CIEN AÑOS DE SOLEDAD: SU REALISMO MÁGICO.

El concepto de realismo mágico surge en el mundo de las vanguardias de Europa en los años veinte; más adelante fue incorporado en América por algunos novelistas destacados como el cubano Alejo Carpentier, entre otros. .

Respecto al realismo mágico se dice que no hay un término universal que defina exactamente su significación; y esto debido a su relación estrecha con términos como lo maravilloso, lo fantástico, lo sobrenatural, etc. Algunos lo han definido como un procedimiento usado por ciertos escritores latinoamericanos en un intento de manifestar y plasmar los componentes esenciales de sus tierras y sus poblaciones. Otros lo definen simplemente como la mezcla entre lo fantástico y lo real, transformando lo real en lo irreal. Según Mario Vargas Llosa, el realismo mágico tiene dos realidades: una es maravillosa, y la otra es objetiva, que comprende lo político, lo social y lo económico.

El mismo Carpentier menciona que el objetivo del realismo mágico es el de captar una realidad y fusionar todos sus elementos externos para constituir un ambiente mágico e identificar la presencia de lo maravilloso en la cotidianidad. realista. Busca representar una realidad abstracta y profunda, que explore dicha realidad en todos sus niveles. Exterioriza lo más profundo del escritor en cuanto a su realidad cotidiana, mediante las vivencias habituales de su ámbito. Un elemento importante en el realismo mágico es la diferenciación entre la realidad creada y la realidad inventada. Pues, el mundo creado se constituye con base en una doble realidad, donde existe lo real y lo irreal, lo que conlleva una realidad mágica.

Dentro de los escritores más representativos que utilizaron estas particularidades en sus novelas está Gabriel García Márquez, siendo consideradas varias de sus obras como pioneras del realismo mágico. Cien años de Soledad es catalogada como la obra que ha universalizado el concepto de realismo mágico. En ella, García Márquez plasma algunas de sus experiencias y vivencias provenientes de las leyendas y relatos fantásticos que leyó en su infancia y que le permitieron desarrollar una imaginación desbordada cargada de imágenes. Por otro lado, su formación literaria, evidentemente influenciada por Faulkner, le llevó a escribir sobre situaciones comprensibles y reales, personajes identificables, situando como fondo, la historia de Colombia y la realidad latinoamericana, con lo que muestra dentro de su representación mágica, la presencia del aspecto histórico: guerras civiles, la violencia, los levantamientos militares, entre otros.

Esto se entrecruza con las creencias, supersticiones, hechos mágicos y milagrosos que constituyen gran parte de la vida de su pueblo y de Latinoamérica. Es su imaginación la que se fundamenta en tópicos realistas extraídos de su propia naturaleza: límites, ubicaciones, topografía. Con la magia, García Márquez desea transportarnos a un mundo muy diferente, llena de elementos misteriosos que son parte de la cotidianidad. Por esto la realidad debe entenderse como la suma de las experiencias y sucesos reales e imaginarios que constituyen el diario vivir.

El punto de partida geográfico es Macondo: un pueblo fuera del tiempo y el espacio, situado en una época inconcreta, que podría representar cualquier población de algún país latinoamericano. Macondo es un pueblo real, y al mismo tiempo fantástico, ya que enmarca la historia de la familia fundadora y su desaparición después de innumerables aventuras y situaciones mágico-realistas.

Las múltiples vivencias e imaginación de García Márquez tuvieron que influir considerablemente en la creación de sus personajes. Es el caso por ejemplo, del increíble y fantástico Melquíades, un viajero inmóvil, observador partícipe, que relata la historia cotidiana de una tribu imaginaria con sus creencias y actitudes, prácticas, ritos, mitos, tabúes. Es un gitano que puede ver a Macondo desde dentro, porque conoce muy bien su historia, de principio a fin, y convive con sus habitantes; además, lo ve desde afuera gracias a su condición de gitano, forastero.

La obra presenta además, algunos elementos físicos interesantes en la concepción de realismo mágico. Por ejemplo, en el episodio del descubrimiento del hielo por parte de José Arcadio Buendía y de su hijo Aureliano, es evidente la propiedad real que posee el hielo, pero “es presentado como algo inusitado e imposible, como un objeto milagroso, que viene de otro nivel de lo real: deja a Arcadio desconcertado, atemorizado, tanto que apenas se atrevió a considerarlo el diamante más grande del mundo. José Arcadio Buendía queda embriagado por la evidencia del prodigio, olvida todo lo demás, y con unción religiosa proclama que el hielo es el gran invento de nuestro tiempo” .

El imán llevado también por los gitanos a la tierra de Macondo, es otra clara muestra del realismo mágico en la novela, pues, aunque es un objeto físico de la cotidianidad, el narrador lo dota de exageradas propiedades que aumentan mágicamente, lo que lo convierte en un objeto imaginario que rompe con los límites de la realidad.La muerte, además de su carácter filosófico, también posee un aspecto mágico. García Márquez logra la ruptura de la realidad terrenal y la eterna. Los vivos conviven con los muertos en una atmósfera de maravilla, donde se mezclan la muerte y la vida.

Los muertos presentan, igual que los vivos, necesidades físicas y emocionales: dolor, hambre, aburrimiento, etc. Se rompe totalmente con los dos planos considerados como opuestos, estos son, lo racional y lo maravilloso. La muerte es una constante durante todo el transcurso de la obra, evidenciado por ejemplo con el personaje Prudencio Aguilar quien aun después de muerto, sigue visitando a la familia Buendía. Como se observa, lo sobrenatural se trata como si fuera algo cotidiano. La muerte está en el mismo nivel que la vida, no es un hecho aterrador, sino otra dimensión igual que la vida.

Estos son sólo algunos aspectos específicos que destacan claramente la presencia del realismo mágico en la obra de García Márquez, pues dentro de las más estrictas raíces del folclore latinoamericano, utilizando recursos del cuento, de la leyenda popular, de la historia y de su amplia e invaluable imaginación, ha creado una novedosa estructura de novela, gracias a la tradición de su tierra y su gente.

Escritor: Hernán Andrés Hurtad