Bullying Una problemática social de nuestros tiempos.

El Bullying u hostigamiento infantil, es un fenómeno actual que afecta a niños y adolescentes, independientemente del nivel socio-económico y cultural que tengan, y a sus respectivas instituciones escolares; tanto de carácter público como privado. Se trata de una conducta cada vez más frecuente y preocupante que interfiere en los hábitos de una persona y a largo plazo, puede ocasionar secuelas en la salud mental. Para que un hecho sea considerado Bullying, debe existir una relación asimétrica entre dos semejantes, en la cual uno queda en rol de víctima y otro de victimario, igualmente este comportamiento puede contar con una serie de seguidores y espectadores que lo avale.

En cuanto a las características de esta problemática social, se establece en base a diversos tipos de agresión, de carácter físico: golpes, empujones; verbal: insultos, burlas; social: mediante la exclusión y exposición a situaciones incómodas o vergonzantes; digital: utilizando internet para exhibir públicamente videos intimidantes, a través de correos electrónicos – e-mail, propiciando habladurías o amenazas. Además, una de las particularidades del hostigamiento escolar o Bullying es la permanencia en el tiempo, es decir, no se trata de hechos aislados sino de un accionar perdurable y recurrente. Cabe aclarar que dicho hábito no surge exclusivamente en la escuela, puede ocurrir en cualquier contexto donde un grupo comparte varias horas, por ejemplo, en clubes de recreación o equipos deportivos.

Con respecto al perfil de las víctimas, no existe un estereotipo específico, sino que todo estudiante puede ser objeto de agresión escolar. No obstante, alguna condición física diferente tal como la estatura o contextura, o algún rasgo de la personalidad, como timidez o fragilidad; puede ser causante de exclusión y humillación. A su vez, es posible observar cambios de hábitos en la persona agredida, que produzcan efectos tales como tristeza, distracción, bajas calificaciones, el deseo de no asistir a la escuela y dificultad para entablar relaciones o aislamiento. En el caso de los victimarios, generalmente, se trata de alumnos que carecen de empatía, han sufrido alguna frustración como la separación de sus padres o violencia familiar. se trata de una propuesta general sobre la violencia escolar, que integra esta temática.

Prevé la organización de equipos especializados, para formular acciones que resguarden “la integridad física, moral y psicológica de los alumnos”; estipula también que cada establecimiento educacional deberá realizar su propio “Plan de Convivencia Escolar” y conformar una “Comisión de Disciplina”, a fin de establecer las sanciones necesarias ante situaciones violentas. Siempre conservando el derecho a la educación, es decir que si deviniera un caso de expulsión, el colegio tendría la obligación de encontrar una nueva institución donde reubicar al provocador.

Del mismo modo, uno de los aspectos que más preocupan a los padres, a las autoridades estudiantiles y a los organismos de defensa, tales como ABA (Anti Bullying Argentina) son las consecuencias que este factor de violencia puede ocasionar a posteriori; dado que de acuerdo a estudios realizados, las víctimas podrían sufrir depresión, ansiedad, autoestima baja y padecer tendencias angustiantes que, en el peor de los casos, deriven en suicidio. A la vez, los victimarios podrían convertirse en personas hostiles y violentas en el futuro.

En consecuencia, diversos analistas coinciden en que las victimas deberían encontrar un lugar de contención, en el cual poder explayar sus necesidades y miedos hacia otros pares. Así como los agresores, hallar el entorno propicio para replantearse, cuál es la motivación que los lleva a abusar del poder ante sus semejantes. Por todo esto y dado que el acoso infantil o Bullying no escapa a ningún sector social, cultural ni económico, es necesario que tal realidad sea monitoreada de cerca, otorgándole la magnitud que requiere; tanto en el seno familiar como en el ámbito de la escuela. Como adultos, se debe lograr la capacidad para interpretar estos hechos a tiempo, con la responsabilidad de cuidar el crecimiento digno e integral de cada niño o púber. Y ¿qué mejor que el hogar y las instituciones educativas para cumplir esta función? Trabajando en conjunto y amparados por la base legal pertinente, a fin de crear un diálogo edificante que aliente al joven a transitar este flagelo, de manera pacífica y con valentía.

Escritor: María Eugenia Hasne