BREVES EXTRACTOS TRABAJO FIN DE MÁSTER DE FORMACIÓN DEL PROFESORADO

El proceso de enseñanza-aprendizaje es un fenómeno complejo y tiene una importancia capital para el desarrollo vital de las personas que participan en dicho proceso. La educación, tal y como yo la entiendo, tiene que servir para fomentar y favorecer el pleno desarrollo de los alumnos, fomentando su autonomía, su capacidad de análisis crítico, dotándoles de herramientas y conocimientos que le sirvan para conocer el mundo que les rodea y enfrentarse a los problemas que le vayan surgiendo sin rendirse en el intento. El profesor, por tanto, habría de servir de guía y de apoyo para que los alumnos puedan alcanzar sus propias metas y aspiraciones y descubrir, pero sin ahogarse, el gran caudal de conocimientos que tienen a su alcance. Sin embargo, día tras día veo cómo la evaluación muchas veces se reduce a la mera calificación del alumno, incluso dentro de las asignaturas de filosofía. Es por eso que veo muy necesario reflexionar y profundizar en el fenómeno de la evaluación, y muy especialmente a la evaluación en Filosofía. Eso es, en definitiva, a lo que dedicaré mi trabajo.

5.- Análisis e interpretación de los resultados obtenidos.

Tras la recopilación y reflexión sobre los problemas fundamentales que se derivan de la evaluación, creo que el objetivo general -reflexionar e incitar a reflexionar sobre el problema-, así como los objetivos específicos – determinar qué es eso a lo que llamamos evaluación y en qué se diferencia de otros conceptos en principio afines, describir y reflexionar sobre las características de la evaluación, exponer y reflexionar acerca de sus funciones, ver qué posiciones existen en torno al problema, descubrir qué dice la normativa legal vigente (LOE, BOCM) sobre la evaluación para intentar dilucidar qué posición es la que prevalece en torno al problema, describir/descubrir cuáles son los criterios de evaluación en Filosofía según la normativa, exponer y analizar los instrumentos generales que pueden ser utilizados de cara a la evaluación, reflexionar sobre cuáles de dichos instrumentos podrían ser preferibles para la enseñanza y el aprendizaje en Filosofía, elaborar una propuesta en vista de esos instrumentos para la evaluación en Filosofía, exponer y reflexionar sobre un modelo alternativo de evaluación que se ha dado a nivel histórico, a saber, la Institución Libre de Enseñanza, examinando su propuesta- han sido, o están en proceso de ser, cumplidos, por lo que el resultado final, pese a los posibles fallos, ha sido, al menos para mi, bastante satisfactorio.

6.- Conclusiones.
protagonistas de dicho proceso. aprendizaje potenciando las funciones y beneficios que un buen sistema de evaluación podría proporcionar. Se podrá objetar que los profesores no disponen del tiempo suficiente para atender de una manera tan personalizada a la gran cantidad de alumnos que pasan por sus aulas. Pues bien, quizá entonces habría que plantear que el sistema educativo mismo, tal y como está planteado hoy en nuestro país, está asfixiando y limitando la capacidad misma de mejora de dicho sistema.

Si queremos que haya una mejora real, con evaluaciones serias y un proceso tutorial más personalizado y centrado en el alumno, parece necesaria una reducción significativa de la cantidad de alumnos por aula, y un aumento considerable del profesorado para dar cobertura y una enseñanza de calidad a todos los alumnos. Lo grave de todo este asunto es que estamos asistiendo justo al proceso inverso: Masificación de las aulas, y una evaluación completamente despersonalizada, basada, por falta fundamentalmente de tiempo y de recursos, en evaluaciones centradas en calificaciones, sin apenas dar cabida al diálogo posterior en el que el alumno adquiera las habilidades y capacidades para ir poniendo las bases para que sea posible la mejora de su rendimiento.

La educación no es un juego. Hemos de pensar entre todos qué podemos hacer por mejorar el sistema educativo. Sirva este trabajo como un pequeño intento que busca potenciar dicha reflexión en los presentes y futuros profesores.

Escritor: Joaquín Gómez Sánchez-Molero