto o un espacio en el tiempo (en el parque, pizza, un libro, en la mañana, ayer, etc.). De igual manera, en ambas lenguas se manejan los tiempos básicos: presente, pasado y futuro; sin embargo, aquí es en donde empiezan a marcarse las diferencias más notorias entre los dos idiomas, diferencias que a la larga convierten al inglés en una lengua más práctica y sencilla de aprender.

El inglés cuenta con cuatro tiempos verbales para su conjugación: presente, pasado, futuro y condicional; en español encontramos cuatro modos: indicativo, subjuntivo, condicional e imperativo y cada uno tiene uno o más tiempos compuestos. La fórmula del inglés es claramente más sencilla, no nos suena a receta médica complicada. En lo relacionado con el vocabulario, cerca de 110 palabras son parecidas en su escritura y significado en ambas lenguas, algunos ejemplos son:

De los doce meses del año, once se escriben y suenan muy similar en ambos idiomas. El español es una de las lenguas que más términos toma prestados del inglés, estos términos se denominan anglicismos y son de uso común: mouse, software, e-mail, web, net, hobby, check in, sale, penalty, show, chat, gel, junior, clip, barman, parking, entre muchas otras. Así es que tal parece que sabemos mucho más inglés del que pensábamos. Si sumamos la cantidad de anglicismos de uso común (pueden ser entre 120 y 130) junto con las palabras parecidas en ambos idiomas (entre 110 y 120), tenemos un aproximado de 250 palabras que ya manejamos, reuniendo otros tantos vocablos que nos pueden ser familiares (tales como los números, días de la semana, colores, algunos verbos) podemos fácilmente alcanzar las 500 palabras; lo que nos ubica en un nivel básico de la lengua y si nos ocupamos un poco en aprender a “armar” algunas oraciones simples, estaremos seguramente comunicándonos de una forma efectiva.

Ahora que ya sabemos que el inglés es mucho más fácil de lo que parece, podemos concentrarnos en empezar a trabajar sobre ciertas claves para aprender el idioma de una forma totalmente exitosa y satisfactoria, he aquí algunas de ellas:  Debemos eliminar todas las barreras mentales que tengamos frente al idioma. Ya tenemos razones suficientes para estar seguros de que no es una lengua difícil, tampoco se trata de hacer parte de una cultura mercantilista, ni mucho menos que aliente ideas expansionistas o imperialistas, eso fue tema de siglos atrás.

 Aprender inglés no debe convertirse en una obligación, sino en una diversión. Hay que encontrarle un verdadero gusto al idioma, esto se logra identificando actividades de tiempo libre que impliquen el uso del inglés, tales como: ir a cine, ver películas o series en casa, escuchar música, leer, cocinar, etc.  Fijarse mucho más en el entorno. Muchos logos, nombres de sitios, marcas, información en etiquetas de ropa y comida, entre muchas otras cosas; las encontramos en inglés. Busquemos la forma de saber que nos dicen sin hacer uso del español.

 Cuando se tome la decisión de aprender el idioma formalmente, primero se debe identificar cuál es el mejor método de aprendizaje que cada uno desarrolla. Muchas personas se inscriben a un instituto o a un curso on-line para aprender inglés, sin saber si lo que les están ofreciendo es realmente lo que necesitan. Cada uno de nosotros ha generado a lo largo de la vida, diferentes estrategias para aprender; algunos aprenden mejor viendo, otros escuchando, otros practicando y otros escribiendo. Es vital que cada uno identifique su “forma exitosa” de aprender, de esta manera podrá contratar el aprendizaje que más se adapte a su personalidad y estilo propio. Finalmente, nunca hay que perder el ánimo ni la motivación por acercarse al inglés, nunca será demasiado tarde ni demasiado temprano para aprenderlo y podemos asegurar sin temor a equivocarnos, que dominar una lengua extranjera nos garantiza alcanzar un gran logro en nuestra vida académica, laboral y sobre todo personal.

Escritor: Johana Barrero Santiago

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